José Rafael Mendoza Márquez
Una
vez instalada la nueva Asamblea Nacional, y visto lo acontecido, sobre
todo a la luz del discurso de quienes ahora detentan la directiva del
Parlamento venezolano, me permito hacer un pequeño análisis y
consideración sobre los escenarios políticos que se ciernen en el futuro
inmediato.
Más
allá que sea un hecho normal en una democracia que exista el debate y
alternancia en los cargos de elección popular según sea el designio de
la voluntad popular, este martes 05/01 dejó un escenario político que
poco se acerca a las aspiraciones del pueblo, que el pasado 6-D decidió
en las urnas electorales manifestar su descontento ante la gestión de
gobierno en los asuntos económicos, su malestar por temas con la
seguridad ciudadana, la inflación y la situación de crisis en el
abastecimientos de productos de primera necesidad que no ha sido
resueltos. La ciudadanía votó finalmente porque se encuentre un
equilibrio entre las fuerzas políticas, se establezcan acuerdos mínimos
para poder concertar medidas y políticas económicas que permitan sortear
la crisis que vive el país.
El
día de la instalación del parlamento, escuchando y luego analizando el
discurso del presidente del parlamento, diputado Henry Ramos Allup
(Acción Democrática), se evidenció algunos aspectos centrales tales
como: A) Intencionalidad de confrontación con los demás poderes del
Estado. En ningún pasaje de su discurso habló de entendimiento,
cooperación o coordinación. B) Intencionalidad de establecerse como
Supra Poder Público. Además de señalar que su labor es de control
(Establecido en la Constitución), prácticamente estableció una voluntad
supervisora y sancionadora absoluta. C) Amenaza constante contra toda la
institucionalidad establecida, y D) Cambio de Gobierno, en un plazo no
mayor a 6 meses.
En
este sentido, este discurso e intencionalidad política de la oposición
introduce elementos de mayor tensión política, confrontación y por ende
falta de entendimiento. En definitiva, no es precisamente lo que los
venezolanos aspiran y desean.
Pero
además, en medio de una situación económica apremiante con un escenario
económico internacional de caída de los precios de las materias primas y
del precio del barril de petróleo, que augura unos tiempos futuros muy
difíciles para el país, dicho discurso en nada ayudan a encontrar vías
de solución. Ya lo mencionaba Alí Rodríguez Araque en la reunión de los
economistas socialistas en semanas previas a la finalización del año
2015, que era fundamental explicarle al país el escenario económico
nacional e internacional, explicar que los próximos dos años serán muy
difíciles y que se requieren adoptar medidas y hacer ajustes duros pero
convenientes que permitan avanzar de forma progresiva en una salida a la
crisis económica.
En
conclusión, el mensaje que deja la oposición, frustra toda esperanza
que el pueblo mantiene en sus dirigentes, introduce mayores niveles de
conflictividad política, y un reto al gobierno, quien deberá sortear con
políticas más eficientes y eficaces la actual situación económica del
país, pero que deberá prepararse en el plano político y de calle para
contener la arremetida opositora, quien una vez más demuestra su
verdadera intencionalidad de acabar con un gobierno, sin importar el
bienestar supremo del país.
El
nuevo gabinete ejecutivo y el gobierno bolivariano, deberá gobernar con
mayor precisión y rapidez, frenando cuanto antes el burocratismo,
acelerando un buen gobierno con dirigentes más capaces y audaces,
retomando su vinculación con la ciudadanía y abrirse espacios a todos
los sectores de forma amplia para buscar soluciones. En síntesis, picar
adelante a la oposición, quien no le quedará otra de: o corre o se encarama.
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