sábado, 2 de abril de 2011

La otra guerra nuclear.

Roberto Hernández Montoya 



Mi ignorancia en materia nuclear no tiene lagunas. No hago daño a nadie con ella porque no dirijo ninguna planta atómica, pero quienes sí tienen esa obligación objetivamente no saben allaota mucho más que yo. Es que estructuralmente nadie puede ejercer saberes en una instalación administrada irresponsablemente.

Hay al menos cuatro graves fallos de la energía atómica para degenerar electricidad. O sea:

El primer problema es un disparate bastante termodinámico: los desechos tienen que ser enfriados en una piscina. Sí, de agua. Que se contamina, supongo. Como pasé con notas razonables mi Física de bachillerato, advierto un dispendio de energía. Calor es transferencia de energía. ¿Por qué no se la aprovecha? Digo yo. ¿No es calentar agua solo para enfriarla en la refrigeradora? No sé, pero me inquieta que como que saben menos que yo, que hay que ver.

La segunda contrariedad son los desechos. No es basura que uno tira por un bajante y ya, clásica irresponsabilidad contemporánea que avienta residuos sin importar cuántos peces mueren o nacen con tres ojos, como el Blinky de los Simpson (http://j.mp/gpPMaF, cap. 4, temporada 2). El plutonio tiene un período de semidesintegración de 80 millones de años, puede que alguna variante dure cientos de miles, lo que para toda escala humana es infinito. Esos desechos hay que confinarlos en algún lugar, lo que implica otro despilfarro: de espacio, en un planeta cada vez más superpoblado habrá un potlatch de espacio, es decir, de lugares de depósito de desechos de esos. Dicen que los archivan en contenedores de concreto, plomo, kriptonita, atapulgita, no sé, que dizque son segurísimos. ¿Como Three Miles Island, Chernóbil y Fukushima? Es por una duda que tengo.

Y aquí interviene el tercer problema: tanto va el cántaro al agua hasta que por fin se rompe. Y no es cuestión de comprar otro cántaro, sino que se puede morir un gentío. Imagínate una explosión así en plena Île de France, donde hay una central de esas. La cancioncita aquella de «París se quema/se quema París» dejaría de ser diversión infantil, porque se acabarían en serio Nuestra Señora, Torre Eiffel, Louvre, Santa Capilla, Barrio Latino, rue Mouffetard, o sea. No sé si me explico.

Cuarto problema: esas centrales las está dirigiendo el señor Charles Montgomery Burns, el explotador de Homero Simpson, quien a su vez es el irresponsable jefe de seguridad. Ya se habían hecho advertencias sobre las centrales japonesas. General Electric construyó esas estaciones hace unos 40 años solo para sismos de 7 grados Richter, en un país con antecedentes de 9. Y con tsunamis más grandes que la barrera que protegía a Fukushima. Y ahora en el país de la tecnología de punta tratan de taparear la torta a los chinchorrazos. ¿Esa elevadísima tecnología como que era puro consumismo? Es por una duda que tengo. No sería mala una ciencia de las catástrofes industriales, desde estos accidentes hasta las debacles económicas y guerras locas como la de Libia.

Pero la culpa es de los Simpson y sus dos décadas de denuncia del manejo irresponsable de las plantas nucleares por el capitalista Mr. Burns. Basta prohibir la serie y problema resuelto, ¿verdad? Tan fácil, haberlo sabido. O sea.


roberto.hernandez.montoya@gmail.com


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