*Juan Martorano.
En esta tercera entrega, continuaremos con los
experimentos y desarrollos bioquimicos impulsados por Sidney Gottlieb
y la CIA desde los años 50 hasta la actualidad.
En Japón, el doctor Gottlieb había visitado la
base secreta que tenía la CIA en la base aérea de Atsugi, cerca de
Yokohama. Desde ese complejo, de veinte héctareas de extensión, la
CIA había empezado a ejecutar misiones secretas. El responsable de
esas misiones era Hans Tofte, un veterano de la OSS. Se jactaba de
conocer “cada centímetro del terreno”. El doctor Gottlieb le dio
instrucciones para que hiciera una selección de insectos y animales
de pequeño tamaño de la zona, como ratas de la jungla y topillos,
para sus experimentos.
Como lo sigue señalando Gordon en su libro, Frank
Olson y sus colegas investigadores se pusieron manos a la obra con
los insectos y los pequeños mamíferos. Todos los miembros del
personal científico habían firmado un documento por el cual, en
caso de fallecimiento a consecuencia de alguna enfermedad contraída
en el desempeño de su labor, legaban su cuerpo al Gobierno
estadounidense. Se los vacunó a todos para protegerlos de los
gérmenes que utilizarían para infectar a los animales procedentes
de Corea. Para poder acceder a los laboratorios, debían tomarse una
serie de antibióticos y ducharse con una potente solución
antiséptica. Vestirse con capucha y botas de protección, respirar
aire purificado, bañados en luz ultravioleta. Para manipular los
microbios que pululaban en placas de vidrio en el interior de las
cajas de cristal, debían usar guantes de goma y examinar uno a uno
para determinar cualés podían servir de vectores de transmisión.
Se trataba y se trata de todo un trabajo tedioso y
potencialmente mortal. Las bacterias se probaban en “conejillos de
indias”: conejos, macacos, rhesus y cerdos. Las pruebas se
realizaban en un edificio sin ventanas de ocho pisos de altura, un
rascacielos entre los edificios bajos de Camp Detrick. El edificio
527: entre sus paredes había una esfera de metal de unos doce metros
de circunferencia. En su interior se pulverizaban las bacterias sobre
los animales para comprobar su idoneidad como vectores para
enfermedades como, por ejemplo, la encefalitis, la enfermedad del
cerebro que desencadena rápidamente convulsiones y coma, y que a
menudo ocasiona la muerte.
También Frank Olson y sus colegas confirmaron
también la idoneidad de la colección coreana del doctor Gottlieb
para diseminar muchos otros virus de guerra bacteriológica.
El 5 de diciembre de 1950, un memorándum secreto
del Comité de Armas Biológicas del Departamento de Defensa de los
Estados Unidos llegó a la Oficina del doctor Gottlieb solicitando
asesoramiento en la búsqueda de pruebas acerca de la inmunidad de
desertores enemigos y prisioneros de guerra contra enfermedades
provocadas por armas biológicas y el progrso del trabajo y defensa
de los Estados Unidos desde el punto de vista de la guerra biológica.
Es por ello, que el doctor Gottlieb decidió que
había llegado el momento de volver a Tokio para visitar la unidad
406 llevándose a Frank Olson consigo. Llegaron a principios de 1951.
El laboratorio médico general de la unidad 406 del Mando del Extremo
Oriente, se había fundado en 1946 y en ese momento tenía su sede en
el edificio Mitsubishi Hagashi, en las afueras de Tokio. Su propósito
original era proporcionar servicios sanitarios de varios tipos a los
ocupantes estadounidenses y a la población civil. Pero la unidad 406
tenía otro cometido, que sólo conocían el Coronel Mason y algunos
subalternos de mayor graduación. En un complejo de laboratorios de
acceso restringido había una serie de investigadores trabajando con
peste, ántrax, fiebre de Malta y cólera para descubrir su potencial
como armas. Cada mes se sacrificaban en experimentos alrededor de
20.000 ratones y varios cientos de conejillos de indias y otros
pequeños mamíferos. Los investigadores estadounidenses contaban con
la ayuda de algunos científicos japoneses que habían visitado Fort
Detrick en 1945. A cambio de inmunidad por sus crímenes de guerra,
los japoneses revelaron detalles de los experimentos que habían
llevado a cabo con armas biológicas sobre prisioneros
estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial.
El doctor Gottlieb y Frank Olson habían llegado en
un momento en el que la unidad 406 estaba a punto de adentrarse más
todavía en el siniestro mundo de la guerra biológica.
En abril de 1951 Estados Unidos y las fuerzas
aliadas contraatacaron con contundencia e hicieron muchos prisioneros
coreanos. Estaban retenidos en un campo de la isla de Koje, en Corea
del Sur. Ese mes, un lanchón de desembarco de la Marina de Estados
Unidos que había sido equipado como laboratorio por la unidad 406
atracó en sus aguas. El doctor Gottlieb se encontraba a bordo. El
buque estaba allí para atajar un brote de disentería amébica
declarado entre los prisioneros. Se hicieron 3.000 cultivos orales y
rectales.
En los meses que siguieron, cayeron enfermos casi
20.000 prisioneros; murieron 1.800. empezaron a circular informes por
toda Asia en los que se afirmaba que los prisioneros habían sido
sujetos a experimentación con armas bacteriológicas. Newsweek
resumió así las alegaciones: “Corea del Norte y China denuncian
el uso de chinos comunistas como cobayas humanas en el barco de la
peste bubónica”.
De repente, cesaron todos los comentarios acerca de
estos incidentes. Años después, cuando William Colby, Director de
la CIA, compareció en una vista ante el Congreso, dijo que los
archivos de la CIA sobre el programa de guerra biológica eran “muy
incompletos”, ya que muchos habían sido destruidos en 1972-1973.
No podía recordar por qué. Era posible que incluyeran todo tipo de
detalles acerca de l misterioso brote de disentería entre los
prisioneros coreanos. ¿Fueron infectados con un germen?
También es bueno destacar las confesiones de los
oficiales derribados en la guerra de Corea en las que reconocían
haber lanzado armas biológicas. Habían descrito como las bombas de
gérmenes se cargaban minutos antes de despegar para evitar el
peligro de un contratiempo que hubiera podido aniquilar toda una base
aérea. Cada aviador confesó, de manera independiente, que el
objetivo de los ataques era crear un cinturón de contaminación que
se extendiese por el centro de Corea del Norte de tal forma que
interrumpiese el movimiento de soldados y suministros hacia el sur
del paralelo 38. Cada piloto dijo que le habían dado una explicación
detallada acerca de cómo las bombas cargadas de gérmenes
“desatarían una epidemia en el bando enemigo”. Todos estos
testimonios son de personas que habían visto a supervivientes
coreanos y chinos de las armas biológicas, seǵun las declaraciones
de Eric Olson, hijo de Frank Olson y recogidas en el libro “Las
armas secretas de la CIA” de Thomas Gordon.
De acuerdo a periódicos estadounidenses que se
encontraban en Corea para la época, se señaló lo siguiente: “...
Los norcoreanos decían haber capturado a algunos de nuestros pilotos
y que éstos habían confesado haber lanzado “bombas de gérmenes”.
Decían que incluso tenían fotografías de algunas de estas bombas,
que no habían llegado a explotar...”
También hubo acusaciones de que en la guerra en
Corea, Estados Unidos habría incurrido en guerra bacteriológica:
“La mayor parte fue trabajo experimental. Experimentos con
vectores: insectos que, como el mosquito puede ser portador de la
fiebre amarilla, y capaces de transmitir enfermedades de un organismo
a otro. Habían concluido que Corea del Norte había servido, en
efecto, de banco de pruebas para las armas bacteriológicas.
Por supuesto, y como las películas de Misión
Imposible, Washington desmintió categóricamente estas acusaciones.
Por razones de espacio, lo dejamos hasta aquí, pero
esto cada vez se torna interesante.
¡Bolívar y Chávez viven, y su lucha y la Patria
que nos legaron siguen!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!
*Abogado,Activista
por los Derechos Humanos,Militante Revolucionario y de la Red
Nacional de Tuiter@s Socialistas
(RENTSOC).http://juanmartorano.blogspot.com/
http://juanmartorano.wordpress.com/ jmartoranoster@gmail
.com
,j_martorano@hotmail.com
,juan _martoranocastillo@yahoo. com. ar . @juanmartorano (Cuenta en
Tuiter).
1 comentario:
Hola mi pana. Veo que le has puesto mucho trabajo a la investigación, pero dejas fuera un pequeño detalle: A Chavez lo trataron en Cuba. Y si lo mataron los cubanos?
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