viernes, 18 de julio de 2014

Reflexión integradora de la práctica docente, una perspectiva de formación en y para el trabajo.

En los espacios de encuentros de la Consulta por la Calidad Educativa el magisterio barines, se ha hecho presente en las voces plurales de la consciencia y al unísono ha considerado el valor ético del trabajo, su concepción filosófica del encargo social y la razón ontológica del ser y hacer docente. Reflexionar en su esencia denota hacer un alto en la cotidianidad al concebir la educación como un derecho humano, es asumirla al servicio de la sociedad y por ende considerada en la dimensión más amplia en la práctica, una práctica consustancia con la filosofía de país que se recrea en el preámbulo de nuestra carta magna y se perfila en detalle en el Plan de la Patria. Desde esta perspectiva, la práctica educativa debe tributar a un Estado Social de Derechos y Garantías, cónsono con el marco legal.

En referencia a ello, la práctica docente debe potenciarse como espacios de reflexión, donde la crítica y autocrítica se constituyan en el ejercicio cotidiano de la consciencia. Donde la acción pedagógica permee todo el proceso educativo desde la formación como proceso inherente educativo. Desde esta óptica, la participación del magisterio debe trascender el protagonismo en las diferentes actividades de la consulta a la acción, a la práctica docente desde cualquiera de las funciones como docente de aula, docente directivo o docente supervisor.
Que toda esa energía concentrada en el magisterio venezolano en las voces y consciencias de millones de personas que nos encontramos participando, que toda esa fuerza sea la que se materialice en la práctica, en la acción pero en la acción reflexiva y transformadora. Es decir en la praxis, en ese entramado de relaciones se hace presente según los postulados Freire acción / reflexión, para apuntar en esa praxis toda la voluntad para poder transformar la educación desde una perspectiva holística e integradora.
Como docentes desde las funciones diversas que nos correspondan desempeñar, debemos hacernos consciente de ese encargo social. Asumir la acción en praxis, no es suficiente, la práctica nos arropa y atropella en la cotidianidad en el tareas de lo urgente e inmediato que van dejando en ese transitar lo importante, que no es otra cosa que el cumplimiento a cabalidad con estándares de eficiencia de la política pública y su implementación de los planes, programas y proyectos que se materialicen en correspondencia con los objetivos y fines de la Educación Bolivariana en los niveles y modalidades del Subsistema Educación Básica.
La dinámica propia del Sistema Educativo Bolivariano, debe ir perfilándose con una visión coherente y consustanciada con el maestro que queremos y necesitamos; con el profesional de la docencia con vocación de servicio, altamente motivado que asume la escuela como el escenario más amplio de enseñanza y aprendizaje. Una escuela que trasciende el perímetro de su infraestructura y se proyecta con mayor alcance a la comunidad. Una escuela abierta con participación protagónica que potencia la corresponsabilidad educativa y tiende sus manos a las distintas formas de organización comunitaria y juntos en un gran colectivo tributan en su acción por una mejor educación para todos y todas, una educación por la paz y la vida, por los derechos y garantías en igualdad de oportunidades como consecuencia de un Estado social donde los valores de justicia, equidad, igualdad se imponen en la relaciones educativas.
En el marco de las consideraciones, de la praxis como un sistema operativo de la política educativa en proceso de activación nacional por una educación de calidad. Es el gran desafío de los docentes venezolanos. La realidad educativa que se hace presente en la consciencia y voluntad de la ciudadanía y del Estado. En la actualidad, en época de cambios que demandan cerrar brechas entre realidades y verdades que están presenten en la práctica del docente. Exigen en cada uno de los maestros y maestras asumir retos y desafíos educativos, implica compromiso con replantear la práctica docente, una praxis coherente y que dé respuesta a los grandes cambios sociales. Los docentes de estos tiempos experimentamos una brecha generacional, con formación inicial o de pregrado en un número importante 10 años o más de servicio, marco referencial en el tiempo que nos permite hacer la lectura en la necesidad imperante de asumir la formación de carácter permanente.
Una educación de pregrado o universitaria, con marcada tendencia en el desarrollo de unidades curriculares desligadas de la práctica en la escuela, apropiación de teorías educativas que no tienen total consistencia con la contextualización de la educación. Un maestro formado en universidades tradicionales que no se corresponden con la visión de las escuelas de formación de docente como la Universidad Bolivariana entre otras, que se fundamentan en un Programa Nacional de Formación Docente, los estudiantes desde el primer semestre hacen su vinculación en la escuela donde se van apropiado y construyendo los conocimientos de las ciencias pedagógicas, con la validación de teoría y práctica docente.
Un maestro que llega al campo laboral, y se enfrenta con una realidad inconsistente con las teorías universitarias. Un sistema de formación permanente que el tiempo nos ha mostrado que no ha dado respuesta a las necesidades de formación del magisterio venezolano. Porque en caso contrario, los docentes no estuviéramos demandando en estos tiempos por un sistema de formación que se corresponda con los requerimientos prioritarios del docente que en esta consulta nacional claman ser atendidos. Desde esta perspectiva, la formación del docente se asume como lo establece el marco legal en la LOE (2009) como política como un deber del estado y como un derecho de todos los docentes de estar en constante proceso de formación permanente.
Uno de los grandes retos y desafíos educativos como Estado, es garantizar que todos los docentes se mantengan en constante proceso de formación permanente. Para potenciar una cultura de investigación y formación desde cada uno de los espacios educativos, es decir desde su praxis que no es otra cosa que conjugar el binomio de teoría y praxis.
Desde esta perspectiva, la investigación del docente juega un papel fundamental como herramienta para construir y reconstruir el conocimiento desde los escenarios de aprendizajes donde se conjuga la política educativa. En este sentido, no se puede hablar de calidad sin valorar al docente. En efecto, es determinante la formación permanente para potenciar la investigación pedagógica como alternativa que permita crear e innovar la didáctica centrada en valores para promover una cultura por la paz y por la vida, una educación garante de los derechos fundamentales y consustanciada con la filosofía de país, de la patria grande, patria de libertadores, patria de Bolívar y Chávez.
Estas reflexiones plantean la necesidad de construir un país productivo, tal como lo establece el Plan Socialista de Gobierno del estado Barinas 2012-2016, en el objetivo estatal: 2.1.3.1 Impulsar la formación desde la praxis del trabajo, conciencia del trabajador y trabajadora, como sujetos activos del proceso de transformación y participación democrática del trabajo.
Se plantea entonces que el Sistema Nacional de Investigación y Formación Permanente del Magisterio (SNIFPM), recién inaugurado el pasado 27 de junio de 2014, como política ministerial en toda su estructura nacional con la concreción de Centros Estatales y Municipales de Investigación y Formación Permanente del Magisterio, 24 Centros Estatales y 366 Centros Municipales con proyección parroquial e institucional, con la finalidad de desarrollar la política nacional de formación permanente del docente; al concebirlo como un derecho de todos los docente y como un deber del Estado de garantizarlo con carácter permanente que responda a los requerimientos sociales, así como a la demanda de preparación del docente en la dinámica propia en que la sociedad de conocimiento avanza a pasos acelerados y en contraste con la formación inicial no se corresponde en gran parte al desempeño docente y con la concepción del estudiante de estos tiempos.
Un sistema de formación que igualmente responda a la necesidad de construir un país productivo. Por una parte, el manejo de las teorías de las ciencias pedagógicas, del saber hacer, como componente indispensable de la formación y, por la otra, la reflexión crítica sobre el proceso social de trabajo, sus relaciones, y condicionantes. Asumir la formación desde esta óptica, es valorar el trabajo del docente con gran impacto social, es concebirlo con amor y ética profesional en la dimensión más amplia del trabajo docente. Es por ello que la formación no solo debe limitarse al desarrollo de unidades curriculares o ejes temáticos sino que debe articulares en forma integral con el desarrollo personal y profesional; entre teoría y práctica, donde tengamos los mejores docentes motivados.
La práctica docente debe ser abordada como una unidad en el entramado de indicadores que intervienen en forma interdependiente donde no solo es suficiente la valoración del trabajo del docente de aula, el Estado ha de desarrollar una política integral de atención al magisterio en la formación, en las políticas sociales y económicas para que la profesión de la docencia se dignifique en el trato y relación laboral. Que a nivel mundial e internacional se homologuen los sueldos de los docentes porque existen grandes brechas en el tratamiento laboral del profesional de la docencia. Es necesario mejorar las condiciones personales y profesionales; aspectos que aunque parecieran fuera de contexto en el discurso de la práctica docente, juegan un papel importante en la motivación y vocación.
En esa red de relaciones se han considerado las fortalezas y debilidades de la formación docente. Una formación que garantice a los docentes estar preparados para enfrentar en la dinámica educativa a los estudiantes de estos tiempos, que nacieron en la era de la tecnología, estudiantes que avanzan a pasos acelerados. En esa dicotomía docentes que nos quedamos con la formación inicial y que algunos no son capaces de hacer el uso adecuado de las tecnologías como herramienta potenciadora de la enseñanza y aprendizaje, en entre otras características de la praxis educativa.
El sistema de investigación y formación igualmente debe garantizar en Directores y Supervisores, potenciar el mayor compromiso en la administración de la política educativa, con niveles de consciencia y cualidades humanas que tributen en las relaciones pedagógicas, el saber llegar y brindar el acompañamiento pedagógico en cada uno de los procesos, ser capaz de valorar de manera objetiva al reconocer el potencial y capacidad de cada actor protagonista; y en ese entramado de relaciones optimizar la praxis educativa coherente y consistente con la educación como política de Estado; ese debe ser la razón y gran desafío que nos hace centrar el interés en la acción educativa corresponsable de ahí el valor de la formación e investigación y el valor ético al trabajo, el saber hacer y la práctica como el espacio por excelencia de autoformación y formación compartida.
Hablar de debilidades del sistema de formación, nos permitirá recrear y develar el tratamiento que le hemos dado en el manejo de la política en materia de formación. Son grandes las brechas que tenemos que cerrar. Este es el gran desafío como Estado y como actores corresponsables y garantes de las competencias del Estado Docente y de los fines de la Educación venezolana. Sobre la base de los fundamentos legales que describen en detalles las competencias y los fines de la educación, son los parámetros jurídicos y orientadores referenciales que nos motiven a experimentar actos de consciencia para asumir retos en el valor al trabajo lo que implica el ser docente y el encargo social como trabajador de este sistema nacional.
Uno de los grandes ausente que ha permanecido en el ámbito educativo es la capacidad de administrar un sistema de supervisión que trascienda lo netamente administrativo centrado en los resultado y se articule en lo pedagógico desde el acompañamiento orientador de los procesos propios de la dinámica educativa. Una dirección científica, enmarcada en el seguimiento y control de la política pública materializada en el Estado Docente.
Es importante destacar que como política educativa el SNIFPM, su alcance y proyección nacional al desplegar toda una programación que se articule en los Estados y vaya dando respuesta a todo el magisterio. Es desaprender y aprender otros mecanismos de formación a través de la construcción social del conocimiento, como parte del proceso de socialización en los espacios de encuentro educativo para investigar, innovar y crear las acciones de formación en colectivo que hagan posible la construcción y reconstrucción del conocimiento pedagógico consistente con el principio de contextualización y adecuación curricular.
Implica la organización en un gran movimiento pedagógico, que nos permita romper viejas estructuras anacrónicas, donde el docente en su desempeño profesional se subestima y esta carrera no es considerada con el estatus de lo que implica el ser docente, porque son muchos los antivalores que se han impuesto en su desempeño que opacan y resaltan en la desmotivación y poca vocación de servicio.
Como Estado cuna de la revolución asumimos el gran desafío haremos lo que haya que hacer para activar todas las energías profesionales y de las estructuras de los colectivos de las instancias educativas para impulsar una formación integral del ser docente para promover la valoración ética al trabajo, y revertir la praxis pedagógica como escenarios de formación e investigación educativa.
Eficiencia o nada…

Doctora en Ciencias de la Educación. Docente Directora del MPPE y Docente Universitaria. Investigadora, miembro del Centro Nacional de Investigación Educativa del Centro Internacional Miranda. Escritora de artículos educativos.
 arlenevergarasm@gmail.com      @arlenevergaras


Arlene Vergaras

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