lunes, 22 de mayo de 2017

Más allá del fascismo


Con la palabra "fascista" suele ocurrir lo mismo que con casi cualquier insulto gratuito o facilón. Ha pasado a ser más un ejercicio de catarsis que un gesto informativo. De la misma manera que nadie anda por la vida llamando a otro "Eres un pendejo. Sustantivo masculino, dícese de los pelos del culo", así mismo uno grita o le gritan en la cara cosas como fascista, tirano o maquiavélico sin estar pendientes de qué significan esas palabrotas.
Asumamos culpas y quedemos en que uno puede haber incurrido en ese tipo de insultos que tienen por único fin descargarse sabroso a un ser despreciable, pero vaya también quedando constancia de algo: últimamente hemos denominado fascistas a grupos y sujetos que, puestos bajo el microscopio, resultan más perversos y abominables que cualquier engendro o continuador de Il Duce. Si tuviéramos ánimo de querer acuñar alguna expresión echaríamos mano de una conocida fórmula intelectualosa y andaríamos proclamando el nacimiento del post-fascismo.
El fascismo antichavista, que por cierto no es criatura engendrada en este siglo sino a finales del anterior (a Chávez lo están culpando de los males de Venezuela desde antes de ser candidato a la presidencia), ha realizado algunos ejercicios destinados a comparar al chavismo con el fascismo, ayudado por algunas fórmulas retóricas que, si uno no se detiene a desmenuzarlas, pueden sonar muy convincentes. Un periodista que por alguna razón se empeña en querer demostrar a cada rato que es celta y no caraqueño, llamado Rafael Osío Cabrices, hizo varios ejercicios de esa índole por la época en que se desvanecía la señal de RCTV.
Todos sus estudios tenían por objeto "demostrar" que Chávez era como Mussolini porque: 1) los dos eran militares, 2) los dos nacieron en pueblos pequeños y defendían la ruralidad, 3) los dos se inspiraban en figuras del siglo XIX, 4) los dos ganaron elecciones con discursos populistas, 5) los dos fueron, en efecto, líderes populares, 6) los dos aterrorizaban a las "clases pensantes" de las ciudades con sus discursos en contra de las actitudes y amaneramientos cosmopolitas, esa cosa que algunos llaman desarrollo, y 7) "Por lo tanto, Chávez debería fijarse en la forma en que terminó Mussolini: linchado por el pueblo".
Cualquiera se asusta y concluye que si alguien tiene tantas cosas en común con Mussolini y Mussolini es fascista, entonces debe ser fascista también. Osío dejó siempre tapada la cartica que revelaba que a Mussolini no lo linchó ninguna movilización escuálida al mando de ningún Guevara o Leopoldo, sino que lo fusilaron los comunistas. Pero no importa, después de que usted ha impresionado con sus inmensos conocimientos y capacidad de observación a sus perturbados lectores ya puede decir abiertamente que Chávez era un comunista fascista (algo así como llamarlo católico ateo, prostituta virgen o candela helada), y no se preocupe por la ridiculez que está diciendo, que de todos modos sus fans se lo van a creer y a aplaudir. Y su patrón o financista le va a pagar igual, diga lo que diga, siempre que sea en contra y que suene convincente. A la "clase pensante" le gusta que piensen por ella.
Esos ejercicios no son exclusivos ni patente del señor Osío. De vez en cuando continúan y, tal como ocurría con ciertos diccionarios y libros de autoayuda, deberían llevar el rótulo "aumentado y corregido". Por ejemplo, este artículo tan simpático que se atreve a enumerar entre las razones que nos convierten en fascistas esta joyita: "Destacan las canciones, símbolos y consignas en discursos y propagandas". Léalo completo, no se arrepentirá.
Hay otro agregado que suelen usar los fascistólogos de todos los tiempos, y es la manía de llamar fascista a todo aquel que diga algo en contra del Estado genocida de Israel. El mapa de asociaciones es este: 1) Mussolini, al igual que Hitler, persiguió y asesinó judíos. 2) El que diga algo en contra de Israel o se atreva a discutir lo que éste diga o difunda como verdad histórica está metiéndose con el pueblo judío. 3) El que se mete con los judíos es antisemita... ¡Como Hitler y Mussolini! ¡Ay papá! ¡Chávez, Maduro y los chavistas son fascistas (y también comunistas, no importa) y nazis porque han hablado mal de Israel!
Durante un tiempo el rigor del lenguaje hizo caer por inocente a muchos descuidados, que hablaban despiadadamente de "los judíos", por ignorancia de factores como el sionismo, así que a lo largo del tiempo se ha ido consolidando la visión según la cual detestar a los sionistas y al Estado de Israel es odiar a los judíos y por lo tanto es ser racista y neonazi y fascista... y ahora chavista.
¿El antichavismo es esa cosa que intelectuales podrían llamar post-fascismo?
Decíamos que el antichavismo ha adquirido tales características de perversión que ya ha superado incluso al fascismo europeo (no lo ha superado en cantidad de asesinatos porque no ha sido gobierno ni ha controlado al Estado, por eso estamos trabajando en que no lleguen a serlo), y de hecho la característica a destacar es que aglutina en un solo cuerpo o tendencia casi todos los vicios criminales de aquél, incluyendo xenofobia, racismo, odio clasista contra el pobre, entre otros.
Puede entonces hacerse una caracterización de ese post-fascismo criollo, no manoseando conceptos ni libracos sino revisando su actitud fáctica y verbal. Entonces, no sabemos si ser fascista es ser esta cosa, pero esto es el antichavismo:
1) Desprecia al ser humano que el capitalismo empobreció, y se empeña en captarlo, manipularlo y sacrificarlo para instalar en Venezuela un gobierno de capitalistas y para los capitalistas;
2) Ignora la historia de Venezuela pero aun así la desprecia, hasta el punto de evaluar o juzgar a sus procesos y figuras según le hayan oído a Chávez juzgarlas o ensalzarlas;
3) Permanece al margen de la ética: rechaza o reprueba la muerte violenta, la mentira, las desgracias y tragedias personales y familiares, sólo si afectan a alguien que no sea chavista;
4) Es la misma actitud que mantiene respecto a las leyes: respeta y llama a respetar el ordenamiento jurídico si le parece viable usarlo en contra del chavismo, pero lo mancilla, violenta y contraviene cada vez que debe someterse a él en beneficio del funcionamiento de la sociedad;
5) Desprecia a Venezuela hasta el punto de denigrar de su nombre y sus símbolos cuando percibe que la sociedad marcha en dirección distinta a la que él profesa;
6) Ignorante de los procesos sociales e institucionales, culpa al chavismo de formas y estructuras que fueron creación de las burguesías nacionales: por ejemplo la Guardia Nacional y los cuerpos policiales y sus potestades;
7) Enarbola claves esclavistas y señoriales en su discurso: "los barrios no se han alzado porque son cobardes y les temen a los colectivos, la clase pensante y la Venezuela decente es la llamada a derrocar la tiranía".
8) Asesina con saña y perversidad propias de mercenarios que gustan de infligir torturas (caso Pedro Josué Carrillo), muestra de que son criminales pasivos o en potencia, que dicen creer en la democracia, que aplauden desde las tribunas.
9) En el éxtasis de su repentino poder (esquina, calle o corredor territorial), cuando el revoltoso a sueldo no obtiene de favor o la simpatía de sus víctimas (residentes del sector en el que les ordenan actuar) se aplica a la extorsión y al cobro de vacuna. Atender casos Carretera Panamericana y Táchira.
10) Ansiosos por masificar o generalizar un conflicto que tiende a debilitarse, recurren al trámite de la cayapa y el linchamiento. El post fascista venezolano seguirá agrediendo y acosando en cambote, en grupos de varios contra no como todo cobarde que se siente apoyado en manada, y al final difundirá la escena de su delito con el titular explicativo: lo golpeamos porque tal vez se trate se Escarrá, José Vicente Rangel o Iris Varela. Al final el detalle de la identidad no importa: asesinar a un chavista o a alguien que se parece remotamente a Aristóbulo y a Maripili les calma la sed y los hace creerse rudos y vigorosos, y en algún lugar hay quien financie esas virtudes
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