viernes, 26 de septiembre de 2014

LA RAZÓN SAGRADA ES DEFENDER EL MILAGRO QUE ES CHÁVEZ.

Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
(Texto)

El Comandante Chávez nos dejó un compromiso, una razón sagrada por la cual luchar, un deber que le da sentido a la vida. El Comandante Chávez no es un hombre común, al contrario, pertenece a la estirpe de los grandes, de Cristo, de Simón Bolívar, de Fidel, hombres-santos capaces de realizar milagros que conducen a la humanidad.

Cuando Chávez irrumpe el 4 de Febrero, el planeta se sofocaba sumergido en la mediocridad, el miedo; la humanidad había perdido la esperanza, se sentía y se pensaba que había llegado el fin de la historia, más allá del capitalismo sólo la nada, el abismo. El oportunismo, el pragmatismo, eran las normas éticas; la política era un ejercicio egoísta de búsqueda del bien individual; la zancadilla, la traición, eran su divisa, los principios se consideraban estorbo arcaico, el futuro no importaba. La vida no valía un dólar, ni un barril de petróleo, todo lo justificaba el lucro, invadir, bombas, asesinatos de líderes copaban la escena.

En ese ambiente bajaron los ángeles comandados por Chávez, vinieron a traer la buena nueva, a decirnos que el mundo, la especie humana, tenía esperanzas, que en el fondo del corazón colectivo estaba el rumbo hacia el futuro, que el capitalismo era una peste curable. El Comandante trajo consigo al Socialismo, lo rescató del desierto, del olvido donde los poseedores lo habían condenado, lo desempolvó, lo pulió y lo hizo entrar de nuevo en el combate por la vida.

Entonces la humanidad despertó, la luz que brilló allá arriba en la montaña iluminó al planeta, Chávez se convirtió en el gigante de la esperanza, su leyenda recorrió el mundo, aprendió a hablar en todas las lenguas; su retrato, junto al Che; pobló las calles y los rostros de los jóvenes, volvieron los días de Carabobo, de Junín, de la Sierra Maestra, el Granma volvió a navegar, Fabricio bajó del Guaramacal, en Iracara se escuchó el grito cimarrón.

A Chávez los desposeídos, los preteridos, lo hicieron su Mesías, y juntos comenzaron a construir el puente que conduce a una tierra prometida, a la nueva era, a la salvación de la humanidad.

No era fácil el camino, él lo sabía, conocía el final de Cristo, de Bolívar, y varías veces lo predijo. Conocía su destino y sentía su misión, y la cumplió, trajo la esperanza, nos hizo humanos nuevamente, porque nos dio razones sagradas para seguir luchando, nos legó al Socialismo y fuimos grandes. Donde llegaba Chávez los pobres de la tierra se elevaban a libertadores, donde llegaba Chávez crecía el árbol de la humanidad.

Y Chávez fue asesinado, y el Mesías crucificado nuevamente, y el sueño se cubrió de luto, y las masas lloraron la muerte, y se desconcertaron y deambularon en la búsqueda de consuelo. Los enemigos se lanzaron sobre el sueño, los pusilánimes escondieron las banderas, el rojo volvió a ser subversivo, el Comandante se convirtió en carátula, su pensamiento diluido, sólo verbo sin contenido. La masa chavista fue despojada de la fuerza chavista, ya no había mensaje, el Socialismo era aplastado, nombrarlo era inconveniente. Volvían los días del pragmatismo, del oportunismo, lo importante era el yo y el permanecer. Y así, el nosotros, la sociedad, se olvidaba, eran conceptos incómodos.

Hoy la humanidad cae de nuevo en el abismo del capitalismo. En la última reunión de la onu no se habló, nadie se atrevió a hablar de Socialismo; "no era conveniente", "no es momento", "es de mal gusto", decían. Chávez, el valiente, no estuvo presente, la tribuna no se estremeció con la buena nueva del Socialismo, aquello fue un torneo de bostezos, de saludos a la bandera del conformismo: "las cosas están mal, pero nada se puede hacer, es nuestro destino", parecía la consigna.

La humanidad cae de nuevo en el abismo, la cubre la unanimidad capitalista. Regresaron los días que reclaman al 4 de febrero, pero ahora estamos en mejores condiciones, Chávez nos dio razones sagradas, nos marcó el rumbo, nos dejó el milagro, cumplió su misión. Ahora es deber nuestro concretar su sueño, luchar por el Socialismo, el verdadero, el chavista, el que cambia la relación entre los humanos, el que no es un mero reajuste del reparto de las prebendas. No podemos dejar que el pragmatismo, el oportunismo, impere de nuevo, no podemos permitir que la esperanza en un nuevo mundo perezca… Ese es el compromiso.

La dirigencia honesta, los chavistas, los desposeídos, tienen la palabra.


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