Carola Chávez
“¡Ajá! ¿Y si Fulanito se tira por un barranco, tú también te tiras con él?” ¿A quién no le sacudió la razón su madre con esta frase cuando, en algún momento de su infancia, fue pillado haciendo alguna trastada dañina, peligrosa o simplemente estúpida? Y tú parado ahí, entre turulato y apenado, contestabas que no, convencido de que en verdad no debías hacer cada estupidez que hiciera tu amiguito, porque un día podías terminar en el fondo de un barranco. ¿Te acuerdas?
Así como hace años te mandaron “Todos a Miraflores”, y tú fuiste, a ciegas, sin saber dónde quedaba, sin la guía de Fulanito, que se resguardó en una televisora que trasmitiría la tragedia que tú debías protagonizar.
Así como tantas veces te mandaron a votar, a abstenerte, a votar pero comiéndote la papeleta… A cacerolear, a bailar salsa…
Así como llamaron a tus hijos a salir con las mochilas llenas de miguelitos, con capucha, escudo y puputvos, y los viste irse sin que la célebre frase materna saliera de tus labios. Y tus hijos en la calle, en el barranco, y Fulanito en Twitter impulsando la etiqueta #EleccionesYa.
Y por fin llegan las anheladas elecciones y sale Fulanito y te dice, con su cara tan lavada, que no es no, que no hay nada más antidemocrático que unas elecciones, y abona tu desesperanza con el cuento del fraude, el mismo fraude de siempre, del que traerían las pruebas mañana, allá en 2004, el de la testigo Betsy, que no se presentó, esto a la vez que se postula Fulanito como candidato porque Zutanito y Mengano también se postularon y él no se va a quedar atrás.
Y viéndote frente a otro nuevo barranco, yo me pregunto cuántas veces más te vas dejar empujar.
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