Maryclen Stelling
Tiempos decembrinos, de mesías, de unión encuentro y reconciliación.
Pese a las fuerzas despolarizantes que espontáneamente emanan de una sociedad desgastada y propensa al diálogo, sobreviven los intentos de fortalecer narrativas polarizantes y mesiánicas. Narrativas que pretenden posicionar en Venezuela un mesianismo bifronte que obedece a una clara intencionalidad política polarizante (madurismo–guaidoísmo).
La narrativa es una forma político-mediática de interpretar un determinado fenómeno, donde impera la competencia por audiencias afines. Más allá de la pretensión de objetividad, el poder político-mediático acorde a su posición política, construye “imaginarios polarizantes” provenientes de enfoques parciales, tendenciosos y deliberados de la realidad política. Narrativas simplistas que, en lugar de relatos “unificadores”, niegan la heterogeneidad y la pluralidad. Construcciones simplificadoras que, en vez de promover el necesario acuerdo nacional, insisten en la estrategia de dividirnos en buenos que nos salvarán y malos que nos destruirán. Legitiman y deslegitiman; oponen y polarizan. La ciudadanía impulsada por sesgos de confirmación, se aboca a seleccionar aquella evidencia que corrobora sus prejuicios.
Narrativas mesiánicas que combinan salvación y política; ceden a la tentación de buscar el liderazgo de un héroe, redentor, hombre providencial, “ungido” por el pueblo, capaz de interpretar y realizar sus deseos. Un mesías político cargado de promesas, al que correspondería la histórica empresa de fundar un nuevo orden que acabaría con todos los males. En suma, el símbolo de la redención.
Narrativas que resaltan el clima de inestabilidad, desconfianza y miedo proclive a la implantación de mesianismos políticos. Ondean la bandera de la reconciliación a la vez que hieren a muerte la unidad. Promueven la mediación, negociación, dialogo y simultáneamente deshumanizan al contrario.
Narrativas polarizantes que promueven una concepción antagónica de la política y, en consecuencia, impulsan la reducción del pluralismo. Lógica reduccionista que niega la heterogeneidad y las diferencias; tiende a la binarización política y nos condena a la polarización.
Negación de la posibilidad de explorar y vivir en la diversidad y, además, de convivir con las diferencias plurales.
Pese a las fuerzas despolarizantes que espontáneamente emanan de una sociedad desgastada y propensa al diálogo, sobreviven los intentos de fortalecer narrativas polarizantes y mesiánicas. Narrativas que pretenden posicionar en Venezuela un mesianismo bifronte que obedece a una clara intencionalidad política polarizante (madurismo–guaidoísmo).
La narrativa es una forma político-mediática de interpretar un determinado fenómeno, donde impera la competencia por audiencias afines. Más allá de la pretensión de objetividad, el poder político-mediático acorde a su posición política, construye “imaginarios polarizantes” provenientes de enfoques parciales, tendenciosos y deliberados de la realidad política. Narrativas simplistas que, en lugar de relatos “unificadores”, niegan la heterogeneidad y la pluralidad. Construcciones simplificadoras que, en vez de promover el necesario acuerdo nacional, insisten en la estrategia de dividirnos en buenos que nos salvarán y malos que nos destruirán. Legitiman y deslegitiman; oponen y polarizan. La ciudadanía impulsada por sesgos de confirmación, se aboca a seleccionar aquella evidencia que corrobora sus prejuicios.
Narrativas mesiánicas que combinan salvación y política; ceden a la tentación de buscar el liderazgo de un héroe, redentor, hombre providencial, “ungido” por el pueblo, capaz de interpretar y realizar sus deseos. Un mesías político cargado de promesas, al que correspondería la histórica empresa de fundar un nuevo orden que acabaría con todos los males. En suma, el símbolo de la redención.
Narrativas que resaltan el clima de inestabilidad, desconfianza y miedo proclive a la implantación de mesianismos políticos. Ondean la bandera de la reconciliación a la vez que hieren a muerte la unidad. Promueven la mediación, negociación, dialogo y simultáneamente deshumanizan al contrario.
Narrativas polarizantes que promueven una concepción antagónica de la política y, en consecuencia, impulsan la reducción del pluralismo. Lógica reduccionista que niega la heterogeneidad y las diferencias; tiende a la binarización política y nos condena a la polarización.
Negación de la posibilidad de explorar y vivir en la diversidad y, además, de convivir con las diferencias plurales.
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