Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
(Texto)
Más allá del actual gobierno está el fascismo, de eso caben pocas
dudas. El actual gobierno no se puede sostener sin el Socialismo, de
eso tampoco cabe la más mínima
duda. El gobierno se aparta cada vez más del Socialismo, eso es
evidentísimo, tanto como es innegable su debilitamiento, que sólo no lo
ven los incautos y los adulantes. La conclusión es clara: Si no se rectifica el rumbo, vamos directo a la barbarie.
El
debilitamiento del gobierno genera recrudecimiento de la disputa por el
poder. La oposición externa, por ahora, manifiesta sus apetencias en
dos vertientes principales: la golpista y la pseudodemocratica.
La
tendencia golpista se cubre con la hoja de parra de la constituyente,
que es un recurso para desconocer al gobierno y proporcionar el primer
punto del plan de gobierno golpista.
Convocar a una constituyente post golpe para restituir el "sistema
democrático", para retomar el hilo constitucional, aplacaría a la
opinión internacional, así Venezuela sería recibida de una buena vez en
el concierto internacional. El gobierno, el Estado, responde desde la
legalidad: dice el CNE que las firmas son ilegales, como si el pedido
fuese un pedido legal, cuando en realidad se trata de una movida
política, de disputa del poder por vía golpista. Con esta postura, el
gobierno se aferra a la legalidad burguesa, la misma que los oligarcas
saltan cada vez que ven en peligro sus intereses, como ahora.
El
pedido constituyente es propuesto también desde esta acera, aunque de
otra manera: se dice que no está agotado, que hay que retomarlo y
profundizarlo, extenderlo. Y así se piensa hacer frente al peligro del golpe fascista.
La
corriente pseudodemocrática de la oposición puja -al parecer con poco
éxito- por una salida hacia un nuevo pacto de punto fijo,
de allí el diálogo que además cuenta con el apoyo internacional, que
presiona de varias formas para obligar al gobierno a seguir haciendo
concesiones como la de simonovis, ahora piden a leopoldo, quieren
arrodillar a un gobierno que se debilita cada vez más.
No
hay dudas, la disputa por el poder se agudiza cada hora, poco a poco
emergen las opciones, cada minuto aumenta la efervescencia en la
sociedad, los conflictos y el desencanto crecen, cada segundo es más
difícil calmar la tempestad que el cielo anuncia.
¿Cómo superar la situación?
La
preocupación se generaliza, se extiende. Las soluciones se buscan con
el desespero del que presiente los tiempos decisivos. De la calidad de
la discusión, del imperio de la crítica, dependerá que encontremos la
puerta para superar la barrera.
Un
sector del gobierno promueve el mismo error de Abril, distraer con
recursos cuartorepublicanos: juegan a que las elecciones parlamentarias
inclinen la balanza hacia la democracia burguesa, que con esa
convocatoria, más los aguinaldos y algún otro artificio, los oligarcas
se arrimen al árbol de la legalidad capitalista. De esa manera, plantean
el dilemma, no entre Socialismo y capitalismo sino entre democracia
burguesa y dictadura burguesa, fuerzan a escoger el menos malo: recurso
infame, válvula de seguridad del sistema capitalista.
La
búsqueda de esa puerta debe empezar por el punto donde extraviamos el
camino: el asesinato del Comandante Chávez, que de aceptado por todos
paso a ser olvidado por todos. Es
allí que reside la respuesta. Las preguntas ¿por qué?, ¿quién? tienen
más importancia que lo puramente operativo, que el cómo. Las
consecuencias de la conducta frente al crimen son más importantes que
cualquier otra consideración. La descomunal pérdida de la conciencia del
deber social adquirida en estos años y demostrada en abril y diciembre
es la consecuencia más importante. La legitimación del capitalismo como
palanca para resolver los problemas sociales es de una gravedad que sólo
podremos apreciar después del desenlace de esta situación.
La
Revolución, el gobierno revolucionario, debe rectificar, recuperar los
niveles de conciencia del deber social en la población, declarar de
verdad, verdad, y no sólo en el discurso, al capitalismo como enemigo de
la humanidad, al cual ni tantico así.
En palabras más directas: debe ir al Socialismo sin maquillajes, sin
subterfugios. Sólo así podrá dejar la zona defensiva, la pasividad, y
entrar de manera decisiva, con las masas acompañándolo, en la trinchera
de su defensa.
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