Ernesto Wong
Hoy se cumplen cuarenta y cinco años de la muerte del vietnamita Nguyen Van Troi, aquel muchacho que luchó contra la invasión militar de Estados Unidos a Viet Nam y quien, a partir de su muerte, es considerado uno de los héroes que causó más motivación entre los combatientes de todas las edades y sexos, por su valentía, arrojo y firmeza, al cumplir sus tareas ante los invasores extranjeros y verdugos.
Luego de haber protagonizado acciones emancipadoras contra las tropas colonialistas francesas y sus lacayos nativos (desde sus catorce años cuando la decisiva batalla de Diem Bien Phu en 1954), Van Troi comenzó a desempeñar altas responsabilidades en la guerra de liberación contra las tropas invasoras de EEUU, enviadas por el presidente Lyndon B. Jhonson a inicios del año 1964.
El movimiento de liberación nacional de Viet Nam, liderado por Ho Chi Minh, tuvo que emplear numerosas estrategias y tácticas de lucha debido al carácter asimétrico de la guerra contra invasores de gran potencia como Francia y Estados Unidos. Estos, ricos en recursos militares y financieros, violaron sistemáticamente las normas internacionales de guerra y los derechos humanos, con sus bombardeos a zonas civiles como Song My y Mi Lay.
En ese contexto, el anuncio de la llegada a Saigón del Secretario de Estado de los EEUU y uno de los principales cerebros de esa guerra de agresión, Robert Mc Namara, fue objetivo de guerra de los patriotas vietnamitas.
Van Troi, encargado de la acción de minado del puente Cong Ly, por donde pasarían los altos mandos militares estadounidenses, resultó apresado en plena faena, y tras ser detenido, fue torturado y condenado a muerte.
Cuando Van Troi fue conducido al pelotón de fusilamiento y sus verdugos trataron de vendarlo, estando amarrado en el mástil de ejecución, dijo: “No lo necesito, déjenme ver por última vez mi querida tierra”. Acto seguido, exclamó con voz firme, brazos tratando de soltarse las amarras y las manos increpadas hacia sus ejecutores: ¡Abajo los yanquis! ¡Viva Vietnam! ¡Viva Vietnam! ¡Viva Vietnam!, repitió estratégicamente para la historia.
Hoy, la República Socialista de Vietnam ha alcanzado un crecimiento económico impactante que trasciende lo comercial, financiero, agrícola y la propia industria.
En lo social, los vietnamitas han alcanzado logros sustanciales expresados en las intensas construcciones urbanas y rurales. Hacia el exterior, Vietnam ha incrementado sus exportaciones hacia la región y ha comenzado a abrir sus mercados hacia América Latina y Norteamérica. Recibe inversiones extranjeras sobre la base de la planificación estratégica socialista. No es casual, entonces, que su economía sea considerada entre las de más rápido crecimiento del mundo.
La historia le dio la razón a Ho Chi Minh y a Van Troi. Las mismas balas que trataron de callar a Van Troi, lo convirtieron en un extraordinario símbolo mundial en las batallas de los pueblos de Asia, África y América Latina. Fue uno de los iluminadores definitivos del valiente pueblo vietnamita hacia la victoria que hizo de Viet Nam “un país mil veces más hermoso”, tal y como lo predijo el Tío Ho.
Hoy se cumplen cuarenta y cinco años de la muerte del vietnamita Nguyen Van Troi, aquel muchacho que luchó contra la invasión militar de Estados Unidos a Viet Nam y quien, a partir de su muerte, es considerado uno de los héroes que causó más motivación entre los combatientes de todas las edades y sexos, por su valentía, arrojo y firmeza, al cumplir sus tareas ante los invasores extranjeros y verdugos.
Luego de haber protagonizado acciones emancipadoras contra las tropas colonialistas francesas y sus lacayos nativos (desde sus catorce años cuando la decisiva batalla de Diem Bien Phu en 1954), Van Troi comenzó a desempeñar altas responsabilidades en la guerra de liberación contra las tropas invasoras de EEUU, enviadas por el presidente Lyndon B. Jhonson a inicios del año 1964.
El movimiento de liberación nacional de Viet Nam, liderado por Ho Chi Minh, tuvo que emplear numerosas estrategias y tácticas de lucha debido al carácter asimétrico de la guerra contra invasores de gran potencia como Francia y Estados Unidos. Estos, ricos en recursos militares y financieros, violaron sistemáticamente las normas internacionales de guerra y los derechos humanos, con sus bombardeos a zonas civiles como Song My y Mi Lay.
En ese contexto, el anuncio de la llegada a Saigón del Secretario de Estado de los EEUU y uno de los principales cerebros de esa guerra de agresión, Robert Mc Namara, fue objetivo de guerra de los patriotas vietnamitas.
Van Troi, encargado de la acción de minado del puente Cong Ly, por donde pasarían los altos mandos militares estadounidenses, resultó apresado en plena faena, y tras ser detenido, fue torturado y condenado a muerte.
Cuando Van Troi fue conducido al pelotón de fusilamiento y sus verdugos trataron de vendarlo, estando amarrado en el mástil de ejecución, dijo: “No lo necesito, déjenme ver por última vez mi querida tierra”. Acto seguido, exclamó con voz firme, brazos tratando de soltarse las amarras y las manos increpadas hacia sus ejecutores: ¡Abajo los yanquis! ¡Viva Vietnam! ¡Viva Vietnam! ¡Viva Vietnam!, repitió estratégicamente para la historia.
Hoy, la República Socialista de Vietnam ha alcanzado un crecimiento económico impactante que trasciende lo comercial, financiero, agrícola y la propia industria.
En lo social, los vietnamitas han alcanzado logros sustanciales expresados en las intensas construcciones urbanas y rurales. Hacia el exterior, Vietnam ha incrementado sus exportaciones hacia la región y ha comenzado a abrir sus mercados hacia América Latina y Norteamérica. Recibe inversiones extranjeras sobre la base de la planificación estratégica socialista. No es casual, entonces, que su economía sea considerada entre las de más rápido crecimiento del mundo.
La historia le dio la razón a Ho Chi Minh y a Van Troi. Las mismas balas que trataron de callar a Van Troi, lo convirtieron en un extraordinario símbolo mundial en las batallas de los pueblos de Asia, África y América Latina. Fue uno de los iluminadores definitivos del valiente pueblo vietnamita hacia la victoria que hizo de Viet Nam “un país mil veces más hermoso”, tal y como lo predijo el Tío Ho.
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