José Vicente Rangel
1 Después del 1º de septiembre, cuando no se cumplieron los pronósticos
apocalípticos y la sangre no corrió por las calles, pareciera que se
abre una nueva oportunidad para el diálogo. Ese diálogo tan denostado,
tan calumniado por algunos sectores que lo atacan como una manera de
exaltar la violencia. Por eso la pregunta, ¿dialogar para qué?
2 Hay que decirlo con toda claridad y contundencia: el diálogo es la única alternativa frente a la irracionalidad. Ya lo decía el papa Francisco en el libro Más allá del muro, de Antonio Spadaro, que reseñé en anterior columna: "Es preciso tener la valentía de dialogar. Construir la paz es difícil, pero vivir sin ella es un tormento". En efecto, para llegar a la paz es indispensable dialogar. Quienes se oponen al diálogo emplean una serie de recursos bastardos, por ejemplo, que hay que poner condiciones; que aceptarlo se presta a falsas interpretaciones. La oposición, está visto, suele rechazarlo por temor a ser descalificada, a ser tildada de colaboradora con el gobierno. Lamentablemente este tipo de argumento indica inseguridad en aquellos que lo utilizan, ya que hace suponer que no tienen un soporte firme en sus convicciones.
3 Lo cierto es que la actual situación venezolana está bloqueada. El gobierno tiene serios problemas que no puede resolver en el marco de la confrontación diaria, y la oposición evidencia su debilidad estructural, lo cual la conduce a refugiarse en opciones desestabilizadoras. La oposición está obligada a actuar con responsabilidad, al igual que el gobierno y el chavismo. Su persistencia en la formulación de que al presidente constitucional Nicolás Maduro hay que derrocarlo como sea -así esta decisión se recubra con la insistente mención retórica de que será por la vía democrática y respetando la Constitución- es una impertinencia. La oposición, por muchas movilizaciones que haga, carece del músculo necesario para provocar la ruptura del orden constitucional. No tiene en la calle el peso ni la capacidad de combate que requiere, y menos aun posee la fuerza militar indispensable para sustentar cualquier aventura extraconstitucional.
4 Si alguna conclusión hay que sacar de lo sucedido en las últimas semanas, antes del 1-S y después, es que tanto el gobierno/chavismo como la oposición están obligados a dialogar. Sin condiciones. Sin complejos. Sin ambigüedades. La razón fundamental para ello es que el país lo reclama. En las encuestas crece día tras día el número de compatriotas que claman porque la dirección política se disponga a asumir los graves problemas que todos, sin excepción, afrontamos. ¿Será posible atender ese llamado del pueblo? Hay voces en ambos lados de la controversia que insisten en la urgencia de tomar en cuenta el reclamo popular. En el gobierno, el presidente Maduro. En el chavismo diversos voceros, entre otros Elías Jaua. En la oposición dirigentes como Enrique Márquez y algunos más. Tales voceros de la sensatez tienen que pesar más que los insensatos que aspiran a caotizar el país.
44 años
Ayer hicieron 44 años desde que se consumó la felonía en Chile cuando los militares, en alianza con la derecha y la democracia cristiana, traicionaron los principios democráticos y optaron por derrocar el gobierno legítimo de Salvador Allende. Lo hicieron apelando a la más feroz represión, con el apoyo directo y determinante del gobierno de los Estados Unidos de entonces, el de Richard Nixon.
De aquel 11 de septiembre de 1973 resalta el valor y la decisión de combatir de una amplia mayoría del pueblo chileno, que luego pagaría el atrevimiento de enfrentar, desarmado, a la fuerza militar, con miles y miles de muertos, desaparecidos, torturados, con la destrucción de las instituciones democráticas y las variadas formas de cultura popular. Igualmente destaca el valor y la dignidad personal de Salvador Allende. Él desechó, con singular coraje, la posibilidad de abandonar el cargo con que fue investido por el pueblo. Se negó a negociar con los golpistas y optó por resistir en La Moneda -la sede del Ejecutivo-, consciente de que moriría. Nada lo arredró.
Ni las amenazas de los golpistas ni el fragor del combate en el cual participó hasta perder la vida. Su legado es la lealtad a los principios, la ética del compromiso social y político. Por eso su ejemplo no se extingue. Perdura y vence al tiempo. 44 años después, es un símbolo de lo que es el ejercicio de la política en su más alta expresión humana.
LABERINTO
La prepotencia de algunos dirigentes de la oposición llega a extremos verdaderamente incomprensibles, ya que algunas posiciones que adoptan están reñidas con prácticas elementales de respeto en cualquier actividad humana y sobre todo en la política…
Destaca, por ejemplo, la manera como actúa Capriles Radonski que irrespeta sistemáticamente al adversario, e, incluso, a los que no lo son. Insulta a las rectoras del Consejo Nacional Electoral, agrede a los miembros del Tribunal Supremo de Justicia y a los funcionarios del Gobierno, y extiende sus agresiones verbales a personajes como Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos, facilitadores de buena fe del diálogo entre los venezolanos. Si esta es la actitud permanente de este personaje en la oposición, qué no haría si es gobierno…
Es curioso que la oposición abogue exclusivamente por la libertad de López y otros presos de Voluntad Popular, o por Antonio Ledezma, y guarde un silencio absoluto en el caso de Manuel Rosales. ¿Se explica acaso por la posición de respeto a la Constitución, del llamado a cesar la violencia y a dialogar que expresó recientemente en una declaración a los medios el líder del partido Un Nuevo Tiempo?…
Retórica: Algunos dirigentes de la oposición afirman a cada momento que "cuando lleguemos a Miraflores será para quedarnos". Depende de cómo lo hagan. Si es por la vía legal, en base al sufragio, no hay problema, pero si es por un atajo ya tienen la experiencia del 11 de abril de 2002. Llegaron y solo estuvieron 48 horas…
El delirio de ciertos voceros que trabajan políticamente con el odio se expresa en la afirmación tajante de que si hay un cambio de gobierno acabarán con el chavismo. ¿Acaso se inspiran en lo que hizo Pinochet cuando arribó al poder? Me parece que quienes piensan de esa manera deberían pasearse más bien por lo que significaría un chavismo en la oposición…
Lectura obligatoria es el libro de Ernesto Villegas, Golpe bajo. Un conjunto de entrevistas en las que figuran Dilma Rousseff, Luis Ignacio da Silva y Joao Stédile (líder del Movimiento Sin Tierra), que permiten aclarar lo que sucede en Brasil. Con la agilidad periodística y el manejo de la información que lo caracteriza, el autor desnuda la infamia que desalojó de la presidencia a una dirigente honesta y capaz como Rousseff. La mafia que preparó el asalto y lo ejecutó queda en evidencia. La trilogía de entrevistas desenmascara las turbias maniobras que determinaron el golpe parlamentario para impedir que la justicia procesara a aquellos políticos que se enriquecieron, obscenamente, con el negocio petrolero, así como la repercusión que tiene en la región el golpe contra la institucionalidad democrática y el acceso al gobierno de la ultraderecha, monitoreada por los Estados Unidos.
2 Hay que decirlo con toda claridad y contundencia: el diálogo es la única alternativa frente a la irracionalidad. Ya lo decía el papa Francisco en el libro Más allá del muro, de Antonio Spadaro, que reseñé en anterior columna: "Es preciso tener la valentía de dialogar. Construir la paz es difícil, pero vivir sin ella es un tormento". En efecto, para llegar a la paz es indispensable dialogar. Quienes se oponen al diálogo emplean una serie de recursos bastardos, por ejemplo, que hay que poner condiciones; que aceptarlo se presta a falsas interpretaciones. La oposición, está visto, suele rechazarlo por temor a ser descalificada, a ser tildada de colaboradora con el gobierno. Lamentablemente este tipo de argumento indica inseguridad en aquellos que lo utilizan, ya que hace suponer que no tienen un soporte firme en sus convicciones.
3 Lo cierto es que la actual situación venezolana está bloqueada. El gobierno tiene serios problemas que no puede resolver en el marco de la confrontación diaria, y la oposición evidencia su debilidad estructural, lo cual la conduce a refugiarse en opciones desestabilizadoras. La oposición está obligada a actuar con responsabilidad, al igual que el gobierno y el chavismo. Su persistencia en la formulación de que al presidente constitucional Nicolás Maduro hay que derrocarlo como sea -así esta decisión se recubra con la insistente mención retórica de que será por la vía democrática y respetando la Constitución- es una impertinencia. La oposición, por muchas movilizaciones que haga, carece del músculo necesario para provocar la ruptura del orden constitucional. No tiene en la calle el peso ni la capacidad de combate que requiere, y menos aun posee la fuerza militar indispensable para sustentar cualquier aventura extraconstitucional.
4 Si alguna conclusión hay que sacar de lo sucedido en las últimas semanas, antes del 1-S y después, es que tanto el gobierno/chavismo como la oposición están obligados a dialogar. Sin condiciones. Sin complejos. Sin ambigüedades. La razón fundamental para ello es que el país lo reclama. En las encuestas crece día tras día el número de compatriotas que claman porque la dirección política se disponga a asumir los graves problemas que todos, sin excepción, afrontamos. ¿Será posible atender ese llamado del pueblo? Hay voces en ambos lados de la controversia que insisten en la urgencia de tomar en cuenta el reclamo popular. En el gobierno, el presidente Maduro. En el chavismo diversos voceros, entre otros Elías Jaua. En la oposición dirigentes como Enrique Márquez y algunos más. Tales voceros de la sensatez tienen que pesar más que los insensatos que aspiran a caotizar el país.
44 años
Ayer hicieron 44 años desde que se consumó la felonía en Chile cuando los militares, en alianza con la derecha y la democracia cristiana, traicionaron los principios democráticos y optaron por derrocar el gobierno legítimo de Salvador Allende. Lo hicieron apelando a la más feroz represión, con el apoyo directo y determinante del gobierno de los Estados Unidos de entonces, el de Richard Nixon.
De aquel 11 de septiembre de 1973 resalta el valor y la decisión de combatir de una amplia mayoría del pueblo chileno, que luego pagaría el atrevimiento de enfrentar, desarmado, a la fuerza militar, con miles y miles de muertos, desaparecidos, torturados, con la destrucción de las instituciones democráticas y las variadas formas de cultura popular. Igualmente destaca el valor y la dignidad personal de Salvador Allende. Él desechó, con singular coraje, la posibilidad de abandonar el cargo con que fue investido por el pueblo. Se negó a negociar con los golpistas y optó por resistir en La Moneda -la sede del Ejecutivo-, consciente de que moriría. Nada lo arredró.
Ni las amenazas de los golpistas ni el fragor del combate en el cual participó hasta perder la vida. Su legado es la lealtad a los principios, la ética del compromiso social y político. Por eso su ejemplo no se extingue. Perdura y vence al tiempo. 44 años después, es un símbolo de lo que es el ejercicio de la política en su más alta expresión humana.
LABERINTO
La prepotencia de algunos dirigentes de la oposición llega a extremos verdaderamente incomprensibles, ya que algunas posiciones que adoptan están reñidas con prácticas elementales de respeto en cualquier actividad humana y sobre todo en la política…
Destaca, por ejemplo, la manera como actúa Capriles Radonski que irrespeta sistemáticamente al adversario, e, incluso, a los que no lo son. Insulta a las rectoras del Consejo Nacional Electoral, agrede a los miembros del Tribunal Supremo de Justicia y a los funcionarios del Gobierno, y extiende sus agresiones verbales a personajes como Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos, facilitadores de buena fe del diálogo entre los venezolanos. Si esta es la actitud permanente de este personaje en la oposición, qué no haría si es gobierno…
Es curioso que la oposición abogue exclusivamente por la libertad de López y otros presos de Voluntad Popular, o por Antonio Ledezma, y guarde un silencio absoluto en el caso de Manuel Rosales. ¿Se explica acaso por la posición de respeto a la Constitución, del llamado a cesar la violencia y a dialogar que expresó recientemente en una declaración a los medios el líder del partido Un Nuevo Tiempo?…
Retórica: Algunos dirigentes de la oposición afirman a cada momento que "cuando lleguemos a Miraflores será para quedarnos". Depende de cómo lo hagan. Si es por la vía legal, en base al sufragio, no hay problema, pero si es por un atajo ya tienen la experiencia del 11 de abril de 2002. Llegaron y solo estuvieron 48 horas…
El delirio de ciertos voceros que trabajan políticamente con el odio se expresa en la afirmación tajante de que si hay un cambio de gobierno acabarán con el chavismo. ¿Acaso se inspiran en lo que hizo Pinochet cuando arribó al poder? Me parece que quienes piensan de esa manera deberían pasearse más bien por lo que significaría un chavismo en la oposición…
Lectura obligatoria es el libro de Ernesto Villegas, Golpe bajo. Un conjunto de entrevistas en las que figuran Dilma Rousseff, Luis Ignacio da Silva y Joao Stédile (líder del Movimiento Sin Tierra), que permiten aclarar lo que sucede en Brasil. Con la agilidad periodística y el manejo de la información que lo caracteriza, el autor desnuda la infamia que desalojó de la presidencia a una dirigente honesta y capaz como Rousseff. La mafia que preparó el asalto y lo ejecutó queda en evidencia. La trilogía de entrevistas desenmascara las turbias maniobras que determinaron el golpe parlamentario para impedir que la justicia procesara a aquellos políticos que se enriquecieron, obscenamente, con el negocio petrolero, así como la repercusión que tiene en la región el golpe contra la institucionalidad democrática y el acceso al gobierno de la ultraderecha, monitoreada por los Estados Unidos.
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