Carola Chávez
Hay una granja virtual con vaquitas que dan leche para hacer quesitos y venderlos a muñequitos que no necesitan comer. Hay pajaritos gordos que uno lanza contra unos cochinitos y explotan todos. Con cada explosión, un montón de puntos que no sirven sino para acumular puntos. Hay tiempo para pasatiempos para no tener tiempo para pensar.
Hay programas de tele que te muestran la vida de gente que no te importa pero tiene que importarte porque sale en la tele. Vidas televisivas, televisables; vidas ajenas a la vida real. Gente que abre las puertas de sus mansiones con canchas de basket en el baño, por si acaso a alguien le diera por jugar basket ahí, justo ahí. Y hay programas fantásticos donde los buenos son malísimos y sanguinarios pero la tele nos dice que son buenos y bueno, ¿qué le vamos a hacer?... Hay programas de concursos donde descubrimos que, después de muchas humillaciones, tal vez alguien puede convertirse en estrella, hasta que se estrella contra el olvido y las drogas entonces se venden sus despojos en otro programa de "celebridades" que ya no lo son.
Hay revistas llenas de cuerpos imposibles, cubiertos con vestidos y accesorios impagables, las últimas tendencias de una moda efímera e inalcanzable. Revistas repletas de nada, con reyes y princesas, actores, cantantes, modelos, futbolistas, que venden bodas, apendicitis y divorcios en exclusiva, con lágrimas de cocodrilo.
Hay centros comerciales con vitrinas de otoño-invierno derritiéndose bajo el sol caribeño. Tantas tiendas de cosas que no sirven sino para excitar las ansias de nada de los compradores de todo. Hay logotipos que cuestan un ojo de la cara pegados a una franela barata. Hay helados que no son helados, hay café que no es café. Hay restaurantes de moda, ayer sushi, hoy Thai. Hay comida carísima servida con avara cucharadita. Ahora las tortas se llaman cupcakes.
Hay fósforo blanco de Israel cayendo sobre Gaza. Hay bancos en España devorando familias enteras. En Grecia hay suicidas que no tuvieron otra opción. Hay suramericanos cacerolenado de rodillas para que venga a nos tu reino europeo. Hay mercenarios en Siria. Hay bombardeos humanitarios. En Libia, hay silencio sepulcral. Hay conspiraciones a la vuelta de la esquina. Hay dólares devaluados para comprar consciencias serviles. Hay hambre y sed; hay gula. Hay siempre otra guerra a punto de estallar.
¡Shhh! Deja la quejadera que hay fútbol, y copas, y vestidos por estrenar y ¿supiste que Fulanita se divorció?... Cierra ese libro, prende la tele, apaga el cerebro y sé mediocremente, idiotamente, mezquinamente feliz; que el mundo es como es y eso es lo que hay.
tongorocho@gmail.com
Hay programas de tele que te muestran la vida de gente que no te importa pero tiene que importarte porque sale en la tele. Vidas televisivas, televisables; vidas ajenas a la vida real. Gente que abre las puertas de sus mansiones con canchas de basket en el baño, por si acaso a alguien le diera por jugar basket ahí, justo ahí. Y hay programas fantásticos donde los buenos son malísimos y sanguinarios pero la tele nos dice que son buenos y bueno, ¿qué le vamos a hacer?... Hay programas de concursos donde descubrimos que, después de muchas humillaciones, tal vez alguien puede convertirse en estrella, hasta que se estrella contra el olvido y las drogas entonces se venden sus despojos en otro programa de "celebridades" que ya no lo son.
Hay revistas llenas de cuerpos imposibles, cubiertos con vestidos y accesorios impagables, las últimas tendencias de una moda efímera e inalcanzable. Revistas repletas de nada, con reyes y princesas, actores, cantantes, modelos, futbolistas, que venden bodas, apendicitis y divorcios en exclusiva, con lágrimas de cocodrilo.
Hay centros comerciales con vitrinas de otoño-invierno derritiéndose bajo el sol caribeño. Tantas tiendas de cosas que no sirven sino para excitar las ansias de nada de los compradores de todo. Hay logotipos que cuestan un ojo de la cara pegados a una franela barata. Hay helados que no son helados, hay café que no es café. Hay restaurantes de moda, ayer sushi, hoy Thai. Hay comida carísima servida con avara cucharadita. Ahora las tortas se llaman cupcakes.
Hay fósforo blanco de Israel cayendo sobre Gaza. Hay bancos en España devorando familias enteras. En Grecia hay suicidas que no tuvieron otra opción. Hay suramericanos cacerolenado de rodillas para que venga a nos tu reino europeo. Hay mercenarios en Siria. Hay bombardeos humanitarios. En Libia, hay silencio sepulcral. Hay conspiraciones a la vuelta de la esquina. Hay dólares devaluados para comprar consciencias serviles. Hay hambre y sed; hay gula. Hay siempre otra guerra a punto de estallar.
¡Shhh! Deja la quejadera que hay fútbol, y copas, y vestidos por estrenar y ¿supiste que Fulanita se divorció?... Cierra ese libro, prende la tele, apaga el cerebro y sé mediocremente, idiotamente, mezquinamente feliz; que el mundo es como es y eso es lo que hay.
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