María Alejandra Díaz
Los globalistas africanizan el planeta, desaparecen espacios nacionales,
succionan recursos y licuan activos, hacia el exterior el sistema
planetario de usura, regiones diseñadas para anidar capitales,
demoliendo a la sociedad y desestructurando las naciones.
Concentración financiera extrema y aniquilación: expulsando a millones
del sistema de seguridad social, mercados formales de trabajo,
sindicatos, educación, salud pública y alimentación, en medio de
políticas de desregulación y privatización.
Así, la pertinencia de la idea de Chávez plasmada en la Constitución y
la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación referida al paradigma de la
Seguridad y Defensa Integral de la Nación para el desarrollo integral,
que garantice el goce y ejercicio de los derechos y garantías en los
ámbitos económico, social, político, cultural, geográfico, ambiental y
militar fundamentados en el principio de corresponsabilidad.
Opuesta a la visión de la seguridad sólo como mantenimiento de un
determinado orden social interior y la defensa como preservación de un
espacio común, político, geográfico y cultural externo.
Debemos desarrollar un sistema de seguridad y defensa nacional integral
que nos permita diferenciarnos y anticiparnos al entorno hostil en un
enfoque sistémico geoestratégico, que pondere y clasifique dichas
amenazas internas y externas, para neutralizarlas.
Confrontar la visión “securitaria” que el sistema global intenta
imponernos con coartadas pseudo democráticas como la “lucha contra el
enemigo interno”, solo es posible apoyados en instituciones militares
sólidamente insertas en la sociedad con producción industrial propia,
pensamiento estratégico y velen por el interés nacional y su
sobrevivencia.
Considerar la seguridad de la nación separada de su defensa permite la
imposición impulsada desde la ONU/OTAN de fuerzas de cooperación
des-terradas y des-cerebradas. El Nuevo Orden Mundial requiere ejércitos
transformados en fuerzas militares transnacionales defensoras del
status quo hegemónico.
Evitemos la progresiva dependencia e indefensión, fortaleciendo al
Estado no para retrotraerlo a la peste de la doctrina de la seguridad
nacional, sino para asegurar y defender adentro y afuera los intereses
de la República frente al capitalismo depredador.
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