lunes, 15 de mayo de 2017

Al borde…

Maryclen Stelling



Asistimos a un aumento vertiginoso de la violencia en todos los ámbitos de la sociedad, expresión de un proceso de quiebre multidimensional, deslegitimación política y debilitamiento del modelo de control social.
Y, aun cuando la violencia debería constituir una de las preocupaciones principales en la agenda política, ciudadana y comunicacional, las narrativas transmediáticas que dan cuenta de lo que sucede en el país construyen relatos que legitiman hechos, acciones, promotores y ejecutores de la gesta violenta. Cuando estos hechos son objeto de tales narrativas sufren una politización que beneficia a uno de los bandos políticos. En el caso de los privados, sometidos los hechos a una mercantilización de la información, se fuerza a las noticias a responder a la lógica propia de las empresas periodísticas, más que a la dinámica inherente a los hechos.
En un recorrido transmediático extrajimos términos que naturalizan la violencia. En tanto actores o ejecutores de las acciones violentas: grupos terroristas, insurgentes, células y bandas armadas; colectivos, paramilitares, asesinos, fuerzas de choque, vándalos. En cuanto a las acciones: saqueos, destrucción y muerte; torturas, maltratos, crímenes, asesinatos masivos, acciones terroristas y feroz ataque; sembrar el odio, desmedida y brutal represión, escalada violenta, dictadura destructiva, brutalidad policial y práctica de barbaridad; insurgencia armada, derrotar, intervenir y derrocar. Paradójicamente, como únicas opciones surgen la guerra civil, golpe de Estado y rebelión. El diálogo, la paz y la convivencia son los grandes derrotados.
El creciente fenómeno de la violencia comienza a imponerse en importantes sectores como suerte de tránsito inexorable a la solución del conflicto. En paralelo, sentimientos colectivos de miedo e inseguridad aumentan en aquellos ciudadanos y ciudadanas que asisten en carácter de espectadores a la violencia desatada. Se recluyen en sus ámbitos privados, transitan inseguros por los espacios públicos, condenan pasivamente la violencia que los encierra y no se sienten representados por los promotores del terror y la destrucción.
Empero, gradualmente se comienza a configurar un importante consenso contra cualquier tipo de violencia. Expresión ciudadana que lucha por expresarse e imponerse como la vía legitima al diálogo y la convivencia.
@Maryclens

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