miércoles, 28 de septiembre de 2016

Endosándonos el odio

Carola Chávez


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Yo no le hablo a mi hermano por culpa de Chávez, porque si Chávez no existiera, mi hermano sería chavista -me decía con los ojos desorbitados de la rabia, tratando de explicarme el daño que el chavismo le había hecho al país.
El discurso de odio nos lo achacaron al chavismo, y si uno trata de refutar al achacador, te saca, aun hoy, el cuento de que Chávez dijo que freiría cabezas de adecos, aunque luego se supo que no fue Chávez, sino un imitador que, por cierto, fue justificado por Paulina Gamus con otro cuento retorcido. Según Paulina, Chávez sí amenazó con fritanga, pero como el audio original -que nadie ha escuchado- era muy malo, ellos, los adecos amenazados, contrataron al imitador para que hiciera un audio que se pareciera “igualito”.  ¿Viste? Te dije que era un violento odiador, celebraron los que quieren creer que el odio que sienten es nuestro.
Desde entonces hemos visto el odio de frente: desde la tía querida escondiéndose para no saludarte, los viejos amigos dejando de llamar, y los que querían dejar claro su desprecio bloqueándote en Facebook, o sea. Hemos vivido una absurda especie de clandestinidad cuando nos movemos en entornos mayoritariamente opositores para evitar la hostilidad de quienes dicen que los chavistas perseguimos a los que piensan distinto.
Hemos visto la macabra celebración de la muerte de los nuestros, los vimos regodearse en la dolorosa enfermedad de Chávez, los vimos celebrar el cáncer como acto de justicia divina, como si fuera exclusivo de Chávez, como si ni no tuviéramos todos algún ser querido víctima de ese mal tan maluco. Como si Dios fuera esa clase de mierda que quien supura odio concibe.
Hemos visto muchas veces esa sonrisa helada, involuntaria, sádica, que no puede ocultar el gozo que les produce imaginar el sufrimiento chavista. La vimos cuando Leopoldo López anunciaba el “arresto” a golpes de Rodríguez Chacín, cuando Capriles creyó que la muerte era su aliada “Y nadie se los va a devolver”, cuando Ramos Allup se refería “al muerto ese de la guaya”… La hemos visto tanto. Recientemente, cuando el diputado Florido fantaseaba en voz alta la sobre las  “cosas peores” que le haría a Diosdado.
Pero entonces el Presidente Maduro denuncia el discurso de odio, y la oposición, ciega de odio, responde: Pero si  el odio es chavista.

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