Andrea Pacheco
La dinámica de los acontecimientos deja poco espacio para la reflexión.
Muchos de los discursos, lecturas y hasta iniciativas políticas se
enmarcan en las diversas caracterizaciones de la situación, la
evaluación de posibles escenarios, y por supuesto las aspiraciones y
deseos de quien mira, opina y actúa en función de esas lecturas. Una de
las caracterizaciones, aparentemente sencilla, pero muy difícil de
categorizar es el tipo de gobierno que preside Maduro, y por supuesto,
el tipo de régimen político en el que se enmarca ese gobierno. Los
sectores de la oposición de derecha tradicionales sostienen desde hace
años que vivimos en una dictadura, incluso desde los primeros años del
gobierno de Chávez.
Desde esa caracterización, minoritaria durante aquellos años pero
asimilada por sectores de masa de la oposición actualmente, la lógica
del quehacer político se encasilla en una lectura cuya principal
dicotomía o contradicción se configura en la disputa entre la
consolidación de la ¨dictadura¨ o la preservación de la ¨democracia¨.
Sin duda, cuando partimos de esta lectura ubicamos toda aquella vorágine
de hechos en el discurso pertinente para retratar dicha contradicción, y
las señales son contundentes: procesamientos en tribunales militares,
criminalización de la protesta, suspensión de elecciones, poderes
públicos licuados en función de los intereses del gobierno, y el más
reciente peligro totalitario que significa la ANC.
Transversal a esta palpable contradicción se encuentra un cúmulo de
realidades hasta ahora secundarias en los planteamientos de los polos en
confrontación política: el brutal ajuste económico perpetrado por el
gobierno ha permitido que en estos últimos años el venezolano haya
perdido en promedio 8,7 kg de peso como consecuencia de la liquidación
del salario a unos escasos 20 dólares.
La MUD aprueba el ajuste de fondo, esa es la razón por la que solo
pueden balbucear algunas generalidades a la hora de plantear las
soluciones económicas de la crisis. Lo único que ha quedado claro sobre
las medidas de emergencia que proponen es el canal humanitario. La
inminencia de la ANC y el recrudecimiento de las características
autoritarias del gobierno pueden conducir en el plano de la acción
política a ubicarnos del lado ¨democrático¨ de aquella contradicción,
asimilando tácticas de alianzas amplias cuyo punto de unidad es la
confrontación y desmontaje de la ¨dictadura¨.
En sus más recientes declaraciones sectores de un actor emergente para
el panorama nacional e internacional conocido como el ¨chavismo
disidente¨ y que se hacen llamar ¨chavismo democrático¨ plantean este
debate. En su momento asomaron la posibilidad de sumarse al polémico
¨plebiscito¨ promovido por la MUD y que se realizó el pasado 16 de
julio.
Levantar las banderas de la democracia y la defensa de los derechos
políticos es fundamental para asumir la lucha contra un gobierno que se
sabe perdido a la hora de alguna elección libre, universal, directa y
secreta que se haga. En el fondo de las contradicciones y cúmulos de
realidades señalados permanece intacta una furiosa disputa por el
control del gobierno, y por ende de la administración de la renta
petrolera.
El gobierno, menos aún la MUD plantean ninguna solución para los graves
problemas económicos y sociales por los que atraviesa la mayoría de la
población venezolana. Las maniobras de la MUD ocultan bajo un lenguaje
¨demócrata¨ su carácter profundamente insurreccional, no solo por las
preguntas del plebiscito, sino por su accionar político con concreto.
Hasta el día de hoy la MUD no se ha desmarcado de la violencia que
acompaña cada una de sus manifestaciones, y no hablamos de la violencia
legítima de quien resiste la represión, sino de la violencia
reaccionaria con la que han atacado instituciones y bienes públicos, así
como a personas por ser o parecer chavistas. El carácter profundamente
intolerante, clasista y racista de la oligarquía venezolana representada
en la cúpula de la MUD no se puede obviar por una iniciativa
circunstancial y superficialmente ¨democrática¨ cómo es el ¨plebiscito¨.
Es errado pretender comprometer el capital político del chavismo
descontento en maniobras dudosas, además con uno de los actores
responsables de esta lamentable realidad como es la cúpula de la MUD.
Es errado porque abona las expectativas y le presta la brocha para
pasarle un barniz a la política entreguista, capituladora y oportunista
de la oposición de derecha. En ninguna de las contradicciones y luchas
que se nos presentan a los revolucionarios, en una hora crucial como la
que vivimos, podemos arrimar un gramo de justificación a las iniciativas
de una cúpula política deslegitimada hasta por su propia base social.
Distinto es comprender la necesidad plantearse la discusión y la disputa
con los amplios sectores de la oposición descontenta, pero eso tampoco
se puede hacer desde una postura que le centrea a las propuestas de la
dirigencia de la MUD.
Sea por convicción democrática, por posibles aspiraciones políticas en
un eventual ¨gobierno de unidad nacional¨ o por defender algunos
privilegios obtenidos al calor de un gobierno del que fueron parte hasta
hace muy pocos años, meses o incluso semanas en el caso de algunos, ¨el
chavismo democrático¨ se encuentra en muchas definiciones.
Bienvenido sea el debate, la rectificación, la unidad de acción y la lucha de cara al pueblo venezolano.
Militante de Marea Socialista-
Profesora Universitaria- Comunicadora Comunitaria
milux28@gmail.com @andremiluska
milux28@gmail.com @andremiluska
No hay comentarios:
Publicar un comentario