Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
La
Revolución, ya lo dijeron los clásicos, ocurre en la cultura, en la
psiquis, en la espiritualidad, y también en las relaciones económicas
que pretende sustituir. Entonces, una Revolución es como la negación del
pasado de donde ella viene, la negación de sí misma. Es como un
renacer, lo nuevo a partir de lo viejo que le da origen. Del capitalismo
negado debe salir el Socialismo. Es un acto consciente, no es mecánico,
ni es espontáneo.
Lo anterior lo han
dicho los clásicos, es teoría aceptada. La dificultad se presenta cuando
se ha ido a la práctica, allí el monstruo se niega a morir, los que
viven en sus entrañas se pliegan al monstruo, siguen su lógica. Siglos
de lucha, de triunfos y fracasos han alimentado la teoría, se ha
avanzado en la comprensión de este difícil problema: ¿cómo de lo viejo
puede salir lo nuevo?
La naturaleza nos
ilustra: la mariposa hermosa surge de la crisálida; del huevo surge el
ruiseñor; un espermatozoide en forma de culebrita, un óvulo redondo, dan
origen a las curvas hermosas de una miss. La naturaleza nos afirma que
de lo viejo debe salir lo nuevo que lo supera y donde la vida se
despliega frondosa; pero no nos ayuda mucho a comprender cómo sería el
proceso en la sociedad humana, a entender: ¿por qué las abejas tienen
milenios con su sociedad inmutable y la especie humana en unos pocos
siglos cambia?
La respuesta debemos buscarla en la historia, en la teoría y la experiencia acumuladas. Veamos.
Lo primero que
extraemos de la historia es que la Revolución es un asunto
principalmente de la psiquis, cultural, espiritual, es consciente. No se
asusten los dogmáticos, es claro que todo está entrelazado con las
relaciones de producción, las fuerzas productivas, con los modelos
económicos, pero lo determinante es la conciencia. Las Revoluciones se pierden o se ganan en la conciencia.
Y ya tropezamos con una nueva interrogante, ¿cómo la conciencia revolucionaria surge, cómo impregna a toda la sociedad?.
La historia nos
indica que en la Revolución siempre existen un líder y una vanguardia.
Éste es un hecho que ni los anarcoides más recalcitrantes pueden
desmentir. La necesidad de este líder tiene que ver con establecer la
indispensable conexión entre la dirigencia revolucionaria y la psiquis
de la masa, este es el detonante y la guía de los cambios en la
conciencia.
Y
este es un nuevo hallazgo, la Revolución necesita una vanguardia, un
líder que establezca la conexión con el inconsciente de la masa y
comience el cambio cultural, la transformación del huevo en colibrí.
Podemos afirmar, "la
calidad de una Revolución será la calidad de su vanguardia, la
evolución de la masa dependerá de la dirección de su vanguardia".
Por supuesto que
esto no le gusta a los plumíferos encargados de enturbiar las aguas para
que en ella pesque la dominación capitalista. Ellos combaten el
surgimiento, la necesidad, de la vanguardia, y lo hacen muchísimas veces
desde, oh paradoja, posiciones del gobierno.
La vanguardia debe
prefigurar la nueva sociedad en sus rasgos fundamentales, los
espirituales; debe irradiar estos rasgos, estos valores, con su ejemplo,
con su discurso coherente, con sus acciones que deben modificar la
realidad para sustentar la nueva conciencia; debe tener el coraje para
superar dentro de ella misma la lógica del pasado. De no ser así, sería
no una vanguardia y un líder revolucionario sino una demagogia,
charlatanería.
Cuando a una
Revolución le falla la vanguardia, cuando ésta es capturada por la
lógica del capital es una Revolución atrapada, sólo le es dado
reproducir lo viejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario