MARIADELA LINARES .
La ONU tiene que salir de EEUU. Si no es así, los países que la integran seguirán sometidos a su albedrío, para decidir quién tiene o no derecho a participar en las reuniones de su Asamblea General bajo el insólito argumento de que ellos no expiden visa a quien no consideran amigo. La supuesta neutralidad del organismo queda supeditada a la decisión del dueño del patio
La ONU tiene que salir de EEUU. Si no es así, los países que la integran seguirán sometidos a su albedrío, para decidir quién tiene o no derecho a participar en las reuniones de su Asamblea General bajo el insólito argumento de que ellos no expiden visa a quien no consideran amigo. La supuesta neutralidad del organismo queda supeditada a la decisión del dueño del patio.
Desde hace años, muchas firmas alrededor del orbe se han pronunciado sobre la pertinencia de que la sede de la Organización de Naciones Unidas esté ubicada en una nación de incuestionable equilibrio político o, en todo caso, estableciendo una localidad rotativa que permita la alternabilidad geopolítica. Lo mismo sucede con la OEA y otros organismos asentados en Norteamérica.
El hecho mismo de que la ONU tenga un Consejo de Seguridad al cual pertenecen, como miembros permanentes, sólo cinco países (EEUU, Rusia, China, Francia y Gran Bretaña), implica una hegemonía en la toma de decisiones sobre el resto de las naciones. Y el asunto se torna más absurdo cuando la figura del derecho a veto, que se arrogan los miembros de ese exclusivo club, impide la sanción a alguno, aun cuando haya sido condenado por el resto de los integrantes de la Asamblea General. Tal disparate diplomático es el que ha permitido que el país norteño invada a su discreción y bombardee a quien le dé la gana. A los demás sólo nos queda la voz para protestar.
A Evo Morales le aplicaron una ácida dosis de atropello grotesco cuando hace unos meses se vio varado en un aeropuerto en Austria porque cinco países europeos le negaron el sobrevuelo a su avión que venía de regreso de Bielorrusia. Formales excusas posteriores dejaron el asunto así. Ahora le tocó el turno a Maduro. La arrogancia imperial anunció el jueves que no permitiría que la nave en que viajaría nuestro Presidente a China volara "sobre su territorio", es decir, sobre Puerto Rico. Ahí la cachetada es doble, porque estamos hablando de una colonia sometida en nuestro propio Caribe. Poco después rectificaron y permitieron el vuelo. Es como si estuvieran jugando con nosotros, con la Celac, con la Unasur, a ver hasta dónde llega nuestra irreverencia. Sigan probando y seguiremos resistiendo.
Mlinar2004@yahoo.es
Desde hace años, muchas firmas alrededor del orbe se han pronunciado sobre la pertinencia de que la sede de la Organización de Naciones Unidas esté ubicada en una nación de incuestionable equilibrio político o, en todo caso, estableciendo una localidad rotativa que permita la alternabilidad geopolítica. Lo mismo sucede con la OEA y otros organismos asentados en Norteamérica.
El hecho mismo de que la ONU tenga un Consejo de Seguridad al cual pertenecen, como miembros permanentes, sólo cinco países (EEUU, Rusia, China, Francia y Gran Bretaña), implica una hegemonía en la toma de decisiones sobre el resto de las naciones. Y el asunto se torna más absurdo cuando la figura del derecho a veto, que se arrogan los miembros de ese exclusivo club, impide la sanción a alguno, aun cuando haya sido condenado por el resto de los integrantes de la Asamblea General. Tal disparate diplomático es el que ha permitido que el país norteño invada a su discreción y bombardee a quien le dé la gana. A los demás sólo nos queda la voz para protestar.
A Evo Morales le aplicaron una ácida dosis de atropello grotesco cuando hace unos meses se vio varado en un aeropuerto en Austria porque cinco países europeos le negaron el sobrevuelo a su avión que venía de regreso de Bielorrusia. Formales excusas posteriores dejaron el asunto así. Ahora le tocó el turno a Maduro. La arrogancia imperial anunció el jueves que no permitiría que la nave en que viajaría nuestro Presidente a China volara "sobre su territorio", es decir, sobre Puerto Rico. Ahí la cachetada es doble, porque estamos hablando de una colonia sometida en nuestro propio Caribe. Poco después rectificaron y permitieron el vuelo. Es como si estuvieran jugando con nosotros, con la Celac, con la Unasur, a ver hasta dónde llega nuestra irreverencia. Sigan probando y seguiremos resistiendo.
Mlinar2004@yahoo.es
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