Marco Teruggi
1. El actual escenario pareciera indicar la existencia de un repliegue cada vez más marcado de un sector del pueblo venezolano. Para describir este fenómeno resulta necesario traer la explicación que hiciera Rodolfo Walsh: “Las masas no se repliegan hacia el vacío, sino al terreno malo pero conocido, hacia relaciones que dominan, hacia prácticas comunes, en definitiva hacia su propia historia, su propia cultura y su propia psicología, o sea los componentes de su identidad social y política”.
¿Por qué el repliegue? La muerte de Hugo Chávez, la permanencia y agudización de la guerra económica, las respuestas en los hechos insuficientes en ese punto por parte del Gobierno, la creciente pérdida de credibilidad que opera debido a esta situación; son algunas de las causas del fenómeno. ¿En qué se expresa? En desmovilización política, y en hechos que muchos señalan como marca de ingratitud, traición popular: bachaqueo, reventa de logros de la revolución, ventas especulativas, contrabando, raspacupos etc.
No se trata de disculpar estos actos, ni de ver traidores en cada esquina, sino de entenderlos bajo la lógica del repliegue. Porque, ¿cuáles son las prácticas comunes de una sociedad regida durante décadas por una cultura petrolera de la reventa improductiva? Dicho de otro modo: ante la dificultad económica sostenida y en crecimiento, ¿sería esperable que los sectores populares se volcasen hacia la compra y reventa o hacia la conformación de empresas de propiedad social en el marco de las comunas? ¿Qué buscasen la salida dentro de los mecanismos del mercado o dentro de las formas posibles de esta transición?
2. El paso del tiempo y la agudización de la guerra económica amplían este fenómeno. Ese es su objetivo: empujar hacia lo malo conocido y depredador, corromper lo conquistado hasta anularlo. Sin embargo, junto al repliegue se ha venido desarrollando otro proceso, su antítesis en términos de prácticas, valores y resultados: el crecimiento comunal, experiencia que más potencia ha venido desplegando, y la aparición, aún incipiente en muchos casos, de los consejos presidenciales de gobierno popular, instancias novedosas de cara a proyectar la conformación de un sistema de cogobierno.
La maduración del proceso comunal –que ha logrado desarrollar las estructuras del consejo presidencial- pareciera indicar que allí, en articulación con algunos movimientos sociales insertos en estos procesos, se encuentra actualmente parte importante de la vanguardia colectiva y popular de la revolución. Débil tal vez para las dimensiones de las tareas planteadas, pero en pie, con un acumulado cualitativo y cuantitativo inexistente en años anteriores, y planteado sobre pilares estratégicos: gobierno del pueblo, autogestión, control y liberación territorial etc.
En esta dinámica el apoyo e impulso de Nicolás Maduro ha resultado clave, pese a que sean contados los ministerios, gobernaciones y alcaldías que respaldan el proceso comunal y la conformación de los nacientes consejos presidenciales. Tal vez esto no sea novedoso –por eso en parte el Golpe de Timón de Hugo Chávez- pero la actual situación, donde el tiempo es una guillotina, torna la situación apremiante.
3. La lucha de clases no sucede solamente entre el chavismo y el enemigo nacional y extranjero –la burguesía, la oligarquía y el imperialismo, que buscan su revancha clasista. También se encuentra dentro del mismo chavismo –las tensiones desatadas por el crecimiento comunal es un ejemplo-, y es parte nodal de la actual situación. Tampoco parece ser algo nuevo: la heterogeneidad del chavismo ha sido fundante, así como también la capacidad de Hugo Chávez de traccionar siempre al movimiento hacia sus facetas más revolucionarias.
En esa complejidad, la actual situación pareciera indicar cierto estancamiento desfavorable a la profundización revolucionaria, traducida en la no adopción –luego de dos años ya de guerra económica- de algunas medidas pedidas por muchos –comunas, consejos presidenciales, movimientos sociales, intelectualidad crítica y partícipe del proceso, etc. Para citar algunas: la nacionalización de ramas claves del comercio exterior, la fiscalización popular, la puesta en marcha de planes especiales de producción industrial y agrícola, el cierre de la sangría en la frontera.
Ante la situación abierta desde el 2013 ha predominado una búsqueda de resolución estatista e intentos de acuerdos con los sectores privados. Los resultados actuales, siguiendo esta dirección, parecen golpear sobre las dos dinámicas sociales: la acentuación del repliegue, y el malestar en los sectores organizados, en la vanguardia colectiva y popular.
4. Ante el escenario de desmejoramiento constante de la economía –la derecha ha sabido mantener una guerra sin tregua basándose en la tenencia de medios de producción, campañas psicológicas, y apoyándose sobre sectores corruptos y burocráticos del chavismo- la comunicación oficial no parece haber podido construir un discurso necesario. El relato propagandístico, centrado alrededor del gobierno, se ha mostrado sin capacidad de responder y dialogar con los sectores populares en repliegue, y aquellos organizados -que sí debaten, critican, proponen etc.
La repetición de palabras, consignas e ideas fuerza –denuncia de la guerra económica, el golpismo de la derecha y el imperialismo etc.-, parecerían ir alejándose, dejando por fuera muchos de los debates del día a día del pueblo. Cómo incorporar los nudos más problemáticos –el caso de la producción y el aumento acelerado de precios, por ejemplo- cómo hablar de falencias, reconocerlas y aportar soluciones, son aspectos que la línea oficial estatal no ha podido incorporar.
Ante esa necesidad comunicativa varios espacios han venido intentando aportar a esos debates, construyendo un relato de las experiencias populares y sus planteamientos, una narrativa de las comunas y el empoderamiento –el caso del portal Cultura Nuestra (laculturanuestra.com) busca ser un ensayo en esa dirección. Pero es cierto que existe un alcance que solo puede ser logrado por los medios oficiales/estatales, y su rigidez y lógica de campaña permanente –criticada por Hugo Chávez- agrava el cuadro actual, alejando el relato de la realidad.
5. Esta situación en constante movimiento tendrá como punto de inflexión las próximas elecciones parlamentarias: perderlas sería la apertura de un escenario de confrontación directa, el inicio del intento de revancha –voceros de la derecha ya han reconocido la existencia en territorio venezolano de células paramilitares dormidas. Perder no es una posibilidad, así como tampoco lo es una ruptura del chavismo.
Pero ante lo que parecería ser el estancamiento en el cual crece el repliegue y el malestar en los sectores más avanzados, parecería necesario –además de cómo se ha venido haciendo, disputando candidaturas dentro del Psuv para transformar lógicas verticales que restan votos y arraigo- retomar niveles de movilización popular. Para mostrar respaldo activo, crítico, con propuestas, presionar, incomodar a la burocracia instalada en el aparato estatal en puestos de dirección, pero también engordada fruto de la realidad en deterioro de los trabajadores del Estado –uno de los sectores que más se ha visto afectado por la suba racionalmente irracional de precios.
Retomar la iniciativa, un acto que podría ser impulsado por Nicolás Maduro en alianza con los sectores populares organizados, llamando a ocupar el escenario público, las calles, ensayando fiscalizaciones populares –con poderes reales- empezando con las experiencias de organización territorial más avanzadas, podrían ser pasos para salir de los tiempos permanentes de la defensiva. Existe en el pueblo -que ha venido resistiendo la guerra económica como pocos pueblos podrían hacerlo- la fuerza para intentar esos movimientos, para volver a levantar la épica que aguarda en silencio su retorno.
6. La lucha de clases implica justamente eso, luchar, y como bien dijera Jorge Massetti, existen lxs que luchan y lxs que lloran, y solo se puede estar del primer lado si se carga con el deseo de transformación, de profundización y salida revolucionaria en este caso.
El señalamiento de las carencias conlleva la responsabilidad de aportar a su solución –aunque sea ésta solamente parcial, en este caso desde la comunicación y el intento entre otras cosas de visibilizar al proceso comunal y de empoderamiento popular. Más que nunca en esta etapa en la cual la definición por parte del imperialismo y las burguesías del continente de acabar con la Revolución bolivariana –es decir con nosotrxs, física, ideológica y moralmente- no tiene vuelta atrás.
Creo, como afirmó Vicente Zito Lema en su paso reciente por Caracas, que: “Se trata de ir a la construcción de los actos sociales del bien, a la construcción de eso que en el sueño llamamos revolución, y en la práctica llamamos actos de la revolución. Actos que nos demandan cara a cara cada uno, porque si alguien deposita la vida, la construcción de la vida solo en los héroes, en los ángeles y en los mártires, no es un buen compañero, cuanto más construyamos cada uno de nosotros por el bien de todos, más fácil será la tarea. Porque semejante tarea de construir la cultura de la revolución mata día a día a los que están a cargo de las tareas más difíciles. Cada uno es el actor de la revolución”.
Y creo, sobre todo, en la capacidad de un pueblo que ha logrado una de las únicas victorias populares del continente contra un Golpe de Estado como fue el 13 de abril del 2002, que ha demostrado su fuerza creadora, su inmensa reserva moral, y su capacidad de avanzar en el ejercicio de la libertad como pocas veces ha sido visto en la historia.
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