Andrea Coa
A veces una se imagina cosas, pero no estoy muy segura de que lo que me está pasando sea estrictamente producto de mi imaginación. Es que por primera vez en mi vida siento envidia, sí, cochinísima envidia a la gente que está viviendo en un país ideal, donde la población entera compra alimentos a bajos precios en Mercal, les llega gas de PDVSA y ya no tienen que sufrir por las bombonas esas que las empresas privadas traen cuando les dá la gana, si las traen; hay un salario de antología, y un proceso revolucionario tan, pero tan blindado, que ningun “dark Vader” puede hundir, por más que se pase al imperio con todo y cobija. Envidio al resto del pueblo entero, porque yo soy la única persona que no disfruta de todos los beneficios que el gobierno bolivariano depara de una manera tan completa.
EL SALARIO, LAS PENSIONES Y LA SEGURIDAD LABORAL
Mis hijas creían que yo sería completamente feliz porque, desde que tienen uso de razón, les he hablado de la revolución, del socialismo, y las he pillado presumiendo ante sus amistades de que y que tienen una madre que es la mata de la honestidad, de la inteligencia y de la firmeza revolucionaria.
Pero no soy feliz. Como veo siempre los canales del Estado, no me pierdo el diario Vea ni bajo la antena de Radio Nacional, sé que los demás venezolanos y las demás venezolanas están todos y todas empleados disfrutando de un salario justo, uno de los mejores de suramérica y, para completar, Chávez se los va a aumentar. ¡Ahí les queda eso, escuálidos! La seguridad laboral, con un ministerio del trabajo depurado y la mística de todo su personal, es otro de los bienes ajenos que envidio. A mí me botaron del trabajo por la simple razón de conocer a Eduardo Samán, el leproso de la política venezolana cuyos delitos son tan, pero tan espantosos, que ni el mismísimo presidente se atreve a mencionarlos. Él que sí echó el cuento de los traidores como Baduel, Rosendo, Miquilena (“Es mi padre”) y toda esa fauna que ya conocemos. Y esa lepra es contagiosa, porque a quienes trabajamos con él, al tumbar los proyectos socialistas que él hizo con la aprobación del Presidente (es lo que él dice, no sé), todos fuimos para fuera. Y todavía estoy viajando, desde el año pasado, a la inspectoría que tiene nada menos que el nombre de Pedro Ortega Díaz, porque el SAPI se negó a darme a tiempo los documentos que se precisan para el seguro de paro forzoso.
No importa, pensé, voy a pagar la diferencia y pido mi pensión, después de todo tengo la edad. Pero qué va. A diferencia de todo el resto del país, a mí solita me dijeron que, como estaba activa cuando Chávez hizo el decreto, no me salía, y punto. Así que la envidia es más cochina y más arrequintada cuando dicen que y que van a homologar las pensiones con el salario mínimo.
LOS ALIMENTOS A BAJOS PRECIOS.
Como toda persona que cuida su salud, no como sardinas ni ningún tipo de enlatados, soy vegetariana, y por lo tanto debiera salir bien barato alimentarme. Pero no. En Valencia para conseguir un operativo de Mercal hay que esperar un proceso de elecciones. El escuálido del abasto, en cambio, vende sus verduras con sobre precio en bolsas con el logo y la identificación de Mercal, y las sardinas y el espagueti Gran Señora, se consiguen sólo en el abasto de los chinos. Parece que siempre que voy a Bicentenario, que queda a dos autobuses de mi casa, en la Avda. Bolívar Norte, donde viven los que no son pobres, (El otro queda en El Trigal, donde viven los dueños de las empresas) consigo todo aumentado. Hasta el Café Venezuela subió de precio, y todo, pero TODO lo aumentan como en los supermercados comerciales, y debe ser sólo cuando yo voy, porque la propaganda dice que ahí todo es baratísimo. Y si eso es el del “socialismo”, cómo estarán los privados.
Llegaron al extremo de que un kilo de mango, que costaba (18) DIECIOCHO bolívares en Bicentenario, lo conseguí a tres kilos por diez bolívares en la calle. Toda verdura y fruta, en estado de pichache, es tan caro como en cualquier otra parte a la que haya ido. ¿QUÉ ESTÁ PASANDO, DIOS MÍO? Una vez fui a PDVAL, pero como no como sardinas, ni pollo, que es lo que había, bueno, salí con las manos vacías. Cuando llegaba a mi casa, una china de un abasto discutía con un cliente que se quejaba de los precios especulativos. Alcancé a oir que decía:
Es que aquí todo el mundo es lico.
EL ASUNTO ELÉCTRICO Y EL GAS
En mi barrio es el único sitio donde las cosas pasan al revés. En otros sitios, cuando se va la luz viene el camión con la grúa telescópica, se monta un tipo y la luz llega. Aquí es al revés. Cuando hay luz, viene el camión, se monta un tipo con la grúa telescópica, y la luz se va. Es verdaíta. Claro que los camiones traen un letrero que dice “Contrato único YA”.
Tengo la desgracia de tener bombonas de un servicio privado que PDVSA no compró, TODO GAS, que tiene más de un año que no trae una bombona, y ya he ido, llamado, armado peo, hablado con la mandamás de PDVSA GAS, y nada. No quieren hacerme contrato para no tumbarle el cliente a Todo Gas, y además me dijeron que no había bombonas. Pero por debajo de cuerda se dice que la corrupción hiede de lejos. ¿Cómo carajo voy a ahorrar electricidad, si tengo que montar la ollita en una bichita eléctrica que ya no aguanta más remiendos?
BUENO, QUE TUS HIJOS TE AYUDEN.
¡Sí, Luis! Tengo una hija bióloga, pero está desempleada. Mucho que le hablé de la fuga de cerebros, etc., etc. Pero está deseando que cualquiera, dentro o fuera del país, la contrate con algo que no sea el salario mínimo. Porque lo que son los proyectos científicos se los dan a los doctores (todos escuálidos) y éstos, explotan a los demás. Cuatro años matando tigres. ¿Cómo me va a ayudar? La otra es cocinera, y paga casi todo lo que gana, en un pequeño apartamento, niñera y todo eso. Y ni siquiera le pagan cesta tiquet. ¿Cómo me va a ayudar?
Menos mal que no creen que las haya engañado cuando les hablé, durante toda la vida, de la necesidad del socialismo. Una de ellas, oyendo la propaganda de TV, me dijo:
“Usted sola se lo cree, porque de acuerdo a lo que nos enseñó, los dueños de los medios de producción siguen siendo los mismos, y eso es capitalismo químicamente puro”.
Creen que soy ingenua.
¿VIVIR DEL CUENTO?
“Eres escritora” -me dijo alguien- “no puede vivir el literato como el mendigo”. Y me echó todo el cuento de cómo el gobierno bolivariano ha publicado millones de títulos cada año, estimulado el libro y la lectura, y todo eso.
“Podrías vivir dignamente de lo que escribes “ -sentenció.
Lo que no le dije, es que en El Perro y la Rana, en las imprentas regionales y hasta en Monteávila, se aplica el trabajo esclavo. Sólo se publica ensayo político y yo escribo ficción, y el mandamás de Monteávila me dijo una vez que, como no comerciaban con los libros no tenían ganancias y no podían pagar. Es decir, que todo el mundo cobra su salario, puede comer, pues, menos los escritores.
Por lo menos nosotros te damos veinte libros. El Perro y la Rana te da diez -me dijo Carlos Noguera.
¡Es verdaíta! Con razón dos de mis hijas, que escriben mejor que yo, prefieren no hacerlo, y me repiten el mismo estribillo: “Aquí los escritores se mueren de hambre”.
¿AL ESTILO BONZO?
Todavía estoy pensando qué hacer. ¿Qué clase de revolucionaria soy, si me pongo a mirarme el ombligo y a quejarme de mi mala suerte, mientras el mundo entero es destruido a bombazos imperiales, y quienes dirigen una revolución a la que dediqué toda mi vida, la llevan al barranco? ¿O es que estoy en una realidad alternativa, y lo que estoy viviendo no es verdad, sino lo que se dice por los medios del gobierno y de la oposición?
Estoy tan marginada de los beneficios del gobierno bolivariano que alguien me dijo que sólo me faltaba suicidarme al estilo bonzo, a ver si el gobierno se daba cuenta por fin de que están dejando a revolucionarios consecuentes en la cuneta, mientras una gran costra burguesa llena sus cuentas bancarias. Pero yo no me suicido, si aparezco muerta fue que me asesinaron.
TALANQUERA, JAMÁS.
Que no se hagan ilusiones los que piensen que, porque protesto y critico las cosas, remotamente pueden lograr que tenga la vaga idea de brincar la talanquera. Eso jamás. Mientras la balanza siga favoreciendo al pueblo, aunque no me toque ni un grano de arroz, sigo ahí. Porque la solución a todos mis problemas, a todos los problemas del pueblo, es el socialismo, pero el socialismo de verdad, no una caricatura publicitaria. Y como decía una vieja consigna revolucionaria, EL SOCIALISMO SE CONQUISTA PELEANDO. En cuanto al imperialismo, el único que les ha gruñido en la cueva y ha sobrevivido, durante más de diez años, ha sido Chávez, que tiene al pueblo como apoyo, todavía.
Aunque muchos presuntos chavistas, con mucho poder, se empeñan en echar a perder el proceso, amargándonos la vida, como cualquier patrón explotador.
andrea.coa@gmail.com
A veces una se imagina cosas, pero no estoy muy segura de que lo que me está pasando sea estrictamente producto de mi imaginación. Es que por primera vez en mi vida siento envidia, sí, cochinísima envidia a la gente que está viviendo en un país ideal, donde la población entera compra alimentos a bajos precios en Mercal, les llega gas de PDVSA y ya no tienen que sufrir por las bombonas esas que las empresas privadas traen cuando les dá la gana, si las traen; hay un salario de antología, y un proceso revolucionario tan, pero tan blindado, que ningun “dark Vader” puede hundir, por más que se pase al imperio con todo y cobija. Envidio al resto del pueblo entero, porque yo soy la única persona que no disfruta de todos los beneficios que el gobierno bolivariano depara de una manera tan completa.
EL SALARIO, LAS PENSIONES Y LA SEGURIDAD LABORAL
Mis hijas creían que yo sería completamente feliz porque, desde que tienen uso de razón, les he hablado de la revolución, del socialismo, y las he pillado presumiendo ante sus amistades de que y que tienen una madre que es la mata de la honestidad, de la inteligencia y de la firmeza revolucionaria.
Pero no soy feliz. Como veo siempre los canales del Estado, no me pierdo el diario Vea ni bajo la antena de Radio Nacional, sé que los demás venezolanos y las demás venezolanas están todos y todas empleados disfrutando de un salario justo, uno de los mejores de suramérica y, para completar, Chávez se los va a aumentar. ¡Ahí les queda eso, escuálidos! La seguridad laboral, con un ministerio del trabajo depurado y la mística de todo su personal, es otro de los bienes ajenos que envidio. A mí me botaron del trabajo por la simple razón de conocer a Eduardo Samán, el leproso de la política venezolana cuyos delitos son tan, pero tan espantosos, que ni el mismísimo presidente se atreve a mencionarlos. Él que sí echó el cuento de los traidores como Baduel, Rosendo, Miquilena (“Es mi padre”) y toda esa fauna que ya conocemos. Y esa lepra es contagiosa, porque a quienes trabajamos con él, al tumbar los proyectos socialistas que él hizo con la aprobación del Presidente (es lo que él dice, no sé), todos fuimos para fuera. Y todavía estoy viajando, desde el año pasado, a la inspectoría que tiene nada menos que el nombre de Pedro Ortega Díaz, porque el SAPI se negó a darme a tiempo los documentos que se precisan para el seguro de paro forzoso.
No importa, pensé, voy a pagar la diferencia y pido mi pensión, después de todo tengo la edad. Pero qué va. A diferencia de todo el resto del país, a mí solita me dijeron que, como estaba activa cuando Chávez hizo el decreto, no me salía, y punto. Así que la envidia es más cochina y más arrequintada cuando dicen que y que van a homologar las pensiones con el salario mínimo.
LOS ALIMENTOS A BAJOS PRECIOS.
Como toda persona que cuida su salud, no como sardinas ni ningún tipo de enlatados, soy vegetariana, y por lo tanto debiera salir bien barato alimentarme. Pero no. En Valencia para conseguir un operativo de Mercal hay que esperar un proceso de elecciones. El escuálido del abasto, en cambio, vende sus verduras con sobre precio en bolsas con el logo y la identificación de Mercal, y las sardinas y el espagueti Gran Señora, se consiguen sólo en el abasto de los chinos. Parece que siempre que voy a Bicentenario, que queda a dos autobuses de mi casa, en la Avda. Bolívar Norte, donde viven los que no son pobres, (El otro queda en El Trigal, donde viven los dueños de las empresas) consigo todo aumentado. Hasta el Café Venezuela subió de precio, y todo, pero TODO lo aumentan como en los supermercados comerciales, y debe ser sólo cuando yo voy, porque la propaganda dice que ahí todo es baratísimo. Y si eso es el del “socialismo”, cómo estarán los privados.
Llegaron al extremo de que un kilo de mango, que costaba (18) DIECIOCHO bolívares en Bicentenario, lo conseguí a tres kilos por diez bolívares en la calle. Toda verdura y fruta, en estado de pichache, es tan caro como en cualquier otra parte a la que haya ido. ¿QUÉ ESTÁ PASANDO, DIOS MÍO? Una vez fui a PDVAL, pero como no como sardinas, ni pollo, que es lo que había, bueno, salí con las manos vacías. Cuando llegaba a mi casa, una china de un abasto discutía con un cliente que se quejaba de los precios especulativos. Alcancé a oir que decía:
Es que aquí todo el mundo es lico.
EL ASUNTO ELÉCTRICO Y EL GAS
En mi barrio es el único sitio donde las cosas pasan al revés. En otros sitios, cuando se va la luz viene el camión con la grúa telescópica, se monta un tipo y la luz llega. Aquí es al revés. Cuando hay luz, viene el camión, se monta un tipo con la grúa telescópica, y la luz se va. Es verdaíta. Claro que los camiones traen un letrero que dice “Contrato único YA”.
Tengo la desgracia de tener bombonas de un servicio privado que PDVSA no compró, TODO GAS, que tiene más de un año que no trae una bombona, y ya he ido, llamado, armado peo, hablado con la mandamás de PDVSA GAS, y nada. No quieren hacerme contrato para no tumbarle el cliente a Todo Gas, y además me dijeron que no había bombonas. Pero por debajo de cuerda se dice que la corrupción hiede de lejos. ¿Cómo carajo voy a ahorrar electricidad, si tengo que montar la ollita en una bichita eléctrica que ya no aguanta más remiendos?
BUENO, QUE TUS HIJOS TE AYUDEN.
¡Sí, Luis! Tengo una hija bióloga, pero está desempleada. Mucho que le hablé de la fuga de cerebros, etc., etc. Pero está deseando que cualquiera, dentro o fuera del país, la contrate con algo que no sea el salario mínimo. Porque lo que son los proyectos científicos se los dan a los doctores (todos escuálidos) y éstos, explotan a los demás. Cuatro años matando tigres. ¿Cómo me va a ayudar? La otra es cocinera, y paga casi todo lo que gana, en un pequeño apartamento, niñera y todo eso. Y ni siquiera le pagan cesta tiquet. ¿Cómo me va a ayudar?
Menos mal que no creen que las haya engañado cuando les hablé, durante toda la vida, de la necesidad del socialismo. Una de ellas, oyendo la propaganda de TV, me dijo:
“Usted sola se lo cree, porque de acuerdo a lo que nos enseñó, los dueños de los medios de producción siguen siendo los mismos, y eso es capitalismo químicamente puro”.
Creen que soy ingenua.
¿VIVIR DEL CUENTO?
“Eres escritora” -me dijo alguien- “no puede vivir el literato como el mendigo”. Y me echó todo el cuento de cómo el gobierno bolivariano ha publicado millones de títulos cada año, estimulado el libro y la lectura, y todo eso.
“Podrías vivir dignamente de lo que escribes “ -sentenció.
Lo que no le dije, es que en El Perro y la Rana, en las imprentas regionales y hasta en Monteávila, se aplica el trabajo esclavo. Sólo se publica ensayo político y yo escribo ficción, y el mandamás de Monteávila me dijo una vez que, como no comerciaban con los libros no tenían ganancias y no podían pagar. Es decir, que todo el mundo cobra su salario, puede comer, pues, menos los escritores.
Por lo menos nosotros te damos veinte libros. El Perro y la Rana te da diez -me dijo Carlos Noguera.
¡Es verdaíta! Con razón dos de mis hijas, que escriben mejor que yo, prefieren no hacerlo, y me repiten el mismo estribillo: “Aquí los escritores se mueren de hambre”.
¿AL ESTILO BONZO?
Todavía estoy pensando qué hacer. ¿Qué clase de revolucionaria soy, si me pongo a mirarme el ombligo y a quejarme de mi mala suerte, mientras el mundo entero es destruido a bombazos imperiales, y quienes dirigen una revolución a la que dediqué toda mi vida, la llevan al barranco? ¿O es que estoy en una realidad alternativa, y lo que estoy viviendo no es verdad, sino lo que se dice por los medios del gobierno y de la oposición?
Estoy tan marginada de los beneficios del gobierno bolivariano que alguien me dijo que sólo me faltaba suicidarme al estilo bonzo, a ver si el gobierno se daba cuenta por fin de que están dejando a revolucionarios consecuentes en la cuneta, mientras una gran costra burguesa llena sus cuentas bancarias. Pero yo no me suicido, si aparezco muerta fue que me asesinaron.
TALANQUERA, JAMÁS.
Que no se hagan ilusiones los que piensen que, porque protesto y critico las cosas, remotamente pueden lograr que tenga la vaga idea de brincar la talanquera. Eso jamás. Mientras la balanza siga favoreciendo al pueblo, aunque no me toque ni un grano de arroz, sigo ahí. Porque la solución a todos mis problemas, a todos los problemas del pueblo, es el socialismo, pero el socialismo de verdad, no una caricatura publicitaria. Y como decía una vieja consigna revolucionaria, EL SOCIALISMO SE CONQUISTA PELEANDO. En cuanto al imperialismo, el único que les ha gruñido en la cueva y ha sobrevivido, durante más de diez años, ha sido Chávez, que tiene al pueblo como apoyo, todavía.
Aunque muchos presuntos chavistas, con mucho poder, se empeñan en echar a perder el proceso, amargándonos la vida, como cualquier patrón explotador.
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