Jenny González Muñoz
Los logros de la Revolución Socialista que está protagonizando Venezuela desde hace más de una década son evidentes en tópicos como salud, economía, educación, cultura, lo cual ha conllevado a acrecentar la autoconfianza de ciudadanas y ciudadanos que otrora fueran guiados por una ola continua de silenciamientos a sus voces, imprimiendo miedo a la exigencia y, por consecuencia, pérdida paulatina de la capacidad de autoconocerse desde sus derechos y deberes constitucionales. Sin duda alguna el país está en buen momento, propicio para el desarrollo y crecimiento como nación.
Los logros de la Revolución Socialista que está protagonizando Venezuela desde hace más de una década son evidentes en tópicos como salud, economía, educación, cultura, lo cual ha conllevado a acrecentar la autoconfianza de ciudadanas y ciudadanos que otrora fueran guiados por una ola continua de silenciamientos a sus voces, imprimiendo miedo a la exigencia y, por consecuencia, pérdida paulatina de la capacidad de autoconocerse desde sus derechos y deberes constitucionales. Sin duda alguna el país está en buen momento, propicio para el desarrollo y crecimiento como nación.
No obstante, el clamor popular, inscrito en todos y cada uno de los sectores que conforman la geografía nacional, se aboca hoy día a la inseguridad social, pues el hampa anda por las calles con la libertad que cercena de manera injusta a su vez a la libertad de ciudadanas y ciudadanos honestos fieles cumplidores de las leyes revolucionarias. El socialismo proclama implícitamente la equidad colectiva y el respeto entre los componentes humanos es su bastión fundamental.
Las civilizaciones ancestrales, por ejemplo, dentro de su sistema político-social no permitían bajo ningún respecto la existencia de ladrones, violadores o asesinos so penas severas, desde la expatriación hasta la muerte, según la gravedad cometida. Los procesos político-sociales del siglo XXI no deben propiciar castigos que violenten los derechos humanos, pero si están en la obligación de velar por el bienestar de sus ciudadanas y ciudadanos. Venezuela actualmente es uno de los países de Nuestra América con mayor índice de inseguridad. La Revolución Bolivariana está en la obligación de arremeter contra la delincuencia que ya ésta no tiene miramientos de horarios, edades, condiciones de salud, para cometer sus atrocidades. De nada sirve crear universidades para policías si no existe una verdadera aplicabilidad masiva y efectiva de la seguridad.
Yo, por ejemplo, vivo en Santa Mónica a una cuadra de la sede del CICPC, justo en la misma calle Lisandro Alvarado, y soy testigo de los constantes atracos, robo de vehículos, agresiones a jóvenes, niños y ancianos, incluso con armas de fuego, y cuando acudimos al CICPC por ayuda nos contestan: “no tenemos vehículo” para salir a buscar a los delincuentes, en cambio los antisociales “andan caminando y sueltos”, como diría nuestro Alí Primera, en carros y motos.
La máxima felicidad que asevera Bolívar también está ligada estrechamente con la tranquilidad social y el Socialismo está hecho para que esto se cumpla en todos los rincones de la Patria que lo hace creer robusteciéndolo cada día más. Por algo el Libertador expresó: “La clemencia con los criminales es un ataque a la virtud”.
Es preciso REVISAR las debilidades en materia de seguridad social en Venezuela, RECTIFICAR los errores cometidos y REIMPULSAR en plan urgente a favor del poder popular y en contra de la delincuencia y el hampa común.
jenny66m@yahoo.es
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