Amy Goodman
En Tampa, Florida, cuatro almas valientes de la zona rural de Illinois se sumaron a las decenas de miles de personas que no se dejaron intimidar por la amenaza del huracán Isaac durante la semana de la Convención Nacional Republicana. Sin embargo, no estaban entre los 2.400 delegados de la convención, ni eran parte de los 15.000 miembros de la prensa que asistieron al evento. Tampoco formaban parte de la gran fuerza policial de más de 3.000 oficiales que se hicieron presentes en la ciudad, en un operativo de seguridad que costó 50 millones de dólares y se financió con el dinero de los contribuyentes. Estas cuatro personas están a punto de sumarse a un grupo mucho más grande: las más de 2,4 millones de personas que en la última década perdieron sus empleos en Estados Unidos porque estos fueron tercerizados a China. En su caso particular, la empresa que los despidió y transfirió sus empleos al extranjero es Bain Capital, co-fundada por el candidato a la presidencia por el Partido Republicano, Mitt Romney.
Conocimos al grupo en Romneyville, un campamento instalado cerca del centro de Tampa, establecido por la Campaña por los Derechos Humanos y Económicos de los Pobres con el mismo espíritu de los asentamientos irregulares creados en la época de la Gran Depresión, denominados ‘Hoovervilles’ (en referencia al entonces presidente estadounidense Herbert Hoover). Alrededor de 200 personas se congregaron frente a un escenario improvisado para escuchar a los oradores y músicos bajo la lluvia intermitente y el ruido de tres helicópteros policiales que ahogaban las voces de los activistas que luchan contra la pobreza. Muchos oficiales de policía montados en bicicleta ocupaban las calles que rodean el campamento.
Cheryl Randecker fue una de las cuatro personas que conocimos en Romneyville. Su empleo en una empresa controlada por Bain Capital es uno de los 170 puestos de trabajo estadounidenses que serán tercerizados en el extranjero. La empresa se dedica a construir sensores de transmisión para automóviles y camiones fabricados en Estados Unidos. Cheryl fue enviada a China a capacitar a otros empleados sin saber que la empresa pronto sería vendida y que entre los empleos para los que estaba capacitando a la gente estaba el suyo propio. Le pregunté cómo se sintió al capacitar a sus propios reemplazantes luego de haber trabajado 33 años en la empresa:
“Saber que te quedarás sin trabajo y que no hay esperanza de conseguir un empleo en nuestra área es una sensación desgarradora debido a que no sabes qué es lo que te depara el futuro. Tenemos 52 años, ¿qué vamos a hacer? En cuestión de tres meses mi vida va a cambiar. Y volver a empezar a esta altura de mi vida es absolutamente aterrador”.
Cheryl y sus compañeros de trabajo se enteraron de que la división de Honeywell para la que trabajaban había sido vendida a Sensata Technologies. Indagaron a Sensata. “Descubrimos este verano que es propiedad de Bain [Capital] y cuando descubrimos el vínculo entre Bain y el gobernador Romney, eso nos dio ánimo, queríamos ponernos de pie y luchar, defender al pueblo estadounidense y a nuestros empleos”.
Cheryl y sus compañeros de trabajo iniciaron una campaña de apoyo y recolectaron 35.000 firmas para una petición, que entregaron a Bain Capital en Evanston, Illinois.
Trabajan en Freeport, en el noroeste de Illinois, cerca de Iowa y de Wisconsin. Tom Gaulrapp, otro veterano empleado de la empresa Honeywell —ahora propiedad de Sensata/Bain—, se enteró de que Romney estaría haciendo campaña en esos dos estados, que son decisivos para las elecciones. Gaulrapp nos contó cuáles fueron sus siguientes pasos: “Intentamos llevar la carta abierta a las diferentes sedes de campaña de Romney, luego de que nos dijeran en reiteradas oportunidades que desconocían la situación. En cada lugar en que intentamos ponernos en contacto con la campaña, nos echaron del edificio. En una de las sedes de campaña en las afueras de Madison, Wisconsin, nos denunciaron a la policía”.
De modo que asistieron a un evento de campaña en el que Romney sería el orador, en Bettendorf, Iowa. Tom se puso de pie e hizo un llamamiento a Romney para que fuera a Freeport a ayudarlos a salvar sus empleos. “Nos llamaron comunistas por intentar salvar nuestros empleos y evitar que salgan de Estados Unidos y vayan a China. Comenzaron a corear '¡Viva Estados Unidos!'. Sí, todos apoyamos a Estados Unidos. Eso es lo que estamos tratando de hacer. Estamos tratando de evitar que los trabajos en el sector industrial bien remunerados salgan del país y sean llevados a China. Y ellos lo hacen ver como que no somos patriotas”.
Le pregunté a Cheryl por qué recurrieron a Romney, que ya no dirige Bain. Ella explicó: “Mitt Romney creó el modelo de la tercerización de empleos. Él creó Bain y aún está cosechando grandes beneficios económicos de Bain. De manera que es su responsabilidad. Puede tomar el teléfono y llamar a sus amigos y decir ‘Tenemos que detener esta práctica y conservar los empleos estadounidenses en el país’. Y empleos que sean bien remunerados, no empleos mal pagos”.
Tom agregó: “Nos dijeron que el viernes 2 de noviembre será nuestro último día de trabajo. El lunes siguiente solicitaremos el seguro de desempleo y al día siguiente son las elecciones presidenciales. Iremos a votar”. Por las dudas, deberían llevar un documento de identidad con fotografía.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2012 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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