Toby Valderrama y Antonio Aponte.
El
concepto de Patria, en el campo Revolucionario, ha pasado por tres
momentos: la Patria es América, del Libertador, novedoso pensamiento que
derrumbaba los regionalismos, los localismos, los provincialismos;
luego Martí postuló "Patria es Humanidad", elevando el concepto a todo
el género humano y abriendo la puerta de la Revolución Humana; es así
que la idea liberadora evoluciona hasta el tercer escalón, al "Patria es
Revolución", que se encarna en la Revolución Cubana, la más
internacionalista, humana, de las Revoluciones y en el Che Guevara
símbolo del internacionalismo, que rompe los límites nacionales de la
Revolución.
Los
Patriotas comprendieron que sólo integrando a la sociedad podrían tener
Patria, y en ese empeño se encontraron con la contradicción entre
capitalismo y Socialismo
El
capitalismo, erigido sobre la propiedad egoísta, privada, de los medios
de producción, fragmenta a la sociedad en tantos segmentos como
individuos existan, es la guerra de todos contra todos, transforma al
hombre en lobo del hombre. Se deduce que bajo este sistema no puede
existir Patria, sólo mercados, intereses materiales, acumulación de
dinero; miseria material para las mayorías y miseria espiritual para
todos.
El
capitalismo sólo puede producir una pseudointegración, una
pseudounidad: se organiza en unidades aisladas -un egoísmo colectivo-
que se mantienen juntas por los intereses mezquinos de sus integrantes,
enfrentadas a la sociedad y en lucha con las demás unidades aisladas,
cada una velando por sus intereses y adentro cada individuo jalando la
brasa para su sardina.
En
lo internacional la pseudointegración bajo el capitalismo sólo son
agrupaciones transitorias egoístas donde priva la guerra del capital.
Mercosur entra en esta categoría.
En
las organizaciones políticas la situación es similar, son agrupaciones
que se mantienen unidas por intereses de los fragmentos, pero en las que
se escenifica una feroz lucha entre esos pedazos. Por eso vemos a la
mesa de la derecha externa peleando candidaturas, intereses,
protagonismos. Otros partidos sufren del mismo mal, de egoísmo
capitalista, de falta de Socialismo, los vemos fragmentados en grupos de
gobernadores, diputados, caciquitos locales, con intereses mezquinos,
parciales.
Se
deduce que bajo el capitalismo no puede haber integración verdadera,
sólo pseudounidad, pseudointegración, por lo tanto, pseudopatria.
El
Socialismo, al estar basado en la propiedad social (de toda la
sociedad) de los medios de producción, y entrelazada con esa propiedad
la conciencia de pertenencia a la sociedad, es un sistema integrador de
lo local con lo universal, de los intereses individuales con los
intereses de la sociedad, de la Patria chica con la Patria Grande, la
Humanidad.
El
origen del Socialismo se remonta a los orígenes mismos de la humanidad,
al Cristianismo Primitivo, cuyas raíces se encuentran en el nuevo
testamento, en la forma de vida de los Esenios. Consigue su concreción
con el aparecimiento de la clase obrera, una clase que trabaja en
colectivo, que por su existencia comprende que la suerte de uno es la
suerte del todo, esa es la base de la comprensión del sentido de
pertenencia a la sociedad, que no lo tiene ninguna otra clase. Sobre esa
existencia surge la teoría definitiva del Socialismo.
En
el Socialismo, al ser guiado por la causa de la sociedad, de la
Humanidad, las unidades locales, los individuos dentro de ellas se
integran, se unen con el hilo del interés universal, el de toda la
sociedad, de la Humanidad. Ese es el sentimiento de amor del que hablaba
el Che, amar a la humanidad requisito para amar al semejante. Esa es la
verdadera integración, sólo posible si hay un hilo, un interés superior
a lo individual, y una relación económica no egoísta, no alimentadora
de la división. Queda claro que pretender socialismo sólo en lo local,
lo territorial, dejando intacta la relación capitalista es, para decir
lo menos, una ingenuidad destinada al fracaso.
Lo
mismo se puede decir de las integraciones internacionales: sólo son
posibles, verdaderamente, entre socialistas; las otras siempre tendrán
carácter táctico, transitorio.
Las
organizaciones políticas socialistas, las revolucionarias, tienen otro
tipo de relación, fraterna, guiadas por el interés común. Cuando esto se
pierde es que se intoxicaron del capitalismo que impera en el ambiente.
Un partido que aúpe al capitalismo y simultáneamente pretenda hacer
socialismo -sólo en lo local- está destinado a ser un partido
fragmentado, un pseudopartido.
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