Hernán Mena Cifuentes
El mundo digno está llamando a derribar, antes de que se consolide,
el patíbulo de la Santa Inquisición que de la noche a la mañana, Jeanine
Áñez, como la malvada hechicera de cuentos de princesas y de príncipes
azules al frente de una pandilla de codiciosos racistas fundamentalistas
religiosos, montó y convirtió en un antro de terror nunca visto a la
Patria de Túpac Katari; y sobre sus ruinas reconstruir el país de cuento
de hadas que Evo Morales Ayma hizo realidad en Bolivia.
Es el gobierno de facto de una usurpadora que ha pisoteado la justicia, fundamento de los principios y valores que rigen la sociedad humana y, encima, asegurando con cinismo inusitado que no hubo golpe de Estado ni el genocidio que en un mes ha sesgado las vidas de decenas de indígenas, y decretado la celebración de nuevas elecciones con que busca consolidar el ilegal e ilegítimo régimen instaurado.
Es cabecilla de la siniestra horda de criminales psicópatas asesinos seriales como ella, quien, con la cruz en una mano y la Biblia en la otra, ordena a las hordas de “Gorilas” y policías a los que otorgó “patente de corso” para masacrar al pueblo boliviano, a rezar el Padre Nuestro en alta voz antes de salir a matar, torturar a hombres y mujeres a las que han vejado, pateado y atropellado brutalmente con sus motos y tanquetas.
Con el odio que siente por los indígenas como miembro de la rica oligarquía de minoría blanca, ordenó una cacería de brujas de funcionarios del legítimo gobierno, incendiar sus viviendas y quemar la bandera Wiphala, símbolo de las costumbres y culturas ancestrales de los aymara y quechua, pueblos que conforman la inmensa mayoría del país del Altiplano al que está exterminando al mejor estilo nazi y sionista.
Considera actos sediciosos las masivas marchas de indígenas que exigen su renuncia y protestan contra el golpe de Estado contra Evo a quien amenaza con encarcelarlo de por vida.
La autoproclamada asaltó el poder por orden de EEUU, promotor de los golpes de Estado contra los gobiernos progresistas y revolucionarios que utiliza a la OEA, el Clan de Lima, a ella y sus secuaces, olvidando que la justicia, más temprano que tarde, se cobrará la afrenta sufrida por su vil aventura golpista que derribó en unas horas el cuento de hadas de princesas y de príncipes azules que Evo Morales Ayma en 13 años hizo realidad en Bolivia.
Es el gobierno de facto de una usurpadora que ha pisoteado la justicia, fundamento de los principios y valores que rigen la sociedad humana y, encima, asegurando con cinismo inusitado que no hubo golpe de Estado ni el genocidio que en un mes ha sesgado las vidas de decenas de indígenas, y decretado la celebración de nuevas elecciones con que busca consolidar el ilegal e ilegítimo régimen instaurado.
Es cabecilla de la siniestra horda de criminales psicópatas asesinos seriales como ella, quien, con la cruz en una mano y la Biblia en la otra, ordena a las hordas de “Gorilas” y policías a los que otorgó “patente de corso” para masacrar al pueblo boliviano, a rezar el Padre Nuestro en alta voz antes de salir a matar, torturar a hombres y mujeres a las que han vejado, pateado y atropellado brutalmente con sus motos y tanquetas.
Con el odio que siente por los indígenas como miembro de la rica oligarquía de minoría blanca, ordenó una cacería de brujas de funcionarios del legítimo gobierno, incendiar sus viviendas y quemar la bandera Wiphala, símbolo de las costumbres y culturas ancestrales de los aymara y quechua, pueblos que conforman la inmensa mayoría del país del Altiplano al que está exterminando al mejor estilo nazi y sionista.
Considera actos sediciosos las masivas marchas de indígenas que exigen su renuncia y protestan contra el golpe de Estado contra Evo a quien amenaza con encarcelarlo de por vida.
La autoproclamada asaltó el poder por orden de EEUU, promotor de los golpes de Estado contra los gobiernos progresistas y revolucionarios que utiliza a la OEA, el Clan de Lima, a ella y sus secuaces, olvidando que la justicia, más temprano que tarde, se cobrará la afrenta sufrida por su vil aventura golpista que derribó en unas horas el cuento de hadas de princesas y de príncipes azules que Evo Morales Ayma en 13 años hizo realidad en Bolivia.
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