ALICIA H. PULEO
En este artículo se presenta la propuesta de un ecofeminismo ilustrado entendido como reflexión ético-política sobre las relaciones de los humanos con la Naturaleza. Orientado a la ecojusticia y la sostenibilidad, el ecofeminismo ilustrado se caracterizaría por la crítica al prejuicio, la defensa de los principios de igualdad y autonomía, la conceptualización nominalista del género, el diálogo intercultural, la aceptación prudente de la ciencia y la técnica, la universalización de las virtudes del cuidado aplicadas a los humanos y al resto de la Naturaleza, y una moral de la compasión frente a la radical finitud del mundo.
Con la acerada precisión de su pensamiento intempestivo, Celia Amorós ha señalado que, así como hemos hecho pasar un test de feminismo a la Ilustración, habíamos de llevar adelante la operación complementaria de someter los desarrollos teóricos feministas a un examen de valores ilustrados a efectos de estimar su potencial emancipatorio.
Probablemente, la mayoría de las teorías ecofeministas existentes no resistiría semejante prueba. En sus pensadoras más destacadas, he encontrado reflexiones originales y muy sugerentes sobre la civilización tecnológica que nos ha tocado vivir. Pero casi todas estas autoras parecen sentirse obligadas a renegar de la Ilustración y de sus valores. Algunas han desarrollado un esencialismo diferencialista de dudosos resultados emancipatorios que las mismas pensadoras ecofeministas de última generación, desde posiciones deconstructivas, han calificado de «feminismo de la inversión acrítica» 3. En lo que concierne a la ética, a menudo rechazan el lenguaje de los derechos por considerarlo masculinista y pretenden reeemplazarlo por la ética del cuidado o por consideraciones contextuales fuertemente marcadas por el comunitarismo y el multiculturalismo.
¿Es posible un ecofeminismo que reivindique el legado ilustrado de igualdad y autonomía y que conserve el sentido fuerte de «eco», es decir, que no se limite a un simple ambientalismo feminista en el que las relaciones con la Naturaleza son sólo buena gestión de los «recursos»? ¿Cuáles serían sus rasgos fundamentales? En los tiempos del cambio climático, creo que vale la pena intentar responder a estos interrogantes.
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