Lo cierto es que los logros hasta ahora de Trump, y de la camarilla que lo asiste, son muy magros o se tornan en derrotas
1 Venezuela está en el centro de la geopolítica mundial. Constituye hoy una referencia permanente. La autoría de esta realidad la tiene, en exclusiva, Estados Unidos. Todos sus últimos gobiernos, tanto el de Bush como el de Clinton, pasando por Obama hasta llegar al actual, el de Trump. Si alguna línea de acción ha sido continuada, coherente, sostenida y oficial, por parte de los gobernantes que despachan desde la Casa Blanca, ha sido la trazada por éstos sobre Venezuela. Esa posición quedó muy bien definida por un mandatario progresista como Obama, quien definió a Venezuela, en forma tajante, como una amenaza inusual para la seguridad de los Estados Unidos. ¿En cabeza de quién cabe que una nación pequeña como Venezuela, pacífica, que siempre se ha colocado en el campo del diálogo y de los acuerdos, amenace a una potencia como los Estados Unidos? Insólita la caracterización del país, como insólito también que un gobernante democrático, inteligente, bien formado intelectualmente y conocedor de la historia, haya asumido semejante posición y suscrito un decreto falaz para colocar en la mira de las reacciones violentas a todo un pueblo que no tiene propósitos belicistas contra los Estados Unidos y que ubica las diferencias que existen en el plano del debate ideológico (Recomiendo la lectura del libro de Vladimir Acosta: “El monstruo y sus entrañas”).
2 Pero esa es la realidad. No solo la de ahora, sino la de siempre. Que en los actuales momentos adquiere particular agresividad. En anteriores presidencias hubo actitudes injerencistas como en la de Bush, quien se involucró en el golpe contra Chávez a través de su embajador en Caracas, Shapiro, y de la Misión Militar/EEUU que funcionaba en Fuerte Tiuna. O de Clinton, con posiciones ambiguas que en el fondo estimulaban malos entendidos. O de Obama, de insólita doblez. Pero la situación toca fondo con el acceso a la Casa Blanca de Donald Trump, empresario exitoso y político ultra conservador, racista, belicista, que concibe la función de presidente como una prolongación de su gestión en la actividad privada, rodeado por un inefable equipo de colaboradores extraído de la charca de aventureros con amplios prontuarios, entre otros, Bolton, Pence, Pompeo, Abrams, y muchos más ubicados en cargos de importancia en distintas áreas de la administración. Para Trump Venezuela es una obsesión. En el pasado emitió juicios sobre la necesidad de declararle la guerra y apoderarse de su riqueza petrolera. No concebía que semejante recurso, muy próximo a los Estados Unidos, estuviera en manos extrañas. Hoy día, esa pretensión persiste en él y lo induce a desatar una política en extremo agresiva contra el gobierno venezolano, como lo estamos comprobando.
3 Está claro que toda la política de Trump tiene como propósito fundamental derrocar al presidente Nicolás Maduro, controlar al gobierno que lo suceda y apoderarse de las abundantes riquezas que Venezuela posee -petróleo, oro, diamantes, metales preciosos-, así como su privilegiada situación geográfica. Para ello su Gobierno está dispuesto a todo, como lo viene demostrando en la práctica. Conspiración abierta; manipulación de la política interior designando un sucesor de Maduro en Miraflores, el deplorable Guaidó; trabajando la división de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, y tratando de confundir y de sembrar pesimismo en el pueblo hasta hacerlo llegar a la desesperación.
4 Mas lo cierto es que los logros hasta ahora de Trump, y de la camarilla que lo asiste, son muy magros o se tornan en derrotas. Derrotas diplomáticas; derrotas de opinión; derrota de la ofensiva mediática; derrota del paramilitarismo y la guarimba, y hasta una derrota de la operación militar que estaba planeada para los días 23 y 24 de febrero, con apoyo colombiano en la frontera. Las sucesivas derrotas desesperan a Trump y lo conducen a ordenar el golpe eléctrico, salvaje, brutal, pero que se convierte en nueva derrota. Esta vez más sentida porque afecta a toda la población, a chavistas y antichavistas, a los del gobierno y a los de la oposición, como ha quedado demostrado. ¿Qué hará ahora el soberbio y angustiado presidente norteamericano, con tantos problemas personales, y de otro tipo en su propio país, con una férrea resistencia en Venezuela a sus prácticas nazis?
La invasión de los desertores
El impulso para eliminar a Maduro, que según el gobierno de EEUU es inevitable, se está volviendo cada vez más caótico y arriesgado. En estos días, el medio financiero norteamericano Bloomberg publicó un reportaje que ilustra los callejones sin salida que está encontrando la hoja de ruta de asedio a Venezuela, emprendida en escalada desde inicios de este año. La publicación hace referencia a fuentes anónimas que en teoría son funcionarios de la Administración Trump y políticos venezolanos, explica la presidencia artificial de Juan Guaidó para viabilizar una guerra mercenaria que va agarrando forma. Estos temas fueron explicados por Bloomberg de esta manera:
– La publicación se inicia con el relato sobre la intención de unos 200 militares venezolanos desertores que en territorio colombiano, dirigidos por el general retirado Cliver Alcalá, estaban dispuestos el 23 de febrero a abrirle paso con armamento a los convoyes de ayuda humanitaria que pretendían ingresar al país. Acción supuestamente detenida por el gobierno colombiano para evitar un baño de sangre que sería público y notorio en un acto que había sido prometido como pacífico.
Sin embargo, la violencia armada desplegada en la frontera colombo-venezolana esos días, dio al traste con el márketin humanitario del concierto Aid Live, por lo cual el impulso para derribar a Maduro, que es inevitable según criterio de EEUU, se está volviendo cada vez más caótico y arriesgado. Bloomberg indica que la improvisación está acentuando el nivel de desacierto y de riesgo en las acciones a tomar y respalda la afirmación señalando que las esperanzas de que los comandantes militares abandonen a Maduro, son destruidas hasta ahora. Ya que a medida que la pugna política venezolana se prolonga, se debilitan las opciones de una oposición carente de organización y propuestas.
– La derrota sufrida por Guaidó y sus patrocinadores, Colombia y los EEUU, en las frontera colombo-venezolana, representa un punto de bifurcación que deja en evidencia la inutilidad del “presidente interno” a efecto de la institucionalidad política y militar de Venezuela, que hasta ahora siguen imperturbable. Sobre este aspecto es indispensable considerar la posibilidad de que tal operación ocurrió con falsas expectativas que suponían que el 23 de febrero se daría el quiebre de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a favor de Guaidó. La decepción sorprendió a los organizadores del golpe.
Laberinto
- Quinientos millones de dólares que figuraban en el presupuesto presentado por Trump al Congreso, fueron trasladados de la inversión social a una partida de ayuda a la conspiración contra Venezuela. Un golpe a los pobres de EEUU…
- Si algo demostró el gobierno de Maduro en las horas críticas del golpe eléctrico fue la capacidad de movilización de todo el gobierno para conjurar la crisis…
- El golpe sirvió para definir posiciones: de un lado los resteados con la patria, y, del otro, los resteados con el imperio. Una vergüenza que un sector solicite que el país sea invadido. ¡Nunca se había visto tanta indignidad!
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