Maryclen Stelling
La exploración realizada en nuestro anterior escrito, “Dolorosa
cartografía”, permitió, en un contexto de crisis multidimensional, la
aproximación a un mapa de sensaciones y emociones.
A partir de tal cartografía emocional, se generó una interesante dinámica con lectores y lectoras, quienes compartieron sentimientos y sensaciones que emanan de sus experiencias socio afectivas. Ello nos facilitó aproximarnos a las principales fuentes de incertidumbre que imperan en el momento actual.
El presente es vivido con angustia, desasosiego, miedo, falta de certeza y se denuncia una creciente pérdida de control sobre las emociones. Ante los “importantes frentes que permanecen abiertos”, el futuro se percibe con desconfianza e inseguridad. En consecuencia, se exige un sólido marco de seguridad, certeza, confianza, solidez y evidencia. Se demanda certidumbre que se construye a partir de datos objetivos y de percepciones subjetivas.
Con miras a derrotar las incertidumbres, se coincide en la urgencia de que “la política” se aboque a resolver los problemas de la gente. Con vehemencia se exige que la “política proteja” a la ciudadanía y le garantice seguridad económica, social, institucional, jurídica, electoral, psicológica e integridad física. Destacan las incertidumbres institucionales por cuanto son las llamadas a generar certeza, seguridad y legitimidad. Dado el papel político que desempeñan los medios, se presta especial atención a la opacidad e incertidumbre informativa. Se denuncia que -atendiendo a intereses políticos- se informa de manera sesgada, se minimiza o simplemente se desprecian las amenazas reales o potenciales. En razón a la relevancia del tema electoral, el costo de la confrontación Gobierno-oposición y la propia contienda electoral, surgen como importantes fuentes de incertidumbre. Especial atención merece la incertidumbre económica, calificada como la suma de inseguridades y desprotecciones a las que se enfrenta la ciudadanía diariamente. Suerte de escenario de perplejidad que impide planificar o programar la cotidianidad.
La mayoría coincide en la necesidad de derrota inminente de la “política de la incertidumbre”. Se espera y aspira a que el liderazgo político cumpla con sus “obligaciones, compromisos y promesas”.
La certidumbre política se posiciona entonces como el bien más preciado por la ciudadanía.
A partir de tal cartografía emocional, se generó una interesante dinámica con lectores y lectoras, quienes compartieron sentimientos y sensaciones que emanan de sus experiencias socio afectivas. Ello nos facilitó aproximarnos a las principales fuentes de incertidumbre que imperan en el momento actual.
El presente es vivido con angustia, desasosiego, miedo, falta de certeza y se denuncia una creciente pérdida de control sobre las emociones. Ante los “importantes frentes que permanecen abiertos”, el futuro se percibe con desconfianza e inseguridad. En consecuencia, se exige un sólido marco de seguridad, certeza, confianza, solidez y evidencia. Se demanda certidumbre que se construye a partir de datos objetivos y de percepciones subjetivas.
Con miras a derrotar las incertidumbres, se coincide en la urgencia de que “la política” se aboque a resolver los problemas de la gente. Con vehemencia se exige que la “política proteja” a la ciudadanía y le garantice seguridad económica, social, institucional, jurídica, electoral, psicológica e integridad física. Destacan las incertidumbres institucionales por cuanto son las llamadas a generar certeza, seguridad y legitimidad. Dado el papel político que desempeñan los medios, se presta especial atención a la opacidad e incertidumbre informativa. Se denuncia que -atendiendo a intereses políticos- se informa de manera sesgada, se minimiza o simplemente se desprecian las amenazas reales o potenciales. En razón a la relevancia del tema electoral, el costo de la confrontación Gobierno-oposición y la propia contienda electoral, surgen como importantes fuentes de incertidumbre. Especial atención merece la incertidumbre económica, calificada como la suma de inseguridades y desprotecciones a las que se enfrenta la ciudadanía diariamente. Suerte de escenario de perplejidad que impide planificar o programar la cotidianidad.
La mayoría coincide en la necesidad de derrota inminente de la “política de la incertidumbre”. Se espera y aspira a que el liderazgo político cumpla con sus “obligaciones, compromisos y promesas”.
La certidumbre política se posiciona entonces como el bien más preciado por la ciudadanía.
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