martes, 20 de enero de 2009

Rice y Livni, dos monstruos asesinos con rostro de mujer

Hernán Mena Cifuentes

Hoy lunes, víspera del fin de la gestión presidencial de George W. Bush, quien deja un legado de muerte y destrucción al mundo y de ruina económica, social y moral a su país, la humanidad recordará por siempre a dos mujeres, Condoleezza Rice, secretaria de Estado de EEUU y Tzipi Livni, canciller de Estado sionista de Israel, cuyas macabras actuaciones como cómplices en los crímenes de lesa humanidad que cometió el Nerón del siglo XXI, constituyen la negación de la imagen tierna y amorosa que se tiene de la mujer. Y es que ese ser extraordinario y único, símbolo de ternura y del más grande amor cuando alcanza la máxima expresión de su razón de ser al convertirse en madre, tiene en Rice y Livni, su antítesis y negación, por tratarse de dos monstruos con rostros de mujer, que han dejado a su paso como agentes del Imperio y el sionismo una estela de sangre imborrable, propiciando genocidios en los que los niños son las principales víctimas y mostrando total indiferencia ante el dolor de las madres que lloran la pérdida de sus hijos. Ambas, como cancilleres de sus países han avalado masacres, torturas y el éxodo de millones en Irak, Afganistán, Líbano y Palestina, donde los ejércitos de Estados Unidos, de Israel y sus cómplices europeos de la Otan, se han dado a la tarea de masacrar pueblos como convidados a un festín de buitres donde centenares de miles de menores han perecido victimas de los misiles, de las bombas de uranio empobrecido, de racimo y de fósforo blanco que desprende la piel y la carne hasta dejar ver los huesos, sin que ellas sientan el menor remordimiento, calificando su muerte como “daños colaterales.” Sus rostros, impasibles, duros y huraños, reflejan odio y amargura y, cuando a veces logran esbozar una sonrisa, esta tiene la frialdad de un témpano y la mueca de la muerte, una vez que ha sido expuesta, desaparece para recuperar su expresión original, como un huracán violento que, después de breve tregua, vuelve a intensificar su furia para devastar con más fuerza lo que encuentra a su paso, más la ira de esas tormentas de odio que son Rice y Livni se ha concentrado en matar madres y niños inocentes. Son, eso sí, mujeres muy inteligentes, que ostentan títulos académicos de prestigiosas universidades, especialmente Condoleezza, quien posee además un curriculum extenso como profesora y ejecutiva de empresas como la Chevron, que bautizó con su nombre uno de sus supertanqueros y, más tarde, como protegida de Bush padre, incursionó en el área oficial, ocupando, primero el cargo de asesora de seguridad nacional, para finalmente convertirse en la primera mujer negra y la segunda estadounidense en llegar a la Secretaría de Estado. Fue una de las muchas inteligencias yanquis de raza negra, que se desviaron del compromiso que por su origen están obligadas a asumir para con sus hermanos de color en busca horizontes de igualdad y dignidad para los afroamericanos del país y, a pesar de haber nacido en Birmingham una ciudad donde los racistas del Klu Klux Klan, perpetraron los más horribles crímenes contra los negros, incluyendo el asesinato de una pequeña, amiga suya, y una nación donde el 20% de población de color está en las cárceles o se encuentra en libertad condicional bajo estricta vigilancia de las autoridades, jamás tuvo un gesto de solidaridad para con los suyos. Con mucha razón Robert Mugabe, el guerrillero convertido en presidente de Zimbabue, la bautizó como “la muchacha negra descendiente de esclavos, al servicio de su amo blanco”, (Bush) como respuesta a las reiteradas acusaciones que en contra suya ella hizo en el marco de la conspiración que EEUU y Gran Bretaña, la ex potencia colonial que explotó a su pueblo y saqueó sus riquezas, adelantan con el apoyo de sus socios europeos para derrocarlo y así poder recuperar sus antiguos y obscenos privilegios. Livni, con menos reconocimientos académicos que Rice, compensa ese déficit cultural, con una superioridad en materia de criminalidad, pues desciende de padres asesinos, un par de terroristas quienes mataron a un gran número de inocentes actuando como miembros de las bandas criminales sionistas durante la época en que estos desataron la conspiración para adueñarse de la tierra palestina quemando, dinamitando viviendas y expulsando a sus habitantes en una espiral de violencia incontenible que aún prevalece. Los progenitores de la canciller fueron capturados, juzgados y condenados a muerte, pero su madre escapó de la prisión y su padre salió libre luego de varios años de cárcel y tras volver a reunirse, se casaron y engendraron a ese monstruo a quien transmitieron sus genes para que con los años se convirtiera en un violento ser, primero, como teniente de la Fuerza de Defensa Israelí, -FDI- y luego como agente del Mossad, la temible y criminal agencia de espionaje del sionismo que comete incontables atentados y asesinatos en el exterior, hasta que finalmente llegó a canciller de Israel. Aun cuando parezca extraño, a las dos cancilleres son amantes de la música, arte que se asocia con el romanticismo, la belleza y la sensibilidad del alma humana, sentimientos de los cuales ellas carecen, y sin embargo, mientras Rice, los primeros años de su niñez ejecuta el piano magistralmente, Livni, se embeleza tocando la batería desde sus tiempos de estudiante y hasta hoy, cuando en sus momentos libres, protagoniza ruidosas sesiones de musicales de rock en solitario, contorsionándose rítmicamente mientras golpea incansablemente los platillos. Condoleezza, como diplomática de carrera que es, ha aprovechado el dominio de sus conocimientos musicales para ofrecer conciertos, como el que dio una noche de julio de 2006 en Malasia, ante grupo de cancilleres de los países miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. Lo hizo mientras el Líbano ardía en llamas bajo las bombas de uranio empobrecido y de racimo que lanzaba la aviación del Estado sionista de Israel y mientras en Washington su amo, Bush compartía un concierto con el ganador y los finalistas del espectáculo de farándula, American Idol. Para un mundo indignado, aquello fue una bofetada a la dignidad de un pueblo agredido, pues, remontando siglos de historia, trajo a la memoria colectiva el acto impúdico y demencial de Nerón tocando el arpa mientras Roma se incendiaba, y eso era lo que hacían Rice y Bush, ella ejecutando el piano y él cantando a coro con el Ídolo Americano y sus acompañantes, o tocando la guitarra, como lo había hecho en agosto del año anterior, mientras Katrina azotaba a Nueva Orleans ahogando a miles, en su mayoría negros pobres, porque los blancos ricos habían abandonado la ciudad para salvarse. En verdad, Condoleezza y Tzipi, son un par de mujeres cuya inteligencia las ha hecho escalar las mas altas posiciones en el mundo político, Rice como canciller del Imperio mas poderoso de la historia y Livni, como titular de Relaciones Exteriores de Israel, considerado como la cuarta potencia militar del planeta, por poseer, además de un formidable ejército y un monumental arsenal de armas convencionales que complementa con el poderío nuclear de que hace gala y con el cual amenaza a sus vecinos. Son inteligentes, si, pero una inteligencia sin mérito alguno porque, como sabiamente dijo Bolívar, “El talento sin probidad es un azote”, y por ello, el destino reservado a esas dos criaturas es el basurero de la historia, por su trayectoria criminal, antítesis y negación de la mujer auténtica, símbolo de amor y de ternura, que alcanzan su máxima expresión cuando llega a ser madre y que sufre el más inmenso dolor al perder un hijo, como han perdido millones de ellas en Irak, Afganistán, Líbano y Palestina por culpa de Rice quien afortunadamente para la humanidad dejó su cargo y de Livni, quien lamentablemente seguirá asesinando inocentes.

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