Ya estamos tan acostumbrados a su conducta rastrera y servil
con respecto a los intereses que atentan permanentemente contra el país,
que las posturas políticas que veremos a continuación no nos parecen
extrañas ni nos sorprenden.
Es
también revelador cuando algunos políticos asumen sin caretas que le
agrada, fascina, excita y hace feliz cualquier decisión o acto que
afecte a su país internacionalmente. Mientras peor hablen de nosotros
afuera, aunque sea desde un gobierno golpista (Brasil), un país
colonizado por Monsanto (Paraguay) y otro por la réplica de Leopoldo
López (Argentina), estos personajes parecen vivir un subidón de
adrenalina que no encuentra límites.
Sigan, sigan, no se detengan. Nosotros aceptamos de todo: insultos, amenazas de intervención, bloqueos migratorios, suspensión de créditos internacionales, difamación. No escatimen que aquí los apoyamos. Todos trabajamos en contra de Venezuela al final de cuentas.
Mascando ese espumero celebran por todo lo alto que el país busque ser aislado y que existan intereses definidos trabajando para proyectarlo como un paria en el sistema internacional, empezando por Mercosur. Los que quieren que eso llegue hasta sus últimas consecuencias, con las graves implicaciones que ofrece la historia reciente de Oriente Medio, son los mismos que dicen querer y trabajar por el país.
Tanta fiesta y borrachera antivenezolana dice todo lo contrario, habla de las bajas pasiones que los mueven. Venezuela como un botín a saquear, a ser rapiñeado, sin importale ni siquiera la propia gente que los sigue. Al final su sentido de patria está anclado a un piso de lujo en Miami, a una cuenta en dólares en el extranjero, es una marca comercial. Esto sólo aplica para Florido y la hija de los Machado; abstenerse aspirantes.
La historia sabe bastante de rastreros y lamepisos de intereses foráneos, pero lo que hace la dirigencia escuálida antivenezolana es digno de ser replicado por todo el fascismo continental: atacar a otros compañeros de militancia que no compartan su demencia, exponerlos al escarnio público por tener un mínimo gesto racional de patriotismo.
Ah, ¿no quieres hablar mal de Venezuela? Así no se puede construir una unidad verdadera, dicen a gritos Luis Florido y María Corina Machado. Tarifado.
Por ese mínimo gesto Timoteo Zambrano fue a parar rápidamente en el paredón, tanto de la dirigencia escuálida como de sus afanosos seguidores. Por oponerse a la amenaza del Mercosur, ha sido acusado de chavista, chavista infiltrado, chavista chavista, de defender a Nicolás Maduro y de defender la tesis de la guerra económica.
Ya saben, están advertidos. Quien medio defienda a Venezuela tendrá una jauría de dementes buscando meterlos por el carril. Esa jauría, precisamente, responde automáticamente a las ideas de quienes los han formado y dado esperanza.
Como María Corina Machado que habla de la decisión del Mercosur como un "valor político" y que prácticamente es inaceptable que se no haya tomado esa decisión antes.
O como Luis Florido, que dice que cualquier defensa a Venezuela es una postura aislada a la unidad. Ya todos hemos acordado que queremos lo peor para este territorio.
La delirante periodista Ybéyise Pacheco que alerta sobre cualquier intención de hablar bien de Venezuela como un factor de división a lo interno de la MUD.
Y de ahí en adelante todos los delirios de sus (de)formados seguidores. Prohibido querer a este país es la línea a seguir. Eso no está sujeto a revocatorio.
Sigan, sigan, no se detengan. Nosotros aceptamos de todo: insultos, amenazas de intervención, bloqueos migratorios, suspensión de créditos internacionales, difamación. No escatimen que aquí los apoyamos. Todos trabajamos en contra de Venezuela al final de cuentas.
Mascando ese espumero celebran por todo lo alto que el país busque ser aislado y que existan intereses definidos trabajando para proyectarlo como un paria en el sistema internacional, empezando por Mercosur. Los que quieren que eso llegue hasta sus últimas consecuencias, con las graves implicaciones que ofrece la historia reciente de Oriente Medio, son los mismos que dicen querer y trabajar por el país.
Tanta fiesta y borrachera antivenezolana dice todo lo contrario, habla de las bajas pasiones que los mueven. Venezuela como un botín a saquear, a ser rapiñeado, sin importale ni siquiera la propia gente que los sigue. Al final su sentido de patria está anclado a un piso de lujo en Miami, a una cuenta en dólares en el extranjero, es una marca comercial. Esto sólo aplica para Florido y la hija de los Machado; abstenerse aspirantes.
La historia sabe bastante de rastreros y lamepisos de intereses foráneos, pero lo que hace la dirigencia escuálida antivenezolana es digno de ser replicado por todo el fascismo continental: atacar a otros compañeros de militancia que no compartan su demencia, exponerlos al escarnio público por tener un mínimo gesto racional de patriotismo.
Ah, ¿no quieres hablar mal de Venezuela? Así no se puede construir una unidad verdadera, dicen a gritos Luis Florido y María Corina Machado. Tarifado.
Por ese mínimo gesto Timoteo Zambrano fue a parar rápidamente en el paredón, tanto de la dirigencia escuálida como de sus afanosos seguidores. Por oponerse a la amenaza del Mercosur, ha sido acusado de chavista, chavista infiltrado, chavista chavista, de defender a Nicolás Maduro y de defender la tesis de la guerra económica.
Ya saben, están advertidos. Quien medio defienda a Venezuela tendrá una jauría de dementes buscando meterlos por el carril. Esa jauría, precisamente, responde automáticamente a las ideas de quienes los han formado y dado esperanza.
Como María Corina Machado que habla de la decisión del Mercosur como un "valor político" y que prácticamente es inaceptable que se no haya tomado esa decisión antes.
O como Luis Florido, que dice que cualquier defensa a Venezuela es una postura aislada a la unidad. Ya todos hemos acordado que queremos lo peor para este territorio.
La delirante periodista Ybéyise Pacheco que alerta sobre cualquier intención de hablar bien de Venezuela como un factor de división a lo interno de la MUD.
Y de ahí en adelante todos los delirios de sus (de)formados seguidores. Prohibido querer a este país es la línea a seguir. Eso no está sujeto a revocatorio.
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