Reinaldo Iturriza López
Para persuadir a una parte del chavismo de que vivimos los estertores de
la revolución bolivariana, las fuerzas económicas antidemocráticas han
puesto al descubierto las peores miserias del modelo capitalista
rentístico petrolero venezolano, atribuyéndoselas a la ineficiencia
gubernamental y, por supuesto, salvando toda responsabilidad.
Se trata del esfuerzo cómplice, casi siempre articulado, de las fuerzas
económicas antidemocráticas no sólo vernáculas, sino también globales,
imperiales. Las mismas que, en nombre del progreso, han puesto en serio
riesgo la continuidad de la vida humana sobre el planeta Tierra.
Estas fuerzas económicas antidemocráticas cuentan con la enorme ventaja
que supone su posición de dominio, no sólo en el campo específicamente
económico, sino en el campo cultural: su influencia se extiende a, y en
buena medida depende de su extraordinaria capacidad de moldear
mentalidades, creando las condiciones para que poblaciones enteras
normalicen su situación de subordinación.
Lo que estas fuerzas están ejecutando ahora mismo en Venezuela significa
para ellas un enorme riesgo: el que entraña la posibilidad de que una
población politizada sepa identificar que aquello que se le muestra como
errores de la revolución, signos de su decadencia, es en realidad algo
muy aproximado al verdadero rostro de los enemigos jurados del chavismo.
El detalle está en que esa misma politización ha permitido al pueblo
chavista concluir que parte de su liderazgo no tiene ninguna intención
de ir más allá del modelo capitalista rentístico petrolero. Es esa parte
del liderazgo que ha sucumbido al clientelismo, correlato político del
mismo modelo. Es también esa parte del funcionariado que, lo mismo que
las fuerzas económicas antidemocráticas, y muchas veces en alianza con
éstas, utiliza su posición de dominio, o aprovecha la ventaja que supone
un cargo de responsabilidad, para robar, traficar influencias,
disfrutar de privilegios.
No siempre es posible discernir la delgada línea que separa al político
clientelar o al funcionario ladrón, de quienes acaparan y especulan. A
veces ni siquiera es deseable. Otras veces simplemente no es posible:
unos y otros le apuestan a la derrota de la revolución bolivariana.
Persuadir a una parte del chavismo de que la revolución vive sus últimos
días es clave: es más fácil derrotar a un pueblo que se cree a sí mismo
derrotado. El esfuerzo ha dado sus primeros resultados el pasado 6D,
por más que haya quien se empeñe en disimular las implicaciones de la
derrota electoral.
Con todo, una enorme parte del chavismo permanece incólume, a la
expectativa. Resistiendo el asedio. Lidiando con los efectos más penosos
de la guerra económica: la humillación, la baja moral, los cotidianos
conflictos intra-clase que se multiplican hasta el infinito (pueblo
robando al pueblo, intentando sacar ventaja), eso que llaman la “viveza
criolla”, y que no es más que la rapiña característica de nuestras
elites trasladada a las clases populares.
Si ese pueblo abandonado a la inhumanidad de la lucha de todos contra
todos tuviera personalidad jurídica y, como corresponde en un país
“moderno”, un buen equipo de relaciones públicas, se llamaría Empresas
Polar.
Pero no basta con un pueblo politizado. Y no basta que el liderazgo
revolucionario muestre disposición de estar a la altura de ese pueblo
que hoy resiste. Ambas cosas constituyen un buen punto de partida. Pero
sólo eso.
Corresponde gobernar revolucionariamente. Gobernar socialistamente. Esto
implica muchas cosas, pero me limitaré a una sola: gobernar
socialistamente significa informar, de manera oportuna, adecuada, veraz,
regular, suficiente, a ese pueblo politizado, en primer lugar, pero en
general a todo el pueblo y, en otra escala, a todo el mundo.
Afirmar que lo que vivimos no son los estertores de la revolución
bolivariana, sino la crisis definitiva de un modelo de sociedad (el
capitalista rentístico petrolero) es la manera correcta de plantear el
problema. Es una lectura correcta del momento histórico. Ahora hay que
llevar esta lectura hasta sus últimas consecuencias.
Los enemigos a derrotar son las múltiples expresiones de ese modelo de
sociedad. El clientelismo, ya lo hemos planteado, es su correlato en lo
político, y no es posible avanzar en la destrucción del modelo sin
librar una lucha a brazo partido contra esta tara. Pero quisiera
detenerme en el tema del patrón de consumo asociado a nuestro
capitalismo rentístico petrolero.
Más específicamente aún, dando por hecho la enorme influencia que tal
fuerza económica tiene en nuestro patrón de consumo, y dada su
beligerancia política, quisiera plantear la necesidad de estar
minuciosamente informados sobre la manera como funciona Empresas Polar, y
sobre algunos otros aspectos de la economía nacional, tanto o más
importantes.
Puntualizando:
– Más allá de toda generalización, tendríamos que comenzar por
identificar las prácticas concretas en las que incurre la corporación
para ejercer presión sobre el gobierno bolivariano y, eventualmente,
subvertir la democracia venezolana. Su campaña de victimización ha sido
tal, que una parte de la población está persuadida de que es al revés:
es el gobierno bolivariano el que ejerce presión sobre Empresas Polar
para impedir que siga desempeñando su papel de llevar alimentos y
progreso a toda la sociedad.
– Deberíamos ser capaces de determinar las mercancías con las cuales
hace negocios. Obtener esta información no reviste mayor problema. Casi
toda es pública, y puede consultarse en la propia página web de la
corporación. La cuestión es que solemos asociar la marca a una cantidad
más bien pequeña de productos emblemáticos, y desconocemos cuántas y
cuáles otras mercancías son también de la Polar. Ésta es información muy
básica, que tendría que ser del dominio común.
– Deberíamos poder establecer cuántos de estos productos son considerados artículos de primera necesidad.
– Más importante aún, tendríamos que saber cuál es el peso de cada uno
de estos productos en el mercado. Es decir, de la cantidad equis de
arroz que consume el pueblo venezolano, ¿cuánto corresponde a productos
de la Polar? En el caso específico de los productos considerados
artículos de primera necesidad, determinar el peso de las mercancías de
la Polar es fundamental para determinar nuestros niveles de soberanía
alimentaria: a mayor peso de la corporación, menos soberanía alimentaria
del pueblo venezolano.
– Respondamos con nivel de detalle: ¿respecto de qué productos puede
afirmarse, sin lugar a dudas, que Empresas Polar monopoliza el mercado u
opera como oligopolio?
– Informemos: ¿qué estamos haciendo para reducir significativamente el
peso de Empresas Polar en el mercado venezolano, producto por producto,
pero particularmente en el caso de los artículos de primera necesidad, y
en aquellos casos donde la corporación funciona de manera monopólica u
oligopólica, violando el artículo 113 constitucional?
– ¿Cómo lo estamos haciendo: a) con participación de capital privado,
nacional o foráneo; b) a través de empresas públicas; c) a través de
empresas de capital mixto, nacional o foráneo? Supongamos que
establecimos alianza con capital brasileño para producir aceite: ¿qué
porcentaje del mercado ocupa actualmente, es decir, cuánto nivel de
soberanía alimentaria recuperamos, y cuáles son las proyecciones a
futuro?
– Una pregunta decisiva: teniendo como opciones apostar por el capital
privado, nacional o foráneo, o la fuerza productiva comunal, para
producir equis rubro, pongamos el maíz, ¿por cuál optamos, en efecto?
Puesto que todo indica que la superación del modelo capitalista
rentístico petrolero sólo será posible apostándole firme y
decididamente, sin vacilaciones de ningún tipo, a la fuerza productiva
comunal.
– Informemos: ¿cuál es, actualmente, la potencialidad productiva de las
Comunas? Y más allá de las Comunas, ¿cuál es la potencialidad productiva
de las diversas formas de agregación comunal: corredores, ejes,
ciudades comunales, etc.?
– Ahora bien, más allá de su potencialidad, ¿cuánto producen actualmente
las Comunas? ¿Qué rubros? ¿Cómo avanzan los planes para garantizar
condiciones óptimas de producción?
– ¿Cuánto producen las empresas bajo control del gobierno bolivariano?
¿Cuál es su capacidad instalada? ¿Cuántas empresas son? ¿Qué alimentos
producen? ¿Cuántas de estas empresas pueden ser transferidas a Comunas?
– ¿Cuánto de los alimentos que consume la población venezolana es importado por el Estado?
– Otra pregunta clave, cuya respuesta desconoce la inmensa mayoría del
pueblo venezolano: ¿cuántos productos alimenticios son subsidiados por
el gobierno bolivariano? ¿En qué medida? ¿De qué forma?
– Respecto de la distribución, otro asunto altamente sensible para la
población venezolana: ¿cómo se distribuyen los alimentos en la red
pública creada para tal fin? ¿Cuántos de los alimentos que importa el
Estado venezolano se distribuyen a través de la red privada? ¿Por qué?
¿Quién toma estas decisiones? ¿Cómo está conformada la red pública de
distribución de alimentos? ¿Qué alimentos, qué volumen y con cuánta
periodicidad se distribuyen en cada uno de los espacios que conforman la
red pública?
– La pregunta que se hace todo ciudadano venezolano: ¿por qué no es
posible saber, de manera anticipada, cuándo y cuántos productos
considerados artículos de primera necesidad serán distribuidos en los
distintos espacios que conforman la red pública? En este desconocimiento
radica una parte considerable del malestar popular respecto de las
dificultades para ejercer su derecho a la alimentación. Informar al
respecto es uno de los primeros pasos que habría que dar.
– Para concluir, tenemos el Plan 50 al que hacía referencia el
presidente Maduro durante su Mensaje Anual a la Nación, el pasado 15 de
enero, relativo a “los 50 rubros y servicios fundamentales que debemos
garantizar del año 2016”. ¿Cómo marcha dicho plan?
Si se revisa detenidamente, se verá que en todos los casos, sin
excepción, se trata de información existente. El trabajo consiste en
ordenarla, darle la coherencia que actualmente no tiene, y de inmediato
ponerla al servicio del pueblo venezolano. De manera oportuna y veraz.
Luego, claro está, ir actualizándola. Sólo así será posible que esta
información tenga algún sentido.
Transparentar la información reduce significativamente la distancia
entre gobernantes y gobernados, en la medida en que le permite a estos
últimos incidir en las decisiones y, eventualmente, decidir. En este
sentido, va creando condiciones para el autogobierno popular, parte
consustancial del proyecto bolivariano.
Un pueblo que maneje con detalle toda esta información será un pueblo
altamente preparado no sólo para conjurar amenazas y doblegar fuerzas,
por poderosas que sean. Es un pueblo capaz de tomar las riendas de su
destino. Es un pueblo con futuro.
El conocimiento a detalle que nos proveería esta información nos
permitiría llevarle el pulso, de manera regular, a unos acontecimientos
que se suceden, ya de por sí, de manera vertiginosa. Nos permitiría
identificar aliados, corregir errores, así como neutralizar a quienes,
desde nuestras filas, operan en contra de los intereses populares.
¿A quiénes conviene que en lugar de información ordenada, coherente,
precisa, actualizada, tengamos que conformarnos con retazos de
información, con generalidades o, simplemente, con permanecer
desinformados? A los que en lugar de gobernar revolucionariamente
recurren a potes de humo. Conviene a los que están dispuestos a
claudicar. A quienes ya lo hicieron.
Lo que corresponde, entonces, al liderazgo revolucionario, pero también
al pueblo organizado, y en particular a las Comunas, es, insisto,
ordenar esta información. Concentrarla en algún lugar de consulta
pública, pero también difundirla de manera masiva, a través de distintos
formatos, de manera periódica. Un boletín, por decir algo, con esta
información, debería ser de consulta obligada para el pueblo venezolano:
revisarlo como ahora mismo revisamos el precio del petróleo o el precio
de la moneda estadounidense.
Lo mismo cabe decir, ya para concluir, respecto de todas las medidas
que, en el campo económico, va tomando el presidente Maduro. En su
Mensaje Anual a la Nación, reflexionando sobre la guerra económica, el
Presidente reconocía: nuestro pueblo “no rechaza lo que hemos hecho,
reclama por lo que no hemos hecho”. No conforme con lo que hemos dejado
de hacer, ¿vamos a seguir incurriendo en el grave error de no informar
sobre lo que hemos hecho?
Ahora bien, informar sobre lo que hemos hecho es radicalmente distinto
de la costumbre de publicar que hemos distribuido tantas toneladas de
alimentos en equis ciudad o en la jornada tal. Sin punto de referencia
que nos permita saber si tal cantidad es mucha o poca, es decir, sin
información veraz, tal práctica constituye un irrespeto al pueblo
venezolano, que viene a sumarse a la humillación que suscita la guerra
económica.
Por ejemplo, ¿cuántos de nosotros conocemos de las implicaciones
políticas de las decisiones que, en materia económica, ha tomado el
presidente Maduro durante las últimas semanas, comenzando por la reforma
parcial de la Ley de Impuesto Sobre la Renta? ¿Existe algún espacio
donde podamos acceder a la información sobre todas y cada una de estas
medidas, de manera ordenada?
¿Cómo es posible que a estas alturas de la historia sólo sea posible
acceder a los discursos del presidente Maduro, si un ciudadano común y
extraordinario militante, Luigino Bracci, los publica desde su cuenta
personal en YouTube? Tarea que asume, por demás, de manera
desinteresada, sin recibir ninguna remuneración por ello, y sin disponer
de las condiciones tecnológicas más adecuadas.
Informar, informar, informar. Informar para que prevalezca la
democracia. Entendamos que es importante informar urgentemente. Estamos a
tiempo.
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