En
Venezuela el diálogo y el debate entre chavismo y oposición son cosa
permanente, de cada hora y cada día. En un ratico hablamos del otro
diálogo, el que sostiene el Gobierno con empresarios y partidos
antichavistas; de momento diremos tres cosas sobre el diálogo serio de
verdad, el decisivo, el que deja frutos. El que se da entre los factores
de esto que somos: un pueblo rabioso en construcción dialéctica de otra
sociedad.
Diálogo amargo casi siempre, y productivo cuando la "contra" entiende que puede incluso dar pelea y pegar gritos pero dentro de un marco constitucional, el fenómeno de la difícil relación chavismo-antichavismo fluye o se da trancazos en los ámbitos familiar, vecinal, callejero y comunal.
Esto es, en el ámbito más doméstico y cercano de la gente. El diálogo comienza en algunas familias al levantarse y dar los buenos días, continúa en el trayecto al trabajo o al expendio donde te espera la cola, continúa en la maldita cola hasta salir de ella y continuar la vida en el trabajo, en la comunidad y de regreso a la casa.
En todo este recorrido se discute, se insulta fuerte (somos territorio caribe, tenemos sangre caliente), se destruye con la lengua lo que hemos construido con las manos, y al final del día llegamos al acuerdo fundamental de no destruirnos como sociedad ni como pueblo.
Salvo algunas voces patéticas que proclaman en twitter y facebook que este país se acabó y que fracasamos como sociedad, la realidad del día a día demuestra todo lo contrario: que si no nos hemos disgregado, desintegrado o ido por el voladero de la matanza que pretenden las hegemonías es porque por aquí adentro, en nuestro ADN social, está instalada la instrucción fundamental, que es la sobrevivencia y el "palante es pa allá". "Allá" queda una democracia atacada por todos los flancos pero vigorosa en esencia.
En el plano comunal, paradójicamente el más atacado con bombas de desprestigio, es donde se puede notar con más claridad nuestra capacidad para producir acuerdos y resultados. En la comuna donde vivo sigue adelante la autoconstrucción de viviendas y todo el mundo sabe, acepta y comprende por qué varias de esas casas son para gente que nos seguirá bombardeando y atacando. Traducción: gente que está haciendo política conn herramientas y en espacios creados por la Revolución.
Digo, nos resulta asqueroso, hasta que comenzamos a interpretarlo con serenidad y damos con la real naturaleza del motorcito: el antichavismo nos está aplicando algo que una vez nosotros llamamos "guerrilla comunicacional". Un mecanismo, herramienta o arma que, según nos va enseñando la historia viva, es casi inútil si se activa desde el Estado, los partidos y las corporaciones, pero que resulta efectiva y lacerante cuando se mueve desde el pueblo.
¿Están los partidos de derecha empujando esta forma de intervención de su gente en las dinámicas formales de la Revolución? Con toda seguridad es así. Y con toda seguridad también, esto se explica por el fracaso que han tenido en la tarea de destruirlas desde afuera.
Moraleja sin moralina: el diálogo en las calles se está dando en términos de lo que ha propuesto el chavismo, y a pesar de la pela que solemos llevarnos su desarrollo indica una sola cosa: el chavismo está ganando en tanto la gente, incluso la que anda más furiosa y desconcertada, acepte y asume que hay un país por construir al margen del show de los héroes de las capuchas, las declaraciones de momias y reclusos y viajantes.
Diálogo amargo casi siempre, y productivo cuando la "contra" entiende que puede incluso dar pelea y pegar gritos pero dentro de un marco constitucional, el fenómeno de la difícil relación chavismo-antichavismo fluye o se da trancazos en los ámbitos familiar, vecinal, callejero y comunal.
Esto es, en el ámbito más doméstico y cercano de la gente. El diálogo comienza en algunas familias al levantarse y dar los buenos días, continúa en el trayecto al trabajo o al expendio donde te espera la cola, continúa en la maldita cola hasta salir de ella y continuar la vida en el trabajo, en la comunidad y de regreso a la casa.
En todo este recorrido se discute, se insulta fuerte (somos territorio caribe, tenemos sangre caliente), se destruye con la lengua lo que hemos construido con las manos, y al final del día llegamos al acuerdo fundamental de no destruirnos como sociedad ni como pueblo.
Salvo algunas voces patéticas que proclaman en twitter y facebook que este país se acabó y que fracasamos como sociedad, la realidad del día a día demuestra todo lo contrario: que si no nos hemos disgregado, desintegrado o ido por el voladero de la matanza que pretenden las hegemonías es porque por aquí adentro, en nuestro ADN social, está instalada la instrucción fundamental, que es la sobrevivencia y el "palante es pa allá". "Allá" queda una democracia atacada por todos los flancos pero vigorosa en esencia.
En el plano comunal, paradójicamente el más atacado con bombas de desprestigio, es donde se puede notar con más claridad nuestra capacidad para producir acuerdos y resultados. En la comuna donde vivo sigue adelante la autoconstrucción de viviendas y todo el mundo sabe, acepta y comprende por qué varias de esas casas son para gente que nos seguirá bombardeando y atacando. Traducción: gente que está haciendo política conn herramientas y en espacios creados por la Revolución.
El chavismo está ganando en tanto la gente acepte y asume que hay un país por construirLa comuna cuenta para la difusión de sus logros, necesidades y tropiezos con un periódico mensual. El antichavismo pudiera utilizar sus espacios para decir prácticamente lo que le dé la gana, pero en estos días ha acudido a un recurso que se percibe asqueroso: la difusión de un papelito anónimo en el que se acusa de atrocidades a los líderes más visibles del chavismo en la comunidad. De paso, para agregarle gasolina, está el cura del pueblo en permanente agitación política desde la misa, que se ha convertido en el espacio más concurrido de la oposición.
Digo, nos resulta asqueroso, hasta que comenzamos a interpretarlo con serenidad y damos con la real naturaleza del motorcito: el antichavismo nos está aplicando algo que una vez nosotros llamamos "guerrilla comunicacional". Un mecanismo, herramienta o arma que, según nos va enseñando la historia viva, es casi inútil si se activa desde el Estado, los partidos y las corporaciones, pero que resulta efectiva y lacerante cuando se mueve desde el pueblo.
¿Están los partidos de derecha empujando esta forma de intervención de su gente en las dinámicas formales de la Revolución? Con toda seguridad es así. Y con toda seguridad también, esto se explica por el fracaso que han tenido en la tarea de destruirlas desde afuera.
Moraleja sin moralina: el diálogo en las calles se está dando en términos de lo que ha propuesto el chavismo, y a pesar de la pela que solemos llevarnos su desarrollo indica una sola cosa: el chavismo está ganando en tanto la gente, incluso la que anda más furiosa y desconcertada, acepte y asume que hay un país por construir al margen del show de los héroes de las capuchas, las declaraciones de momias y reclusos y viajantes.
***
En cuanto al "otro" diálogo, sólo una cosa: el Gobierno debe seguir
intentando ese diálogo y esa negociación, así sus interlocutores (MUD,
empresas, gobiernos extranjeros) no representen al antichavismo de a
pie. El que se nos opone porque no aguante o no comprende, pero que no
anda queriendo convertir a presidente a ningún pazguato proempresarial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario