Arlene Vergaras.
En los espacios de encuentros de la Consulta por la Calidad Educativa el magisterio barines, se ha hecho presente en las voces plurales de la consciencia y al unísono ha considerado el valor ético del trabajo, su concepción filosófica del encargo social y la razón ontológica del ser y hacer docente. Reflexionar en su esencia denota hacer un alto en la cotidianidad al concebir la educación como un derecho humano, es asumirla al servicio de la sociedad y por ende considerada en la dimensión más amplia en la práctica, una práctica consustancia con la filosofía de país que se recrea en el preámbulo de nuestra carta magna y se perfila en detalle en el Plan de la Patria. Desde esta perspectiva, la práctica educativa debe tributar a un Estado Social de Derechos y Garantías, cónsono con el marco legal.
En referencia a ello, la práctica docente debe potenciarse como espacios
de reflexión, donde la crítica y autocrítica se constituyan en el
ejercicio cotidiano de la consciencia. Donde la acción pedagógica permee
todo el proceso educativo desde la formación como proceso inherente
educativo. Desde esta óptica, la participación del magisterio debe
trascender el protagonismo en las diferentes actividades de la consulta a
la acción, a la práctica docente desde cualquiera de las funciones como
docente de aula, docente directivo o docente supervisor.
Que toda esa energía concentrada en el magisterio venezolano en las
voces y consciencias de millones de personas que nos encontramos
participando, que toda esa fuerza sea la que se materialice en la
práctica, en la acción pero en la acción reflexiva y transformadora. Es
decir en la praxis, en ese entramado de relaciones se hace presente
según los postulados Freire acción / reflexión, para apuntar en esa
praxis toda la voluntad para poder transformar la educación desde una
perspectiva holística e integradora.
Como docentes desde las funciones diversas que nos correspondan
desempeñar, debemos hacernos consciente de ese encargo social. Asumir la
acción en praxis, no es suficiente, la práctica nos arropa y atropella
en la cotidianidad en el tareas de lo urgente e inmediato que van
dejando en ese transitar lo importante, que no es otra cosa que el
cumplimiento a cabalidad con estándares de eficiencia de la política
pública y su implementación de los planes, programas y proyectos que se
materialicen en correspondencia con los objetivos y fines de la
Educación Bolivariana en los niveles y modalidades del Subsistema
Educación Básica.
La dinámica propia del Sistema Educativo Bolivariano, debe ir
perfilándose con una visión coherente y consustanciada con el maestro
que queremos y necesitamos; con el profesional de la docencia con
vocación de servicio, altamente motivado que asume la escuela como el
escenario más amplio de enseñanza y aprendizaje. Una escuela que
trasciende el perímetro de su infraestructura y se proyecta con mayor
alcance a la comunidad. Una escuela abierta con participación
protagónica que potencia la corresponsabilidad educativa y tiende sus
manos a las distintas formas de organización comunitaria y juntos en un
gran colectivo tributan en su acción por una mejor educación para todos y
todas, una educación por la paz y la vida, por los derechos y garantías
en igualdad de oportunidades como consecuencia de un Estado social
donde los valores de justicia, equidad, igualdad se imponen en la
relaciones educativas.
En el marco de las consideraciones, de la praxis como un sistema
operativo de la política educativa en proceso de activación nacional por
una educación de calidad. Es el gran desafío de los docentes
venezolanos. La realidad educativa que se hace presente en la
consciencia y voluntad de la ciudadanía y del Estado. En la actualidad,
en época de cambios que demandan cerrar brechas entre realidades y
verdades que están presenten en la práctica del docente. Exigen en cada
uno de los maestros y maestras asumir retos y desafíos educativos,
implica compromiso con replantear la práctica docente, una praxis
coherente y que dé respuesta a los grandes cambios sociales. Los
docentes de estos tiempos experimentamos una brecha generacional, con
formación inicial o de pregrado en un número importante 10 años o más de
servicio, marco referencial en el tiempo que nos permite hacer la
lectura en la necesidad imperante de asumir la formación de carácter
permanente.
Una educación de pregrado o universitaria, con marcada tendencia en el
desarrollo de unidades curriculares desligadas de la práctica en la
escuela, apropiación de teorías educativas que no tienen total
consistencia con la contextualización de la educación. Un maestro
formado en universidades tradicionales que no se corresponden con la
visión de las escuelas de formación de docente como la Universidad
Bolivariana entre otras, que se fundamentan en un Programa Nacional de
Formación Docente, los estudiantes desde el primer semestre hacen su
vinculación en la escuela donde se van apropiado y construyendo los
conocimientos de las ciencias pedagógicas, con la validación de teoría y
práctica docente.
Un maestro que llega al campo laboral, y se enfrenta con una realidad
inconsistente con las teorías universitarias. Un sistema de formación
permanente que el tiempo nos ha mostrado que no ha dado respuesta a las
necesidades de formación del magisterio venezolano. Porque en caso
contrario, los docentes no estuviéramos demandando en estos tiempos por
un sistema de formación que se corresponda con los requerimientos
prioritarios del docente que en esta consulta nacional claman ser
atendidos. Desde esta perspectiva, la formación del docente se asume
como lo establece el marco legal en la LOE (2009) como política como un
deber del estado y como un derecho de todos los docentes de estar en
constante proceso de formación permanente.
Uno de los grandes retos y desafíos educativos como Estado, es
garantizar que todos los docentes se mantengan en constante proceso de
formación permanente. Para potenciar una cultura de investigación y
formación desde cada uno de los espacios educativos, es decir desde su
praxis que no es otra cosa que conjugar el binomio de teoría y praxis.
Desde esta perspectiva, la investigación del docente juega un papel
fundamental como herramienta para construir y reconstruir el
conocimiento desde los escenarios de aprendizajes donde se conjuga la
política educativa. En este sentido, no se puede hablar de calidad sin
valorar al docente. En efecto, es determinante la formación permanente
para potenciar la investigación pedagógica como alternativa que permita
crear e innovar la didáctica centrada en valores para promover una
cultura por la paz y por la vida, una educación garante de los derechos
fundamentales y consustanciada con la filosofía de país, de la patria
grande, patria de libertadores, patria de Bolívar y Chávez.
Estas reflexiones plantean la necesidad de construir un país productivo,
tal como lo establece el Plan Socialista de Gobierno del estado Barinas
2012-2016, en el objetivo estatal: 2.1.3.1 Impulsar la formación desde
la praxis del trabajo, conciencia del trabajador y trabajadora, como
sujetos activos del proceso de transformación y participación
democrática del trabajo.
Se plantea entonces que el Sistema Nacional de Investigación y Formación
Permanente del Magisterio (SNIFPM), recién inaugurado el pasado 27 de
junio de 2014, como política ministerial en toda su estructura nacional
con la concreción de Centros Estatales y Municipales de Investigación y
Formación Permanente del Magisterio, 24 Centros Estatales y 366 Centros
Municipales con proyección parroquial e institucional, con la finalidad
de desarrollar la política nacional de formación permanente del docente;
al concebirlo como un derecho de todos los docente y como un deber del
Estado de garantizarlo con carácter permanente que responda a los
requerimientos sociales, así como a la demanda de preparación del
docente en la dinámica propia en que la sociedad de conocimiento avanza a
pasos acelerados y en contraste con la formación inicial no se
corresponde en gran parte al desempeño docente y con la concepción del
estudiante de estos tiempos.
Un sistema de formación que igualmente responda a la necesidad de
construir un país productivo. Por una parte, el manejo de las teorías de
las ciencias pedagógicas, del saber hacer, como componente
indispensable de la formación y, por la otra, la reflexión crítica sobre
el proceso social de trabajo, sus relaciones, y condicionantes. Asumir
la formación desde esta óptica, es valorar el trabajo del docente con
gran impacto social, es concebirlo con amor y ética profesional en la
dimensión más amplia del trabajo docente. Es por ello que la formación
no solo debe limitarse al desarrollo de unidades curriculares o ejes
temáticos sino que debe articulares en forma integral con el desarrollo
personal y profesional; entre teoría y práctica, donde tengamos los
mejores docentes motivados.
La práctica docente debe ser abordada como una unidad en el entramado de
indicadores que intervienen en forma interdependiente donde no solo es
suficiente la valoración del trabajo del docente de aula, el Estado ha
de desarrollar una política integral de atención al magisterio en la
formación, en las políticas sociales y económicas para que la profesión
de la docencia se dignifique en el trato y relación laboral. Que a nivel
mundial e internacional se homologuen los sueldos de los docentes
porque existen grandes brechas en el tratamiento laboral del profesional
de la docencia. Es necesario mejorar las condiciones personales y
profesionales; aspectos que aunque parecieran fuera de contexto en el
discurso de la práctica docente, juegan un papel importante en la
motivación y vocación.
En esa red de relaciones se han considerado las fortalezas y debilidades
de la formación docente. Una formación que garantice a los docentes
estar preparados para enfrentar en la dinámica educativa a los
estudiantes de estos tiempos, que nacieron en la era de la tecnología,
estudiantes que avanzan a pasos acelerados. En esa dicotomía docentes
que nos quedamos con la formación inicial y que algunos no son capaces
de hacer el uso adecuado de las tecnologías como herramienta
potenciadora de la enseñanza y aprendizaje, en entre otras
características de la praxis educativa.
El sistema de investigación y formación igualmente debe garantizar en
Directores y Supervisores, potenciar el mayor compromiso en la
administración de la política educativa, con niveles de consciencia y
cualidades humanas que tributen en las relaciones pedagógicas, el saber
llegar y brindar el acompañamiento pedagógico en cada uno de los
procesos, ser capaz de valorar de manera objetiva al reconocer el
potencial y capacidad de cada actor protagonista; y en ese entramado de
relaciones optimizar la praxis educativa coherente y consistente con la
educación como política de Estado; ese debe ser la razón y gran desafío
que nos hace centrar el interés en la acción educativa corresponsable de
ahí el valor de la formación e investigación y el valor ético al
trabajo, el saber hacer y la práctica como el espacio por excelencia de
autoformación y formación compartida.
Hablar de debilidades del sistema de formación, nos permitirá recrear y
develar el tratamiento que le hemos dado en el manejo de la política en
materia de formación. Son grandes las brechas que tenemos que cerrar.
Este es el gran desafío como Estado y como actores corresponsables y
garantes de las competencias del Estado Docente y de los fines de la
Educación venezolana. Sobre la base de los fundamentos legales que
describen en detalles las competencias y los fines de la educación, son
los parámetros jurídicos y orientadores referenciales que nos motiven a
experimentar actos de consciencia para asumir retos en el valor al
trabajo lo que implica el ser docente y el encargo social como
trabajador de este sistema nacional.
Uno de los grandes ausente que ha permanecido en el ámbito educativo es
la capacidad de administrar un sistema de supervisión que trascienda lo
netamente administrativo centrado en los resultado y se articule en lo
pedagógico desde el acompañamiento orientador de los procesos propios de
la dinámica educativa. Una dirección científica, enmarcada en el
seguimiento y control de la política pública materializada en el Estado
Docente.
Es importante destacar que como política educativa el SNIFPM, su alcance
y proyección nacional al desplegar toda una programación que se
articule en los Estados y vaya dando respuesta a todo el magisterio. Es
desaprender y aprender otros mecanismos de formación a través de la
construcción social del conocimiento, como parte del proceso de
socialización en los espacios de encuentro educativo para investigar,
innovar y crear las acciones de formación en colectivo que hagan posible
la construcción y reconstrucción del conocimiento pedagógico
consistente con el principio de contextualización y adecuación
curricular.
Implica la organización en un gran movimiento pedagógico, que nos
permita romper viejas estructuras anacrónicas, donde el docente en su
desempeño profesional se subestima y esta carrera no es considerada con
el estatus de lo que implica el ser docente, porque son muchos los
antivalores que se han impuesto en su desempeño que opacan y resaltan en
la desmotivación y poca vocación de servicio.
Como Estado cuna de la revolución asumimos el gran desafío haremos lo
que haya que hacer para activar todas las energías profesionales y de
las estructuras de los colectivos de las instancias educativas para
impulsar una formación integral del ser docente para promover la
valoración ética al trabajo, y revertir la praxis pedagógica como
escenarios de formación e investigación educativa.
Eficiencia o nada…
Doctora en Ciencias de la Educación. Docente Directora del MPPE y
Docente Universitaria. Investigadora, miembro del Centro Nacional de
Investigación Educativa del Centro Internacional Miranda. Escritora de
artículos educativos.
arlenevergarasm@gmail.com @arlenevergaras
arlenevergarasm@gmail.com @arlenevergaras
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