Roberto Hernández Montoya
De falsimedia, es decir, los medios de comunicación mercenarios, la mediocracia, el totalitarismo mediático, etc., que de todos esos modos y de otros puede y deben llamarse, podemos aclarar algunas cosas.
No recuso las ideas de Marx sobre el capitalismo, ni las de Lenin sobre el Imperialismo como su fase superior, pero creo que podemos y debemos añadir otros detalles, construidos sobre la maquinaria descrita por los clásicos.
George Orwell, Ludovico Silva, Noam Chomsky, Itzvan Mézáros, Pierre Bourdieu y tantos otros han contribuido mucho a entender mucho. Voy a poner mi modesto granito de arena en ese océano.
Hay tres componentes, que se complementan admirablemente: narcotráfico, complejo industrial-militar y medios de comunicación. Es la Novísima Santísima Trinidad, esta vez nada misteriosa.
El narcotráfico es fundamental porque lleva el neoliberalismo y la Mano Peluda del Mercado a su exacerbación máxima: no cumple ley alguna, no paga impuestos, produce las mayores riquezas, gobierna el Estado y es parte de la banca. No está asociado con ella, es ella, pues la banca obtiene sus mayores ganancias del lavado de dinero. Es su principal actividad, junto con las trácalas que padecimos durante la Segunda Dictadura de Caldera y su numen Teodoro. Ahora la padece el «Norte revuelto y brutal que nos desprecia» (José Martí, 1895). Fue patético el Estado burgués español, con el Rey de Copas a la cabeza, suplicando en Cádiz a los sudacas que le diesen «una ayudadita». No creo que dijese a ninguno «¿por qué no te callas?». Entre lavado de dinero, drogas a granel, especialmente para la juventud, y estafas financieras, Europa se debate en una de sus peores crisis. ¿Terminal? El tiempo lo dirá. Pronto.
Pero el narcotráfico trae otra guapa ventaja: pretexto para el terrorismo de Estado. En nombre de la persecución al narcotráfico y el terrorismo, nos mantiene narcotizados y aterrorizados. En su nombre, el derecho anglosajón liquidó su más valioso aporte: el habeas corpus. Desde laMagna Carta Libertatum de 1215, en los Estados Unidos te pueden detener y mantenerte preso sin cargos. Indefinidamente. En Guantánamo.
En su despedida de 1961 como presidente de los Estados Unidos, el general Dwight Eisenhower precavió sobre lo que llamó «complejo industrial-militar» (http://j.mp/T3IKEf). Tarde, porque ahí está provocando guerras por doquier para vender su funesta mercancía. Y para venderla hay que usarla. Y para usarla hay que hacer guerras; mientras más, mejor. Cada día se anuncia y/o ejecuta alguna, con cualquier pretexto voceado por los medios.
Porque estos sirven de cobertura a esta Trinidad. Mantienen a la población narcotizada, que ríete del opio y los derivados cuya producción el complejo industrial-militar multiplicó por 10 en Afganistán, mientras los medios nos dopan diciendo que ahí se lucha contra el terrorismo... En el escándalo Irán-Contras hubo una conjunción trinitaria perfecta: se financió una guerra con narcotráfico y los medios nos convencieron de su conveniencia (http://j.mp/WjFjdM).
La culebra se muerde la cola... Todo el tiempo. Pero los sudacas encabezamos la rebelión mundial contra eso. Recuérdalo el 16D.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com
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