*JUAN
MARTORANO.
Queremos a través de este artículo, ubicar en su justo contexto y
analizar el caso actual de nuestra Venezuela, visto este desde los
enfoques agonal y el enfoque polimial.
De lo que se trata es de contrastar las posiciones del Gobierno y de
la oposición frente a la Mesa de Diálogo y Paz, de acuerdo a sus
perspectivas sobre la naturaleza del proceso de conflicto que inicio
en nuestro país, a partir de 1998.
Pero, definamos primero que es un enfoque agonal y que es un enfoque
polimial.
El enfoque agonal, es el que en estos momentos defiende la oposición
venezolana, y consiste en la presión de situaciones “límite” de
violación de Derechos Humanos, con la finalidad de que se propicie
una intervención extranjera en nuestro país.
El enfoque polimial, que es el promovido por los factores
revolucionarios, primero con Chávez y ahora con Maduro, tiene que
ver con el situar el actual conflicto, la lucha de clases, las
contradicciones que se desarrollan en nuestro país, en el terreno de
la política.
Sabio fue el tan maltratado político, Nicolás Maquiavelo, cuando en
1469 escribió lo siguiente: “Si no quieres o no puedes
aniquilar a tu enemigo, se le debe dejar una salida” (Resaltado
y subrayado del articulista).
Dentro del conflicto agonal, del
conflicto “sin violencia”, esto puede ser tomado como punto de
partida para comprender y evaluar las actuales relaciones Gobierno-
Oposición, en el contexto de estos diálogos de paz, en desarrollo.
Bajo
este marco de referencia queda inserto el contenido del Comunicado
leído -06/02/17- por el Jefe de la Comisión del Ejecutivo para el
Diálogo, Jorge Rodríguez donde destaca:
“…insistirán (el
Gobierno) “tercamente en la paz, en el trabajo de la Mesa de
Diálogo y sus comisiones de trabajo, y mantenemos nuestra propuesta
de que dirimamos los asuntos que nos competen por la vía del
encuentro pacífico y el respeto a la Constitución”. (Resaltado
y subrayado del articulista).
En
efecto, esta posición responde a una clara y definida estrategia del
Gobierno Nacional, cuyo propósito apunta a situar el conflicto
Gobierno-Oposición bajo el enfoque de una nítida defensa de los
principios y valores que sustenta los Derechos Humanos, aún por
encima de la propia Oposición, tal como lo señala el texto del
referido comunicado:
“...
su postura de paz (el Gobierno) se mantendrá “a pesar de que
existe un núcleo importante de la dirigencia opositora que
persiste en su expediente violento como forma de hacer
políticamente.”
Este
enfoque agonal (conflicto sin violencia) de defensa de los Derechos
Humanos viene a representar -a nivel nacional e internacional- las
garantías que ofrece el Gobierno sobre su disposición por resolver
pacíficamente sus diferencias con los opositores a su gestión,
lo cual debilita los argumentos y posturas anti diálogo, así como
las posiciones ambivalentes de las corrientes anti gobierno frente a
este escenario, pues tiene como efecto recolocar el “conflicto”
en el terreno de la política y desmontar la tesis del aniquilamiento
del oponente.
Así
las maniobras opositoras por crear dicotomías frente a la Mesa de
Diálogo, pierden cada vez más sustento y los dejan sin razones
válidas para persistir en su actitud de cara al país y
principalmente ante sus seguidores; al pretender dejar sin camino al
Gobierno más que al uso de su prerrogativa de monopolio de
violencia; de allí la validez y legitimidad que este último toma
cada vez que insiste en sus llamados al diálogo y la paz, pues su
actitud es del reconocimiento de valores mutuos, al situar el
conflicto en el terreno de la política, luego intentar comenzar una
labor de acotamiento de la enemistad, y de la construcción de una
“mejor” oposición. (Resaltado y subrayado del
articulista).
Esta
consonancia interna del Gobierno Nacional se amplifica a nivel
internacional, pues cada vez más se tiende a comprender que detrás
de esta estrategia priva la intención por asumir los principios del
Derecho Internacional Humanitario como la opción más viable
para superar los desvalores que han mediado en el conflicto, pues si
el Estado los defiende y aplica, a la contraparte no lo que quedaría
más que obrar en consecuencia, so pena de criminalizarse de manera
nítida mientras los grupos violentos se verían aislados si
persisten en su accionar terrorista (guarimbas) en contra de la
población civil.
Los
acuerdos parciales son la posibilidad de construir “mejores
enemistades” dicen los teóricos sobre el conflicto y asegurar la
llegada de una convivencia duradera. Politizar el conflicto,
acotarlo, proteger a los civiles no involucrados, reconocerle valores
al enemigo, son acciones que pueden poner en el terreno práctico el
viejo consejo de Maquiavelo a los hombres del Estado: “si no
quieres o no puedes aniquilar a un enemigo, se le debe dejar una
salida.”
Cuando
un conflicto se polariza, se degrada y se confunde, la comunicación
que suponen las acciones durante el seguimiento del mismo, sólo
puede tender a ahondar los abismos y a dificultar la relativización
de las enemistades.
Es,
en ese momento, cuando el pensamiento puede jugar un papel decisivo
para romper los círculos viciosos, tal como ha sido la tradición
del Gobierno Nacional. En primer lugar, porque la acción unilateral
de un actor, puede condicionar el actuar de los demás implicados.
El
acotamiento de la enemistad y la convivencia. ¿Cuál es, pues, el
papel del conocimiento y el pensamiento, en el acotamiento de la
enemistad y en el desarrollo de los procesos que conduzcan,
eventualmente, a un proceso de convivencia? Se ubica este papel, en
la capacidad de uno o más actores para investigar, pensar y teorizar
el conflicto, Un viejo aforismo, de estirpe kantiana, dice que "no
hay nada más práctico que una buena teoría".
En
el caso de la oposición no ha contado con un pensamiento guía claro
y eficaz para la conducción del conflicto, únicamente centrado en
una relación suma cero, es decir su permanencia depende del
aniquilamiento del Gobierno Nacional, sin posibilidad de diálogo o
negociación.
Este
último, con su posición a favor del diálogo, apunta hacia el
“desarme ideológico”
para vencer las “acciones directas”
con que la oposición siempre amenaza continuar en su agenda
oculta y paralela.
Igualmente
ello va a contrapelo con su papel formal de uso de la fuerza bajo el
argumento de defender las razones de Estado, que -a su vez- contrasta
con el lenguaje desvalorizador de la oposición al criminalizar al
Gobierno Nacional sin argumentos de peso ni lógica.
Carl
Schmitt en su "Teoría del Partisano" define los elementos
de estos dilemas. El irregular (oposición violenta) necesita
reconocimiento para no descalificarse, para no caer en lo apolítico
que identifica, en este caso, a lo criminal.
Para
esto no hay más que dos posibilidades: el reconocimiento por una
fuerza regular que ya exista o la conquista de una nueva regularidad
por la propia fuerza. Es una alternativa dura". También este
está en una alternativa dura: entre el abismo de la enemistad
absoluta o la posibilidad de avanzar hacia la convivencia por medio
de los acotamientos de la enemistad.
El
Gobierno Nacional muestra estar actuando bajo la última premisa, al
poder interpretarse a partir de su discurso y actuación sobre el
diálogo que: Si los conflictos son comunicación, los mensajes
pueden ser mejorados. Si los enemigos se construyen mutuamente, la
enemistad es susceptible de modificaciones: los mensajes mejorados,
sometidos a la crítica de la razón, tienen consecuencias
dialécticas; de allí su insistencia en el diálogo como mecanismo
de comunicación con la oposición.
La
comunicación que supone todo conflicto se hace oscura y compleja
cuando los conflictos no se circunscriben de manera exacta a lo
definido en el Derecho Internacional como guerra interestatal
adelantada por medios puramente militares, y en la aplicación al
caso en estudio estas premisas permite intentar entender el accionar
opositor, pues este pretende actuar sin reglas para desquiciar al
poder constituido y entre en contradicción con las normas nacionales
e internacionales.
Es
por ello, que en estos momentos, en los análisis que se realicen, es
muy importante deconstruir la información, y luego proceder a la
recontextualización.
Se
ha tratado de tildar, que “el empeño terco” del Presidente de la
República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, es un síntoma
de debilidad. De acuerdo a lo planteado en estas líneas, es todo lo
contrario. Maduro busca armar toda una línea de defensa del país,
porque no olvidemos que desde afuera nos vienen observando con el
lente de la visión hegemónica de los Derechos Humanos.
Con
la orden ejecutiva de Obama (la cual constituye toda una política de
Estado de EEUU), que antes de irse, la prorrogo por un año más,
donde fuimos declarados como “una amenaza inusual y extraordinaria
a la seguridad nacional de los Estados Unidos”, se buscan armar
“dossiers” a Venezuela, que en términos nuestros serían
expedientes, para poder justificar la intervención extranjera en
nuestro país. Esto no lo podemos perder de vista ni la perspectiva.
Y
los supuestos y “dossiers” que busca armarnos la derecha
internacional, con el apoyo de sus cipayos de acá versan sobre tres
temas fundamentales:
-
Terrorismo.
-
Derechos Humanos.
-
Narcotráfico.
Por
ello, estas últimas movilizaciones y provocaciones del fascismo no
podemos verla como “vainas locas” de la derecha o “no tienen
fuerza”. Ellos con sus actos lo que buscan es que nos vayan armando
el “dossier”, fundamentalmente en el tema de Derechos Humanos.
Ojo con esto.
Tan
es así que “la marcha de las embarazadas” de hace algunos días
por la parroquia San Juan, cuando se trató de trancar la Avenida San
Martín en Caracas, tiene que ver con este aspecto que señalamos en
el párrafo anterior.
Además
de ello, en estos intentos desesperados del fascismo por “recalentar
la calle”, la cual han perdido, por las posibles delaciones que
puede estar haciendo Gilber Caro sobre los planes desestabilizadores
por parte del fascismo criollo; también buscan medir la capacidad de
respuesta de los órganos del Estado, y en especial, de los
encargados de la seguridad ciudadana. Atentos con esto.
A
esto hay que sumar los viajes del Secretario General de la
Organización de Estados Americanos (OEA) Luis Almagro a Europa,
puesto que señalo que “La Carta Interamericana no se activa por la
mediación del Vaticano en el diálogo en Venezuela”. Y Almagro
quiere hacer el “lobby” desde ya, para que el Vaticano no siga
facilitando este proceso, y así poder actuar.
Igualmente,
hay que tomar nota de las declaraciones del nuevo Secretario de
Estado gringo, Rex Tillerson, cuando ha señalado que: “Está
trabajando coordinadamente con los gobiernos de Colombia, Brasil y
Guyana, porque Venezuela se enrumba hacia una transición”. ¿A que
se referirá Tillerson al señalar que “Venezuela va a una
transición”?
Pero,
afortunadamente, tenemos una canciller vergataria, Delcy Rodríguez,
quien respondió inmediatamente, y prácticamente ante estas
declaraciones de tan nefastos personajes, señaló. “Que pasen todo
eso por escrito”.
Estos
son algunos elementos con los que advertimos sobre el actual
conflicto venezolano.
¡Bolívar y Chávez viven, y sus luchas y la Patria que nos legaron
siguen!
¡Hasta la Victoria
Siempre!
¡Independencia y
Patria Socialista!
¡Viviremos y
Venceremos!
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