Raúl Bracho.
Cuando apenas tenía 20 años, hace 40, estuve aquel 11 de Septiembre frente al Palacio de la Moneda.
Mi juventud fogosa salió a la calle luego del vuelo rasante de un bombardero que despertó a Santiago como a las seis de esa mañana. Estábamos en mi pequeña buhardilla, Guillermo un compa de Colombia, Mundo Iribarren y yo cuando nos despertó la amenaza feroz haciendo temblar los cristales de la ventana. Salimos a la calle directo a la Moneda.
Vestidos de copihues, de cuecas, de marchas de pueblo, de esperanzas y de sueños, caminamos presurosos con la rabia latiendo en nuestro pulso cuadra a cuadra, las pocas que nos separaban desde la calle Teatinos con Huérfanos, al palacio.
El polvo de la bomba incendió la Plaza de Armas, los disparos anunciaban una felonía que insoportablemente nos derrotaba. Caía Chile ante la bota imperial.
Cuando apenas tenía 20 años, hace 40, estuve allí, en Chile.
40 años después abro la ventana esta mañana y apenas puedo pensar entre recuerdos que no quisiera jamás volver a sentir lo mismo, que no quisiera ver de nuevo la cara del monstruo desatado incendiando salvajemente otra vez los sueños del pueblo y menos aun en Venezuela.
Hace 40 años tampoco había papel tuale, ni carne, ni pollo allá en Chile. Se levantó el fascismo infernal, y nos venció.
Cada día que Venezuela avanza luego del asesinato de Chávez, veo los mismos espantos de hace 40 años recorriendo mi patria, con sus mismos sonajeros y uniformes de muerte intentando lo mismo, repetir aquella derrota, que nos dejó sin aliento.
Como testimonio de uno que vivió aquel día en Santiago, que ha pasado 40 años con el dolor clavado en mi corazón al ver a Chile derrotado, 40 años viendo a Pinochet destrozar la patria de Neruda, 40 años que nunca quisiera se repitieran en Venezuela jamás.
El 8 de Diciembre no podremos menos que vencer al imperio por encima de cualquier mezquina diferencia, por encima de personalismos o de errores.
El 8 de Diciembre quien no cumpla con la lealtad jurada a Chávez y a la Patria, será un traidor asi se justifique hasta con sus propias ideas. No votar por los candidatos de la revolución es abrir el temible camino a que se nos repita un 11 de Septiembre en nuestro suelo.
Solo la unidad, la obediencia y la lealtad nos permitirán ganar la más feroz de las batallas ante el fascismo que galopa por nuestro suelo financiando escases, violencia y desengaño, con sus banderas de mentiras confundiendo, con sus amos imperiales mintiendo con todos sus medios. Terrible y peligrosa batalla en la que andamos.
40 años después, ya con 60 encima, alerto a quien me lea para que nunca se respire de nuevo ese aliento fétido de la derrota que respiré yo aquella madrugada del 11 de Septiembre de 1.973 en Santiago.
Con la humildad de ser tan solo un soldado, seamos uno, seamos obedientes y ante todo, preservar la unidad en la lucha para asegurar la victoria.
Nunca vivirás un peor día que el de la derrota, necesario es vencer y venceremos.
¡Chávez vive y Allende sigue, Venceremos!
Mi juventud fogosa salió a la calle luego del vuelo rasante de un bombardero que despertó a Santiago como a las seis de esa mañana. Estábamos en mi pequeña buhardilla, Guillermo un compa de Colombia, Mundo Iribarren y yo cuando nos despertó la amenaza feroz haciendo temblar los cristales de la ventana. Salimos a la calle directo a la Moneda.
Vestidos de copihues, de cuecas, de marchas de pueblo, de esperanzas y de sueños, caminamos presurosos con la rabia latiendo en nuestro pulso cuadra a cuadra, las pocas que nos separaban desde la calle Teatinos con Huérfanos, al palacio.
El polvo de la bomba incendió la Plaza de Armas, los disparos anunciaban una felonía que insoportablemente nos derrotaba. Caía Chile ante la bota imperial.
Cuando apenas tenía 20 años, hace 40, estuve allí, en Chile.
40 años después abro la ventana esta mañana y apenas puedo pensar entre recuerdos que no quisiera jamás volver a sentir lo mismo, que no quisiera ver de nuevo la cara del monstruo desatado incendiando salvajemente otra vez los sueños del pueblo y menos aun en Venezuela.
Hace 40 años tampoco había papel tuale, ni carne, ni pollo allá en Chile. Se levantó el fascismo infernal, y nos venció.
Cada día que Venezuela avanza luego del asesinato de Chávez, veo los mismos espantos de hace 40 años recorriendo mi patria, con sus mismos sonajeros y uniformes de muerte intentando lo mismo, repetir aquella derrota, que nos dejó sin aliento.
Como testimonio de uno que vivió aquel día en Santiago, que ha pasado 40 años con el dolor clavado en mi corazón al ver a Chile derrotado, 40 años viendo a Pinochet destrozar la patria de Neruda, 40 años que nunca quisiera se repitieran en Venezuela jamás.
El 8 de Diciembre no podremos menos que vencer al imperio por encima de cualquier mezquina diferencia, por encima de personalismos o de errores.
El 8 de Diciembre quien no cumpla con la lealtad jurada a Chávez y a la Patria, será un traidor asi se justifique hasta con sus propias ideas. No votar por los candidatos de la revolución es abrir el temible camino a que se nos repita un 11 de Septiembre en nuestro suelo.
Solo la unidad, la obediencia y la lealtad nos permitirán ganar la más feroz de las batallas ante el fascismo que galopa por nuestro suelo financiando escases, violencia y desengaño, con sus banderas de mentiras confundiendo, con sus amos imperiales mintiendo con todos sus medios. Terrible y peligrosa batalla en la que andamos.
40 años después, ya con 60 encima, alerto a quien me lea para que nunca se respire de nuevo ese aliento fétido de la derrota que respiré yo aquella madrugada del 11 de Septiembre de 1.973 en Santiago.
Con la humildad de ser tan solo un soldado, seamos uno, seamos obedientes y ante todo, preservar la unidad en la lucha para asegurar la victoria.
Nunca vivirás un peor día que el de la derrota, necesario es vencer y venceremos.
¡Chávez vive y Allende sigue, Venceremos!
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