viernes, 5 de junio de 2009

América Latina tuerce el brazo de la OEA a favor de Cuba.


Leandro Albani

Si en 1962 Estados Unidos (EEUU) tenía la fuerza y el poder político sobre la mayoría de los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) como para forzar la expulsión de Cuba del organismo, a más de 40 años de ese hecho la realidad parece haber cambiado durante la 39º Asamblea General del ente que se llevó a cabo en Honduras. Durante esta jornada, y con el apoyo de la mayoría de naciones miembros, fue derogada la resolución 662, la cual en su momento acusó al pueblo cubano por su adhesión al marxismo-leninismo y por una supuesta incompatibilidad con el sistema interamericano. Ese 31 de enero de 1962 la OEA excluyó a un país que se encontraba en plena construcción del socialismo, por su alineamiento “con el bloque comunista” que “quebranta la unidad y solidaridad del hemisferio”. El retiro de la isla del organismo hemisférico tuvo el aval de 13 naciones, el voto en contra de Cuba y las abstenciones de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México. En plena guerra fría entre EEUU y la Unión Soviética, el 1 de enero de 1959 el pueblo cubano comenzó una etapa que marcaría a toda América Latina y sería ejemplo de varias generaciones que buscaron un cambio social y político en sus países. Pero el gobierno estadounidense de John Fitzgerald Kennedy no sólo buscaba la expulsión de Cuba de la OEA sino abrir paso con esa decisión a sus políticas de expansión en el continente y frenar los avances de organizaciones revolucionarias. Este accionar de EEUU se vio reflejado de forma más descarnada durante la década del 70, apoyando dictaduras militares que cometieron sangrientos crímenes y que no eran cuestionadas por su participación en la Organización de Estados Americanos. Si la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA, por sus siglas en inglés) y el militarismo fue para el poder estadounidense su arma de injerencia más descarnada a través de la persecución y los asesinatos, la OEA funcionó como espacio “diplomático” donde esos hechos por los que eran derrocados gobiernos constitucionales se “legalizaban”. Según el periodista del diario Granma Oscar Sánchez Serra, luego de la Segunda Guerra Mundial se inició una etapa de auge de EEUU, pasando de sus espacios hegemónicos, como el Panamericanismo y el Sistema Interamericano, a “la creación de la OEA en 1948 hasta la invasión a República Dominicana en 1965, consolidándose la subordinación de los gobiernos del continente a la política exterior” de Norteamérica. Cuba en el Ministerio de Colonias El 18 de marzo de 1959 el nuevo embajador de Cuba ante la OEA, Raúl Roa, dejaba en claro la posición del país en ese organismo viciado por EEUU y utilizado como herramienta invasora. “En largos años no se había erguido y escuchado la voz genuina de Cuba en el Consejo de la OEA. (...) No resulta ocioso recordarlo por lo que tiene de novedad histórica y de obvio estímulo a los pueblos todavía oprimidos. El derrocamiento de una tiranía mediante la acción armada no es un suceso insólito en nuestra América. Sí lo es, en cambio, la que derribó la de Fulgencio Batista en Cuba”, comentó en ese entonces. Las medidas tomadas por la revolución, liderada por Fidel Castro, Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos; ponía alerta a empresarios estadounidenses que veían con horror la Primera Ley de Reforma Agraria, la cual eliminó los grandes latifundios que poseían compañías como la estadounidense United Fruit. Frente a las acusaciones que crecían contra Cuba, Roa respondía de forma exacta:“Si de hacer justicia se trata, debería sancionarse, conjuntamente, a (dictador dominicano Rafael) Trujillo y al gobierno de Estados Unidos”. Sin Cuba, sin pueblo Entre el 22 al 29 de agosto de 1960 se realizó en San José, Costa Rica, la VII Reunión de Consulta de la OEA, donde se establecieron las condiciones para excluir al Estado cubano. El propio canciller Roa protestó por este accionar al expresar que los “gobiernos latinoamericanos han dejado a Cuba sola. Me voy con mi pueblo y con mi pueblo se van también de aquí los pueblos de nuestra América”. Para el mismo tiempo, un millón de cubanos se reunió en la Plaza de la Revolución en una Asamblea General del Pueblo, donde fue adoptada la Primera Declaración de La Habana, mediante la cual se rechazaron las pretensiones hegemónicas de EEUU contra la isla socialista. Durante la Séptima Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, en enero de 1962 en Punta del Este, Uruguay, se adoptaron nueve resoluciones, cuatro de ellas contra Cuba, entre las que se encontraba la resolución de expulsión de la isla. El entonces presidente cubano, Osvaldo Dorticós, afirmó en su intervención que su país no capitularía y que la salida del organismo no detendría la revolución. El mandatario indicó que “podremos no estar en la OEA, pero Cuba Socialista estará en América. Podremos no estar en la OEA, pero el gobierno imperialista de los Estados Unidos seguirá contando a 90 millas de sus costas con una Cuba revolucionaria y socialista”. El calificativo utilizado por el canciller Roa, de que la Organización de Estados Americanos era el Ministerio de Colonias de EEUU, resumía en pocas palabras una la historia de un ente que se constata en hechos históricos irrefutables. La victoria de Cuba Luego de la derogación de la resolución 662, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, señaló que la medida adoptada en la OEA era “una gran victoria para la dignidad de Cuba”. Esta declaración corona una lista interminable de pedidos y exigencias por parte de los gobiernos latinoamericanos para revertir la situación con respecto al pueblo cubano, no sólo en este organismo sino también solicitando la anulación del bloqueo económico que sufre la isla socialista y que le costó cuantiosas pérdidas desde hace casi 50 años. En las dos últimas reuniones de la OEA se deben resaltar los discursos del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, quien llevó la voz de las naciones miembros de la Alternativa Bolivariana para los pueblos de nuestra América (Alba). En Trinidad y Tobago, donde se realizó la V Cumbre de las Américas, el mandatario nicaragüense no dudó en afirmar que el pasado de América Latina no se tenía que olvidar, respondiendo de esta forma a las palabras del presidente estadounidense, Barack Obama, quien llamó a trabajar con la vista en el futuro y relegando la historia del continente. El presidente de Bolivia, Evo Morales, brindó también su apoyo al gobierno cubano reconociendo su adhesión al marxismo-leninismo y conminó a la OEA a que lo expulsen por tener esa ideología. En estos 50 años de revolución Cuba continúa ofreciendo victorias que son ejemplos: A las acciones solidarias que médicos y educadores de la isla muestran en todas las geografías, a sus políticas históricas de integración y a la denuncia permanente de la injerencia estadounidense en Latinoamérica ahora se suma un nuevo revés propinado a los poderes imperiales que siempre la acosaron y trataron de doblegar. Por estas razones hoy tiene la posibilidad de reingresar a la OEA, pero tiene a su vez el derecho de rechazar esa oferta de parte un organismo que castigó y trató de detener durante 40 años los avances de la isla socialista con un precio muy alto para su pueblo.

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