RODRIGO CABEZAS
La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en su último Boletín Estadístico Anual 2010-2011 registra que el volumen de reservas probadas de petróleo de Venezuela alcanza los 296.500 millones de barriles. Tal certificación nos coloca como la principal potencia petrolera del planeta y nos obliga a asumir con éxito el plan previsto por el gobierno bolivariano en lo referido a la política petrolera nacionalista, soberana y por el desarrollo.
En el balance energético mundial es estratégico el papel de la OPEP que concentra el 81% de las reservas de crudos del planeta y el 41.8% de la producción actual, por lo que su preservación en el tiempo es componente esencial de nuestra política; mas aún si tenemos en cuenta las complejidades e intereses que se desprenden del consumo irracional de energía que sustenta el llamado modelo capitalista industrializado. No hay que ir tan lejos para verificarlo: Los Estados Unidos de Norteamérica con el 5% de la población mundial, consume el 24% de la energía petrolera del planeta. Todos los días su preocupación es ponerse en 12 millones de barriles diarios de petróleo que consumen y no producen. Su naturaleza imperial les lleva a desarrollar la tesis del “petróleo global” para asemejarlo a un bien de uso mundial que no debe tener propietarios particulares, es decir las naciones, los pueblos. Ello explica históricamente su política agresiva e intervensionista contra gobiernos y pueblos que teniendo yacimientos de hidrocarburos se atreven a preservarlos y utilizarlos soberanamente en función del interés nacional.
A todo riesgo esta continua siendo la principal amenaza de la Venezuela petrolera contemporánea, mucho mas por el curso de su historia que trajo a un gobierno popular, nacionalista, antiimperialista y socialista al frente de los destinos de nuestra patria. En los desenvolvimientos presentes y futuros la OPEP es vital.
Ahora, ¿ qué hacer con tanto petróleo?. Hay algunos sectores que se asumen de izquierda radical que postulan preservar reservas y no producir mas de los actuales niveles ya que seria “colaborar” con la estrategia consumista norteamericana. Incluso recientemente fui objeto de critica y de la típica actitud “perdona vida” estalinista por coincidir en un foro académico con un dirigente de la derecha que postulo que en la faja petrolífera del Orinoco “harían exactamente lo que el gobierno Bolivariano ha hecho”. Este siempre ha sido un gran debate histórico, no exento de descalificaciones o juicios interesados.
Lo cierto es que el Gobierno Bolivariano tiene un plan, una propuesta, un camino petrolero. En 2005 el Ministro de Energía y Petróleo Rafael Ramírez, en brillante exposición ante el plenario de la Asamblea Nacional, denuncio la política petrolera que había adelantado la PDVSA transnacionalizada y que llamaron “apertura petrolera”, así mismo advirtió que el gobierno revolucionario se disponía a desmontar el entramado legal y técnico de aquella por lo cual pedía el apoyo del poder legislativo.
Ahora existe una política de “siembra petrolera” que con nuevos arreglos jurídicos y políticos garantizan la propiedad nacional sobre el petróleo en yacimientos y en cualquier fase de la operación industrial que le explote.
Papel esencial hacia el futuro petrolero venezolano es lo que se hace y se hará en la faja petrolífera del Orinoco. Entre 20011 y 2016 se realizaran inversiones en ella por aproximadamente 80 mil millones de dólares en las áreas carabobo y junin. El esfuerzo productivo apunta a levantar 250 mil barriles de petróleo diario adicionales en 2012, agregándolos a los 450 mil barriles diarios que actualmente se producen y mejoran para venderlos en el mercado mundial. Recuerdo las metas anunciadas que permitiría a PDVSA producir 5 millones de barriles diarios en 2020. Esta gigantesca inversión solo era y es posible con capital privado nacional o extranjero o de países socios, en buena medida de sus petroleras. Era una razón económica no ideológica. Lo importante, estratégico y de soberanía es que PDVSA es el accionista mayoritario en las empresas mixtas constituidas y a constituir y, mantiene el control operativo del negocio petrolero. Totalmente lo contrario a lo ocurrido en la década de los años ochenta y noventa del siglo pasado.
La respuesta es pues sencilla: debemos desarrollar la faja petrolífera ahora para elevar nuestra capacidad de producir y tener un potencial productivo mayor que le sirva ala nación en sus movimientos de defensa de los precios petroleros y en su influencia decisiva en la OPEP, vale decir en el mercado mundial de la energía. Los actuales niveles de reservas probadas así lo indican.
Otro gran tema clave es ¿cómo y en que gastar el ingreso petrolero? . Añejada pregunta que remonta tiempos venezolanos desde que en 1936 Arturo Uslar Pietri nos convoco a nos ser una nación “parásito” de la renta petrolera. La economía no petrolera aparece entonces en el horizonte de la respuesta. Tema de otra reflexión.
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