lunes, 6 de enero de 2014

Nuestro amado Chávez y sus detalles.


ANTONIA MUÑOZ.


 El 31 de diciembre, como todos los días, estuve recordando al ser humano singular que era Hugo Chávez. El Chávez sencillo y pendiente de los menores detalles ¿Y saben por qué recordé al Presidente Chávez? Por el “guatepajarito”. Para quienes no saben u olvidaron lo que es el “guatepajarito”, les recuerdo que es una planta parásita que produce unos fruticos diminutos organizados en racimos. Estos pequeños frutos cuando maduran son de color amarillo de tonalidades variables, los cuales son apetitosos para los pajaritos, no porque los estos nos hayan contado su secreto, sino porque las semillitas salen intactas en sus heces, muchas de las cuales quedan depositadas en las ramas de cualquier árbol donde éllos se posan; muy especialmente en las frondosas plantas que les sirven de restaurant y de dormitorio.

Resulta que esas semillitas, que ya han sido tratadas -más no dañadas- por los jugos digestivos de las aves que la consumen, germinan en cualquier superficie donde son depositadas, incluidas las superficies metálicas, donde se adhiere el embrión a través de una pequeña ventosa pegajosa. Sin embargo, para que la plantica con su pequeño tallito y sus dos cotiledones (cada una de las dos tapitas de una semilla de caraota o frijol) puedan seguir vivos y formando hojas verdaderas, tienen que encontrar el tallo de una planta viva a quien le chupan la savia a través de una especie de raíz que penetra en la planta que la hospeda. Si esta planta parásita no se elimina, continúa su crecimiento hasta formar unos verdaderos mogotes en la que se pega. El “guatepajarito”, como toda planta parásita, de no ser eliminada o controlada a tiempo, continúa chupando savia hasta que seca a su hospedera, para posteriormente también secarse. El “guatepajarito”, a pesar de ser una planta verdecita, es una holgazana y no realiza fotosíntesis; por lo tanto, su destino final es morirse porque no tiene capacidad para producir sus propios alimentos.
Ayer 31 de diciembre de 2013, recordé mis tiempos de conuquera y jardinera, debido a que mis tres árboles de “neem (nin o nim)”, por el abandono de un año, estaban cundidos de esa odiosa planta parásita, que el Comandante Chávez, detallista como era, aconsejaba retirar de los árboles de cualquier avenida donde la observara. Así que Jesús y Jorgito tuvieron que fajarse conmigo a liberar esos tres nobles árboles que nos dan sombra, oxígeno y fruto para muchas aves que lo usan de hogar y de restaurant. Sin embargo, los pajaritos tienen una dieta variada y también comen los frutos del guatepajarito; parásita que según dijo el Presidente Chávez estaba asfixiando unos árboles en una avenida de Barinas. No puedo precisar fecha, pero fue en el período de Adán como gobernador; porque recuerdo que entre broma y broma le pidió mandara a dar cuenta de la tiña, esa “golillera” que no le gusta trabajar sino vivir de los demás. Tiña es el otro nombre con el cual se le conoce a la parásita, que gracias a nuestro nunca bien amado Hugo Chávez y sus detalles, ocupa nuestra atención el día de hoy.
Por cierto que el 23 de diciembre pasé por la Carrera Quinta de Guanare y con tristeza vi como en la esquina diagonal con el Banco Caribe, la tiña asesinó lentamente a un arbolito, que comúnmente llaman siete cuero. Lo arropó totalmente, así que además de tapar sus hojas y boicotearle la fotosíntesis, le chupó la savia hasta matarlo. Los trabajadores de la Economía informal que por años se beneficiaron de su refrescante sombra, probablemente sólo se darán cuenta de la muerte de su arbolito benefactor, cuando también muera la parásita que lo mató, y éllos comiencen a sentir la inclemencia del sol. Ahí recordarán “que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”.
Finalmente, como nunca es tarde cuando la dicha llega, pensaremos en los consejos y en el legado de Chávez; y de paso le daremos un vistazo al Objetivo Histórico Nº 5 del Plan de la Patria (CONTRIBUIR CON LA PRESERVACIÓN DE LA VIDA EN EL PLANETA Y LA SALVACIÓN DE LA ESPECIE HUMANA). En consecuencia, sugerimos sembrar otro arbolito que posea raíces profundas para que no levante las aceras ni el asfalto. Esta vez, con la lección aprendida, lo cuidarán, porque valorarán la sombra que darán “sus ramas frondosas”, y para entonces, ya también habrán aprendido que ese y todos los arbolitos retiran dióxido de carbono (CO2) contaminante de la atmósfera, y como si esto fuera poco, devuelven oxígeno (O2) al aire que todos necesitan para respirar.

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