Roberto Hernández Montoya
La semana pasada hablé de lo que pasaría si los EUA invaden Libia. Ahora especularé, sin dar empleo, qué pasará si no.
Muamar el Gadafi está descubriendo lo que ya Manuel Antonio Noriega y otros: el Imperio es un amo muy nervioso, en cualquier momento se te revira y aplasta. A Gadafi lo agasajaron mientras se portó «bien», pero apenas le velaron el claro lo amenazan con La Haya, le imponen exclusión aérea e invasión. El Imperio no perdona un momento de locura. La Haya es el nuevo Coco de la ultraderecha internacional. Pero divago.
Consagrarán de nuevo a Gadafi como revolucionario, a pesar de sus bandazos de oportunista y que quiere ser más reaccionario que Israel y el franquismo.
Gadafi, a quien con razón rechaza mucha gente progresista en el mundo árabe, está siendo reciclado como el líder revolucionario visible que el mundo moro percibe en Hugo Chávez. Por la gracia de la ultraderecha internacional. Por esas carambolas de la política, ahora Gadafi resulta rebendecido como rebelde, liberador, y demás preseas cobradas en batallas que nunca se libraron.
En estos días escuché por Radio France Culture a un panel de «expertos» en el Norte del África. Era abismal su ignorancia, pero más abismal su arrogancia. Hablaban como los colonialistas de mediados del siglo XIX, con esa barbarie arrogante del que por disciplina desprecia al colonizado. No sé nada de ti porque no tienes nada que conocer. Y ahí va el Cusco recto a la demolición y el saqueo en cosa de horas (como cuenta la novela magistral de William Ospina, El país de la canela); recto al destrozo de los grandes monumentos aztecas para poner iglesias; recto al desvalijamiento de tu oro, tu petróleo, tu cultura. Paradójicamente desprecian la cultura colonizada, pero atiborran sus museos con ella. Otra paradoja: te destruyen la cultura y te la quitan. Pero divago.
La humanidad ha ido superando sufridamente la sociedad tribal durante no menos de 500 años. Es una autocracia basal en donde un patriarca gobierna sin división de poderes, con vitæ necisque potestas 'poder de vida y muerte' sobre hijos, hijas, esposa y demás vasallos. Hay que superar ese sistema. Pero deben hacerlo los libios. Obligarlos a ello es otro colonialismo, con o sin la ONU. Y es inútil porque vuelven a él como resistencia anticolonial, así como lapidan adúlteras como afirmación ante Occidente. De nuevo una paradoja: los hermanos árabes deben vivir su convulsión en paz. Si Gadafi se queda o se va corresponde a los libios decidirlo. A los demás nos tocará acatar o no su honestidad revolucionaria.
Un rasgo de decadencia es la calidad de sigüíes que el Imperio está reclutando. Creen que Libia, donde viven las Górgonas, es el desierto que Mussolini invadió porque ya las demás potencias se habían repartido lo más jugoso. Siembran gente como los 65 forajidos de la Asamblea Nacional y JAVU, que hace huelga de hambre y se les descubre in traganti devorando cachitos y perros calientes «guerreros» y que reciben masajes electrónicos en los glúteos… ¿Cómo hacer humor de altura así? Tanta temeridad tienen, que están en disposición de ser eso que son el resto de la única vida que tendrán desde la Gran Explosión hasta la Gran implosión, el Gran Frío o el Gran Desgarramiento, o cualquier otro futuro del Universo. Pero divago.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com
La semana pasada hablé de lo que pasaría si los EUA invaden Libia. Ahora especularé, sin dar empleo, qué pasará si no.
Muamar el Gadafi está descubriendo lo que ya Manuel Antonio Noriega y otros: el Imperio es un amo muy nervioso, en cualquier momento se te revira y aplasta. A Gadafi lo agasajaron mientras se portó «bien», pero apenas le velaron el claro lo amenazan con La Haya, le imponen exclusión aérea e invasión. El Imperio no perdona un momento de locura. La Haya es el nuevo Coco de la ultraderecha internacional. Pero divago.
Consagrarán de nuevo a Gadafi como revolucionario, a pesar de sus bandazos de oportunista y que quiere ser más reaccionario que Israel y el franquismo.
Gadafi, a quien con razón rechaza mucha gente progresista en el mundo árabe, está siendo reciclado como el líder revolucionario visible que el mundo moro percibe en Hugo Chávez. Por la gracia de la ultraderecha internacional. Por esas carambolas de la política, ahora Gadafi resulta rebendecido como rebelde, liberador, y demás preseas cobradas en batallas que nunca se libraron.
En estos días escuché por Radio France Culture a un panel de «expertos» en el Norte del África. Era abismal su ignorancia, pero más abismal su arrogancia. Hablaban como los colonialistas de mediados del siglo XIX, con esa barbarie arrogante del que por disciplina desprecia al colonizado. No sé nada de ti porque no tienes nada que conocer. Y ahí va el Cusco recto a la demolición y el saqueo en cosa de horas (como cuenta la novela magistral de William Ospina, El país de la canela); recto al destrozo de los grandes monumentos aztecas para poner iglesias; recto al desvalijamiento de tu oro, tu petróleo, tu cultura. Paradójicamente desprecian la cultura colonizada, pero atiborran sus museos con ella. Otra paradoja: te destruyen la cultura y te la quitan. Pero divago.
La humanidad ha ido superando sufridamente la sociedad tribal durante no menos de 500 años. Es una autocracia basal en donde un patriarca gobierna sin división de poderes, con vitæ necisque potestas 'poder de vida y muerte' sobre hijos, hijas, esposa y demás vasallos. Hay que superar ese sistema. Pero deben hacerlo los libios. Obligarlos a ello es otro colonialismo, con o sin la ONU. Y es inútil porque vuelven a él como resistencia anticolonial, así como lapidan adúlteras como afirmación ante Occidente. De nuevo una paradoja: los hermanos árabes deben vivir su convulsión en paz. Si Gadafi se queda o se va corresponde a los libios decidirlo. A los demás nos tocará acatar o no su honestidad revolucionaria.
Un rasgo de decadencia es la calidad de sigüíes que el Imperio está reclutando. Creen que Libia, donde viven las Górgonas, es el desierto que Mussolini invadió porque ya las demás potencias se habían repartido lo más jugoso. Siembran gente como los 65 forajidos de la Asamblea Nacional y JAVU, que hace huelga de hambre y se les descubre in traganti devorando cachitos y perros calientes «guerreros» y que reciben masajes electrónicos en los glúteos… ¿Cómo hacer humor de altura así? Tanta temeridad tienen, que están en disposición de ser eso que son el resto de la única vida que tendrán desde la Gran Explosión hasta la Gran implosión, el Gran Frío o el Gran Desgarramiento, o cualquier otro futuro del Universo. Pero divago.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com
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