Alí Rojas Olaya
Desde el 18 de octubre de 2019, los carabineros chilenos apuntan y disparan a los ojos de los manifestantes. El doctor Dennis Cortés, presidente de la Sociedad Chilena de Oftalmología, denunció ante la Comisión de Derechos Humanos del Senado el 4 de noviembre que ésta es la mayor cifra de heridas oculares con armas no letales en manifestaciones o áreas de conflicto del mundo, por encima del número registrado en Francia durante la crisis de los ‘chalecos amarillos’, las protestas en Hong Kong y el conflicto israelí-palestino. El rector de Universidad de Chile, Ennio Vivaldi, casa de estudios a la que pertenecen muchos de los lesionados, comentó que “el número de heridos oculares es tal que a uno le hace pensar que es intencional”. Los que reciben los balines no son los que provocan los incendios o los que saquean, son los que se manifiestan pacíficamente”.
A pocos días de ocurrido el golpe militar en Chile, Teresa Silva pidió permiso para visitar las ruinas del Palacio de La Moneda. Increíblemente la dejaron entrar. En un momento de su paseo se topó con los lentes de Salvador Allende. Estaban en el suelo. Entendiendo su valor histórico, los rescató y los guardó en una caja de galletas y 23 años después, los entregó al Museo Histórico Nacional donde se conservan a temperatura y humedad controladas, para que sigan siendo parte del patrimonio de Chile. Los lentes rotos de Allende representan la guerra contra el socialismo y el comienzo del neoliberalismo en Chile, primero bajo la forma de dictadura y luego bajo la forma de democracia representativa. Hoy no hay lentes rotos, pero hay lesiones oculares. Ambos casos están relacionados. El mensaje de la oligarquía es claro: si protestas terminarás como Allende.
Los lentes de Allende nos traen a la memoria los lentes que Simón Rodríguez se colocaba en la frente como para que sus ideas se desempañaran. A través de ellos vio las luces y virtudes para las sociedades americanas. Cada ojo chileno es mutilado porque representa, dice el poeta Pablo Neruda, un “pequeño pulpo de nuestro abismo que extrae la luz de las tinieblas”. Por eso en Venezuela cada paso que damos es seguido por los ojos de Chávez y para la derecha fascista sus ojos representan un peligro para el neoliberalismo. Su mirada en edificios, carros, buses, camisetas, libretas, grafitis, pancartas electorales, vallas publicitarias, lo hace omnipresente recordándonos que sigue presente en la cotidianidad de los venezolanos. Los lentes de Simón Rodríguez, los ojos de los chilenos, los lentes de Allende y los ojos de Chávez, vislumbran un mundo mejor.
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