Asalia Venegas.- Obvio que si la Asamblea Nacional en desacato reconociera al autoproclamado “presidente encargado” como tal, este no continuaría siendo presidente de ese cuerpo legislativo. Es lo uno o lo otro. La Constitución Nacional no deja dudas al respecto y no hay estatuto que valga frente a la Carta Magna. Su presencia en el presidium del parlamento evidencia que allí no lo reconocen como titular del cargo para el que se auto invistió.
Otra escena que desnuda este mal teatro montado por Washington es el hecho de que el diputado Edgar Zambrano siga en la primera vicepresidencia de la AN. Debería haber asumido la presidencia parlamentaria desde que el autoproclamado se auto juramentó en la plazoleta. Aquel acto también evidencia que el cachorro de la Casa Blanca “bypaseó” al poder legislativo y, otra vez, a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
En la contumaz AN en desacato hacen vida muchos abogados y abogadas que se esponjan perorando desde la tribuna de oradores sus caletres jurídicos e intentando impresionar con los latines del derecho constitucional. Pero ni en latín ni en castellano han dicho algo de los exabruptos que con la “encargaduría” del autoproclamado se perpetran en la llamada “casa de las leyes”.
Hasta el Departamento de Estado de EEUU ha intervenido -¿cuándo no?- para precisar y ordenar que al “encargado” no se le debe llamar “autoproclamado” sino “interino”. ¿Pudiera la AN aclararnos a los venezolanos qué diablos es por fin, constitucionalmente, el interfecto?
Los medios que le cogen pauta a la Casa Blanca, cada vez que nombran a su “interino”, acotan que es “reconocido por 50 países”, pero omiten que 140 lo desconocen como “autoproclamado”, “encargado” o lo que sea. De un plumazo –o de un click- borran dos tercios del planeta. Y nunca se han preguntado si en su propia casa, la AN, lo reconocen, no en palabras, sino en la práctica. Pues de hacerlo, el diputado Zambrano dejaría de ser un permanente prevenido al bate.
El autoproclamado ya superó el mes en el “interinato” que le delegó el imperio y no avanza ni retrocede. Está congelado, como la propia AN que no se atreve a reconocerlo y nombrarle sustituto. Para sacarlo del limbo, esta aprobó un “Estatuto” que lo convierte en “presidente estatutario”, algo peor que todo lo anterior.
Asalia Venegas
Periodista / Profesora UCV
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