domingo, 30 de enero de 2011

Ataque a Ley habilitante busca destruir a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

Hernán Mena Cifuentes

Cuando EE UU no hace uso de la fuerza militar, su arma más frecuente y brutal, utilizada en la región para destruir los procesos integracionistas y a sus líderes, suele recurrir a la calumnia y la mentira, como las proferidas por Arturo Valenzuela y José Miguel Insulza para atacar a la Ley Habilitante, dirigidas en el fondo, a destruir a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y a salvar a la OEA.
Y es que el Imperio teme, y con razón, que la CELAC en cuya creación participó activamente Chávez, principal responsable de sus derrotas económicas, políticas y diplomáticas en la región conduzca a la desaparición de la OEA, por lo que ha intensificado su ofensiva desestabilizadora contra la Revolución Bolivariana y su líder, atacando a la Ley Habilitante, pensando generar un “efecto Dominó” que terminará derribando al nuevo foro regional.
Consideran los estrategas responsables de la maniobra, que provocando el desprestigio de Chávez como líder revolucionario, democrático y precursor del movimiento integracionista, el presidente perderá su influencia como figura relevante del proceso que a través del Celac está llevando a consolidación de la unidad regional, lo cual, junto con otros acciones conspirativas a ejecutar, se debilitaría sin su presencia y perdería fuerza acabando por desintegrarse.
Pero se equivoca, porque usan el mismo guión de siempre, presentando a Chávez, como el dictador aliado de terroristas y narcotraficantes, enemigo de la libertad de expresión y de ser un peligro para sus vecinos, falacias que no han logrado el fin que perseguían, pues hoy mas que nunca la figura del mandatario goza de la admiración y amistad de los pueblos y el respeto y solidaridad de la gran mayoría de los gobiernos de la región y del mundo.
Porque el código perverso, del mensaje imperial, ha sido descifrado, neutralizando así la gigantesca red conspirativa y desestabilizadora desplegada durante más de un siglo por Washington a lo largo y ancho del planeta, especialmente contra los gobiernos progresistas de América Latina y el Caribe donde, al utilizarlo, permitió que impusiera su dominio sobre esos pueblo, en alianza con las oligarquías criollas, militares traidores y la prensa mercenaria.
Y ahora, después que de que Chávez Frías y demás mandatarios revolucionaros de la región dieron el gran paso hacia la realización del sueño integracionista de Bolívar con la creación de la Celac, los EE UU y sus secuaces, tratan de impedir la entrada en funcionamiento del ente que habrá de suceder a la OEA, atacando a ese líder que ha rescatado los estandartes de la unidad y la soberanía que esgrimió Bolívar.
Lo hacen a través del secretario de Estado adjunto para América Latina, secretario de Estado adjunto de EE UU para América Latina, y del secretario general de la OEA, organización creada en Bogotá sobre la sangre aún fresca de Jorge Eliécer Gaitán, mártir de la democracia colombiana, cuyo asesinato incendió la ira del pueblo provocando El Bogotazo.
Aquello fue el punto de partida de la lucha armada que aún se mantiene activa en el país neogranadino después de medio siglo contra el Imperio y sus secuaces, la oligarquía, los partidos políticos y los militares, iniciada por el mítico guerrillero Manuel Marulanda, “Tiro fijo,” y otros combatientes como Raúl Reyes, “Mono Jojoy” y demás mártires caídos en la guerra de guerrillas mas larga de la historia.
Lo cierto es, que atacando a la Ley Habilitante y a Chávez, Washington no podrá salvar a la OEA de la muerte inexorable que le espera tras haber servido como instrumento de su política predadora de democracias en el continente, que dejó a su paso violencia destrucción y muerte al propiciar invasiones, y el derrocamiento y asesinatos de gobernantes que trataron de salvar a sus pueblos de las garras del Imperio.
Pero, parodiando al viejo y sabio refrán, “No hay mal que dure cien años, ni pueblo que lo resista”, y después de décadas de frustradas luchas, vencidas por la traición de cobardes Judas y la fuerza del Imperio, llegaron las luces de una nueva aurora libertaria para la región con el triunfo de Fidel al frente de la Revolución cubana en 1959 y con la victoria electoral de Chávez y su Revolución Bolivariana en 1998, proceso que revivió el alma de la integración.
Y hoy la quiere matar de nuevo Washington con la ayuda de Insulza, moderno Judas, como lo hizo en 1826, cuando sepultó en Panamá el ideal de unidad del Libertador con el apoyo de traidores como Santander, pero olvida que estos pueblos ya no son los mismos, porque Bolívar ha despertado después de cien años, como él mismo lo confesó a Neruda, y de la mano de sus gobernantes están dispuestos a imponer a la Celac y enterrar a la OEA.
Por ello, de nada sirve que digan, como Valenzuela, que “la Ley habilitante es “antidemocrática”, que viola la Carta Interamericana de la OEA, a pesar de que no pudo explicar bajo que circunstancias lo hace un instrumento jurídico claramente establecido en el Art. 203 de la Carta Magna venezolana, refrendada libre y soberanamente por el pueblo de Bolívar.
El artículo señala que “Son Leyes Habilitantes las sancionadas por la Asamblea Nacional por las tres quintas partes de sus integrantes a fin de establecer las directrices, propósitos y el marco de las materias que se delegan al Presidente o Presidenta de la República, con rango y valor de ley.”
Y en el caso actual, los poderes otorgados al mandatario nacional tienen el valor incuestionablemente humanitario de estar dirigidos a remediar el sufrimiento de más de 130.000 hombres, niños, mujeres y ancianos que perdieron sus hogares y otros bienes y a muchos de sus familiares sepultados bajo las inundaciones provocadas por las lluvias torrenciales que durante semanas azotaron recientemente gran parte del país.
Ha sido un labor titánica la desplegada por el propio Chávez, quien junto con el resto de civiles y militares, con sus decenas de miles de héroes anónimos que salvaron de morir ahogados o víctimas del hambre, del frío y de enfermedades propias de ese tipo de calamidades a miles de venezolanos, adelantan una tarea que aún no termina porque, además de haberlos llevado a refugios seguros, tienen por delante la misión de darles un nuevo hogar, digno y decente.
Esa es una de las metas que persigue la Ley Habilitante, un acto de solidaridad humanidad, que pretende ser empañada por la calumnia y mentira expresada por un funcionario yanqui y un lacayo incondicional del Imperio, quien siguiendo el mismo guión de Valenzuela, dijo entre otras sandeces que, “cuando se dictan leyes como la ley habilitante con la duración que tiene, sí es un tema preocupante, y que, “no descarta plantear el caso ante el Consejo Permanente de la OEA.”
De allí la natural indignación que han causado las palabras de ambos entre la inmensa mayoría del pueblo venezolano y la digna y declaración hecha por la Cancillería venezolana a través de un comunicado emitido el 7 de enero en el que rechaza enérgicamente la arremetida del vasallo Insulza, cuyo texto es el siguiente.
“El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela condena de la manera más enérgica, las bochornosas declaraciones de José Miguel Insulza sobre asuntos de política interna venezolana, en lo que constituye un nuevo, abusivo y oportunista acto de injerencia que desprestigia aún más al secretario general de la OEA.”
“Las desacertadas declaraciones de Insulza sobre la Ley Habilitante aprobada por la Asamblea Nacional Venezolana, ejerciendo su papel, como dijera El Libertador Simón Bolívar, de “intrigante de oficio”, se producen pocas horas después y exactamente en los mismos términos que las emitidas por el subsecretario de Estado de los EE UU para el Hemisferio Occidental, Arturo Valenzuela, prolongando el triste papel de la secretaría general de la OEA como correa de transmisión de la política de intervención y dominación estadounidense sobre el continente.”
“El pueblo y el gobierno de Venezuela, no permitirán que la Secretaría General de la OEA, órgano subordinado a los Estados miembros, actúe como una Capitanía General del Departamento de Estado para imponer una agenda de agresión contra las instituciones y la democracia venezolanas, que ya tiene innegables precedentes en la historia reciente.”
“Las banderas políticas que hoy enarbolan al unísono Insulza y Valenzuela son las de quienes atentaron contra la democracia venezolana en el período 2002-2003 en complicidad con la OEA y el gobierno de los Estados Unidos.”
“Mientras el pueblo venezolano pone toda la capacidad que le otorga la Constitución y las leyes al servicio del esfuerzo nacional para enfrentar las consecuencias de la emergencia desatada por las lluvias, Insulza se presta una vez más para agredir e intentar perturbar la vida institucional de nuestro país.”
“El gobierno Bolivariano del presidente Hugo Chávez seguirá avanzando por el camino de la consolidación soberana de una auténtica democracia participativa y protagónica conforme al mandato constitucional refrendado por el pueblo venezolano, independientemente de las presiones y agresiones internas y externas de quienes son enemigos históricos de los nuevos procesos de independencia y transformación democrática.”
Y es que con la maniobra ejecutada a través de Insulza y Valenzuela, lo que en realidad persigue EE UU es llevar a Venezuela ante Consejo Permanente de la OEA con el pretexto de debatir el tema de la Ley habilitante, pero una vez allí, piensa desviarlo buscando condenar a la Revolución venezolana, para así debilitar a Chávez para finalmente destruir a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
Los conspiradores no quieren perder tiempo y actúan desesperadamente atacando a Chávez en su desvarío por salvar a ese cadáver insepulto que es la OEA, ya que para el 5 de julio esta fijada la Cumbre presidencial a celebrarse en Caracas, en la que se elaborarán los estatutos que le otorgarán carácter jurídico a la CELAC, llamada a sustituir a un foro hemisférico ineficaz que únicamente ha servido a los intereses de Washington.
Y mientras la OEA cava su propia tumba, va emergiendo entre luces de esperanza la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, conformada por 33 naciones con una superficie de más de 20 millones de Km2 y una población que supera los 550 millones de almas que persiguen el ideal del Libertador de la mano de Chávez y demás líderes revolucionarios y progresistas que las están liberando del Imperio yanqui, plaga que las asoló durante más de un siglo.

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