Por: Juana Carrasco Martín
Sus notas son altisonantes y descompasadas, las letras fatuas e impertinentes, pero «cantan» casi a diario contra Venezuela y Cuba. Es el dúo de los Mike P…
Más irritante que nunca, escribió hace unos días: «No hay comida, no hay medicinas, ahora no hay electricidad; lo próximo, no habrá Maduro», este fue el tuit de Mike Pompeo inmediatamente después del apagón nacional ocurrido en Venezuela por un ataque cibernético al sistema electroenergético de Guri. Para quien lo dude, la última frase no es una premonición, es casi una orden: eliminar al Presidente de Venezuela.
Estamos subiendo en la escala jerárquica de los cuatreros de la Casa Blanca, que responden al jefe Donald Trump en una guerra sucia contra la región que siguen viendo como su traspatio.
Mike Pompeo, el Secretario de Estado
Político y empresario, el Secretario de Estado, que fue antes jefe de la CIA, y a su paso por la Cámara representando al estado de Kansas se ganó la reputación de presentar proyectos de ley favorables a los bimillonarios hermanos David H. y Charles G. Koch, que financiaron sus campañas electorales y las de muchos republicanos. Estaba escrito que así debía ser, Pompeo y Koch son coterráneos.
Tan dañinos para la salud humana como el bacilo de la tisis, de los hermanos se afirma que son los operadores de la guerra contra Venezuela. Motivo simple: quieren recuperar al país para las compañías estadounidenses, y específicamente los intereses en el petróleo, los fertilizantes y la petroquímica venezolana. Es que a los Koch, Chávez les nacionalizó FertiNitro y desde entonces también financiaron el antichavismo.
Sin embargo, entre los Koch y Trump las relaciones no son tan buenas porque chocaron en cuanto a la visión de la economía, los primeros liberales, el segundo aislacionista. «Nunca acepté su apoyo porque no necesito su dinero ni sus malas ideas. Su red de influencias está muy sobrevalorada, son solo dos buenos hombres con malas ideas», dijo el mandatario. Mientras Charles, el CEO de las industrias familiares le dijo a la revista Fortune que elegir entre Trump y Hillary Clinton era como «elegir entre un ataque al corazón y cáncer». Pero esas minucias verbales no son óbices para el frente común respecto a «recuperar» Venezuela.
Pero nuestro personaje hoy es Mike Pompeo, y para completar el porqué tiene tantos intereses en este enfrentamiento diremos que con su amplia experiencia en asuntos de inteligencia, de seguridad nacional y militares, es uno de los representantes de la línea más dura del Partido Republicano, y fue uno de los líderes en Kansas de la ultraconservadora facción del Tea Party.
Iniciado como representante el 3 de enero de 2011, escaño que ocupó hasta el 23 de enero de 2017, pronto llegó a las proximidades mas poderosas de Washington, cuando sustituyó como director de la Agencia Central de Inteligencia a John O. Brennan, quien había entrado en discrepancias con Trump. Al parecer fiel servidor, Pompeo pasó el 26 de abril de 2018 a dirigir la política exterior remplazando a otro que había discrepado en grande con Trump, Rex Tillerson, de manera que reforzaba los postulados mas ultraconservadores.
Estas son algunas perlas de su actuación: crítico del acuerdo nuclear de la administración de Barack Obama con Irán, sumaba a su haber la retirada de ese tratado multilateral el 8 de mayo de 2018, cuando ya ejercía como Secretario de Estado. Para justificar la medida unilateral Trump dijo que Irán era «el mayor patrocinador de terrorismo del mundo».
Además, ha sido un defensor de los programas de recolección masiva de datos personales por parte de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), incluso la ejecución de ese espionaje sobre líderes extranjeros, y llegó a decir que Edward Snowden —el extécnico de la CIA y consultor de la NSA que filtró los documentos sobre ese entramado internacional de espionaje— debía ser juzgado y eventualmente condenado a muerte.
En su registro político encontramos además, su firme apoyo al ilegítimo Centro de detenciones en la ilegal Base Naval en Guantánamo, territorio cubano usurpado; escudó a la CIA después que se publicara el Informe del Comité de Inteligencia del Senado sobre la Tortura en 2014. «Estos hombres y mujeres no son torturadores, son patriotas», dijo Mike Pompeo y apuntó que esas tácticas estaban «dentro de la ley, dentro de la Constitución». Sin pudor de ningún tipo cuando fue nominado para dirigir la agencia señaló que quería una CIA más «agresiva, brutal, despiadada e implacable».
Sin embargo, no son meramente posiciones acordes con una visión halcónica de las cosas de este mundo, para entender lo práctico de su actuar político. Antes de llegar al Congreso, Mike Pompeo fundó una firma que fabrica piezas de aviación y una compañía de suministro para yacimientos petrolíferos. Se comprende entonces su punto de vista sobre Venezuela.
Sumados estos apuntes, resulta obvia la sarta de mentiras en declaraciones a la prensa, noticias falsas, y tuits manipuladores que lo tienen de intérprete desde su llegada al mundo trumpiano. Entre los más recientes: «Cuba es el verdadero poder imperialista en Venezuela. El Gobierno cubano de Miguel Díaz-Canel ofrece encubrimiento político a Maduro y sus compinches en el poder. Es Cuba quien ofrece a Maduro solidaridad incondicional». Puso también a Rusia como responsable de las penurias venezolanas, por la posición firme del gigante euroasiático en contra de las pretendidas condenas en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Trump ha endurecido el verdadero bloqueo destinado de manera perversa a doblegar al pueblo bolivariano y chavista que resiste, y se ha destacado en fabricar pretextos falsos para justificar la intervención en Venezuela cuando estimen que tantas agresiones puestas en práctica no les dan resultado.
La empresa petrolera estatal venezolana PDVSA es el blanco sustancial, porque de ella depende en buena medida el desarrollo de ese país sudamericano, y Pompeo la ha definido como «el cajero personal de Maduro» para intentar argumentar la imposición de sanciones cada vez más fuertes y el robo de Citgo, la empresa con sede en Estados Unidos.
La escalada de sanciones, amenazas y acciones golpistas ha llegado a tal punto que el presidente Nicolás Maduro anunció el rompimiento de las relaciones diplomáticas y políticas y el 11 de marzo el canciller Jorge Arreaza exigió la retirada de todo el personal diplomático remanente de Estados Unidos en Venezuela.
Pompeo, para no mostrar que los habían botado usó Twitter y dio como su decisión retirarse por el «deterioro» de la situación venezolana y —aquí lo más peligroso— porque la presencia de los diplomáticos estadounidenses implica una «restricción» a la política de EE. UU. El mundo se pregunta si esto ya anuncia una agresión militar tras el sabotaje al sistema eléctrico nacional de Venezuela, que tampoco hizo arrodillarse a los venezolanos.
Con Cuba hay otro tanto en la escalada de acciones del Departamento de Estado que dirige Mike Pompeo para retrotraer las relaciones a un punto bien ácido, y endurecer el bloqueo. Lo más reciente, este viernes 15 de marzo, anunciaron que eliminaban la visa de cinco años para los cubanos que habían visto mejorar el contacto con sus familias en EE. UU., una medida especialmente sádica que agregan a las trabas casi insuperables de tener que obtener los permisos desde terceros países, y que, de hecho constituye casi un cierre práctico de la Embajada en La Habana.
Mike Pompeo es, entonces, un «digno» y «eficiente» empleado de Donald Trump.
Mike Pence, el vice
En la gradación de los ultraconservadores enfrascados en poner en práctica la política unipolar, agresiva, de dominio hegemónico frente al mundo, y en especial hacia América Latina y el Caribe, encontramos en la cima al otro Mike, al vicepresidente Michael Richard Pence, abogado de formación, quien tras un pobre y fracasado inicio en la política, pues perdió las elecciones de 1988 y 1990 cuando intento llegar al Congreso, desvió su atención hacia la radio y la televisión y se convirtió en un presentador de programas de posición conservadora (1994-1999), y en hacerse conocido.
Por fin, en el año 2000, fue elegido para la Cámara de Representantes por Indiana, y reelegido en 2002, 2004, y 2006. Anótenle en el currículo que tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 fue uno de los participantes en la redacción del borrador de la llamada Ley Patriótica y de la legislación para crear el nuevo Departamento de Seguridad de la Patria, los dos elementos aportados por George W. Bush, el hijo, a una infinita guerra o cruzada contra el terrorismo, fuego y leña para crear situaciones de conflicto, intervenciones militares, amenazas contra Estados, coaliciones bélicas, guerras sin fin que han dejado cientos de miles de muertos, pueblos diezmados, naciones destruidas, y a lo interno, la pérdida de sustanciales derechos civiles del pueblo estadounidense, por citar solo algunas de sus consecuencias.
El vice Pence, agrega como legislador sus votos a favor de los recortes de impuestos a los ricos, a favor de la prohibición del aborto y en contra de los subsidios federales a la investigación de un hallazgo científico trascendental como la investigación con células madre, lo que lo define como un líder de las posiciones más ultraconservadoras. Del 14 de enero de 2013 al 9 de enero de 2017 fue gobernador de Indiana, hasta que Trump lo llevó en la boleta como candidato a la vicepresidencia.
Algunos analistas consideran que si fuera Presidente, Mike Pence sería mucho más peligroso que su actual jefe. Por ahora le sigue la rima, lo retuitea en la red social favorita del mandatario, Twitter, y hace sus aportes. Estuvimos leyendo buena parte de sus mensajes en este 2019 y en su gran mayoría tuvieron como blanco a Venezuela y a Cuba, con ataques acérrimos y cargados de odio visceral y mentiras que justifiquen las más perversas agresiones.
Para muestra un botón con este del 4 de marzo: «El régimen cubano busca socavar la democracia y la libertad en todo el hemisferio. Estados Unidos continuará presionando por los derechos del pueblo cubano e imponiendo restricciones a los servicios militares e intelectuales cubanos que los suprimen y apoyan la dictadura en Venezuela».
Pence es uno de los padrinos, por ahora, del pretendido presidente «interino» y a la cola de Trump dice también aquello de «todas las opciones están sobre la mesa»…«No es momento de diálogo con Venezuela, sino de acción»… «Maduro debe irse». Lo ha dicho en la Florida y en Bogotá ante el Grupo de Lima «está llegando el día» —lo que me recuerda una vieja canción miamense sobre Cuba. El 23 de febrero no se le dio la entrada triunfal en Caracas. Todavía esperan su oportunidad.
Vea además “Los cuatreros de la Casa Blanca (I)”, haciendo clic aquí http://www.juventudrebelde.cu/internacionales/2019-03-09/los-cuatreros-de-la-casa-blanca-i
Fuente: juventudrebelde.cu
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