martes, 30 de septiembre de 2014

FRENTE A LAS CONSTITUYENTES: RECTIFICACIÓN O BARBARIE.

Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
(Texto)
            Más allá del actual gobierno está el fascismo, de eso caben pocas dudas. El  actual gobierno no se puede sostener sin el Socialismo, de eso tampoco cabe la más mínima duda. El gobierno se aparta cada vez más del Socialismo, eso es evidentísimo, tanto como es innegable su debilitamiento, que sólo no lo ven los incautos y los adulantes. La conclusión es clara: Si no se rectifica el rumbo, vamos directo a la barbarie.
El debilitamiento del gobierno genera recrudecimiento de la disputa por el poder. La oposición externa, por ahora, manifiesta sus apetencias en dos vertientes principales: la golpista y la pseudodemocratica.
La tendencia golpista se cubre con la hoja de parra de la constituyente, que es un recurso para desconocer al gobierno y proporcionar el primer punto del plan de gobierno golpista. Convocar a una constituyente post golpe para restituir el "sistema democrático", para retomar el hilo constitucional, aplacaría a la opinión internacional, así Venezuela sería recibida de una buena vez en el concierto internacional. El gobierno, el Estado, responde desde la legalidad: dice el CNE que las firmas son ilegales, como si el pedido fuese un pedido legal, cuando en realidad se trata de una movida política, de disputa del poder por vía golpista. Con esta postura, el gobierno se aferra a la legalidad burguesa, la misma que los oligarcas saltan cada vez que ven en peligro sus intereses, como ahora.
El pedido constituyente es propuesto también desde esta acera, aunque de otra manera: se dice que no está agotado, que hay que retomarlo y profundizarlo, extenderlo. Y así se piensa hacer frente al peligro del golpe fascista.
La corriente pseudodemocrática de la oposición puja -al parecer con poco éxito- por una salida hacia un nuevo pacto de punto fijo, de allí el diálogo que además cuenta con el apoyo internacional, que presiona de varias formas para obligar al gobierno a seguir haciendo concesiones como la de simonovis, ahora piden a leopoldo, quieren arrodillar a un gobierno que se debilita cada vez más.
No hay dudas, la disputa por el poder se agudiza cada hora, poco a poco emergen las opciones, cada minuto aumenta la efervescencia en la sociedad, los conflictos y el desencanto crecen,  cada segundo es más difícil calmar la tempestad que el cielo anuncia.
¿Cómo superar la situación?
La preocupación se generaliza, se extiende. Las soluciones se buscan con el desespero del que presiente los tiempos decisivos. De la calidad de la discusión, del imperio de la crítica, dependerá que encontremos la puerta para superar la barrera.
Un sector del gobierno promueve el mismo error de Abril, distraer con recursos cuartorepublicanos: juegan a que las elecciones parlamentarias inclinen la balanza hacia la democracia burguesa, que con esa convocatoria, más los aguinaldos y algún otro artificio, los oligarcas se arrimen al árbol de la legalidad capitalista. De esa manera, plantean el dilemma, no entre Socialismo y capitalismo sino entre democracia burguesa y dictadura burguesa, fuerzan a escoger el menos malo: recurso infame, válvula de seguridad del sistema capitalista.
La búsqueda de esa puerta debe empezar por el punto donde extraviamos el camino: el asesinato del Comandante Chávez, que de aceptado por todos paso a ser olvidado por todos. Es allí que reside la respuesta. Las preguntas ¿por qué?, ¿quién? tienen más importancia que lo puramente operativo, que el cómo. Las consecuencias de la conducta frente al crimen son más importantes que cualquier otra consideración. La descomunal pérdida de la conciencia del deber social adquirida en estos años y demostrada en abril y diciembre es la consecuencia más importante. La legitimación del capitalismo como palanca para resolver los problemas sociales es de una gravedad que sólo podremos apreciar después del desenlace de esta situación.
La Revolución, el gobierno revolucionario, debe rectificar, recuperar los niveles de conciencia del deber social en la población, declarar de verdad, verdad, y no sólo en el discurso, al capitalismo como enemigo de la humanidad, al cual ni tantico así. En palabras más directas: debe ir al Socialismo sin maquillajes, sin subterfugios. Sólo así podrá dejar la zona defensiva, la pasividad, y entrar de manera decisiva, con las masas acompañándolo, en la trinchera de su defensa.

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