Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
Este
gobierno vive en un mundo de frases vacuas. Para él, decir prevalece
sobre el hacer. Las frases crean una ficción que lo narcotiza, y la
realidad, espontánea, implacable, le golpea en la cara haciendo que
trate de ocultarla con una avalancha de nuevas frases y algunas acciones
que más parecen artificios dramatúrgicos que medidas de una estrategia
política. Así, huyendo, ensimismado en su cápsula de frases, el gobierno
se va desgastando sin percatarse, embriagado.
Al
principio las frases fueron para engañar, ahora el gobierno se cree el
engaño de las frases. La situación es delicada, la esquizofrenia dirige
hacia ninguna parte, y la sociedad impregnada de esa no-realidad es
despojada del lenguaje que comunica e impedida de la elaboración de
pensamientos más allá de lo elemental, su psiquis se empobrece a niveles
de refranes y muletillas, así es fácil presa de charlatanes y
fanáticos.
El
pragmatismo, la falta total de estrategia produce el anterior fenómeno.
Los gobernantes pierden la humildad, la soberbia es mala consejera. Los
conduce, muy rápidamente, al aislamiento de la realidad y de los
partidarios sensatos. Se quedan solos pero no lo perciben hasta que es
demasiado tarde. Entonces, gritan en corredores solitarios donde antes
la luz los encandilaba y los micrófonos abrumaban.
El
daño del pragmatismo no es sólo sobre los gobernantes, daña también el
ideal que nos dejó Chávez. El fracaso del gobierno es atribuido a la
idea de Socialismo, su torpeza es imputada al Socialismo. Por eso el
deber de los revolucionarios, de los Socialistas, es ayudar con la
crítica a que el gobierno tome el rumbo del Socialismo, y,
simultáneamente, dejar claro que esto no es Socialismo, que no es
continuidad del gobierno de Chávez, que el pensamiento del Comandante no
sustenta el accionar de este gobierno. El deber de los
Revolucionarios, en resumen, es intentar preservar al gobierno de la
única manera que eso es posible, avanzando hacia el Socialismo, y
preservar la idea Socialista, dejarla clara para las generaciones
futuras, no permitir que muera junto a un gobierno que la abandonó.
Una
de las tareas principales del gobierno, quizá la principal, es rescatar
el valor del lenguaje, de las palabras, derrotar la fraseología huera.
Así, dotando a la masa de ese instrumento será capaz de expresar los
pensamientos, de elaborarlos, de adquirir nuevos conocimientos, comenzar
la recuperación de la credibilidad, la capacidad de diseñar una
estrategia, un proyecto social, de empezar la sanación de la psiquis
colectiva, de preparar a la sociedad para emprender la tarea hermosa de
construcción de mundos que requiere de toda la capacidad intelectual.
Queda
demostrado que la Revolución no es una tarea fragmentada que se puede
hacer en alianza con el capitalismo, poco a poco. Queda demostrado que
no hay concesiones controladas, pequeñas, del mínimo coqueteo con el
capitalismo surgen los monstruos, crece su lógica, y va intoxicando
todas las áreas de la sociedad, la economía, el lenguaje, los valores,
la organización, la cultura y pronto todo el órgano social está
contaminado, y todo el esfuerzo revolucionario es absorbido por el
pasado.
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