Hernán Mena Cifuentes
La condecoración, distinción que en forma de medalla conceden gobiernos, instituciones y otros organismos en reconocimiento a quien ha prestado servicios meritorios a la comunidad, a la patria o a la Humanidad, perdió brillo, honorabilidad y razón de ser, prostituida por un acto obsceno y vergonzoso cuando, a solo una semana de abandonar la Casa Blanca, el presidente estadounidense George Walker Bush, la impuso a tres de sus más leales vasallos y cómplices en los genocidios que cometió a lo largo y ancho del planeta. Ese infausto hecho, insulto a la inteligencia y ofensa a la dignidad humana, tuvo lugar en Washington cuando “El Nerón del siglo XXI” otorgó la Medalla de la Libertad a los ex primeros ministros Tony Blair, de Gran Bretaña y John Howard, de Australia y al presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, reconocidos genocidas como él, quienes le acompañaron, aprobaron, avalaron o aplaudieron la siniestra misión que cumplió a lo largo de los ocho años por el mundo, como verdugo implacable que invadió pueblos y mató, torturó y encarceló a centenares de miles de hombres, mujeres, niños y ancianos. Hoy, cuando Bush, alejado del poder que ejerció tan cruelmente, tal vez cansado de cometer tantos crímenes descansa en su lujosa residencia de Texas, la sociedad planetaria, no olvidará jamás la macabra ceremonia celebrada en la Casa Blanca y, transmitida a todo el mundo por la televisión mercenaria del Imperio, como fue el acto de entrega de la distinción a Blair, Howard y Uribe, cuyos respectivos prontuarios criminales registran los más horrendos crímenes de guerra y masacres contra pueblos indefensos. En verdad, recibir La Medalla de la Libertad, la más alta condecoración que un presidente de EEUU concede a un civil, no representa honor alguno, pues ha sido otorgada desde su creación en 1945 a otros asesinos, entre ellos Ronald Reagan, genocida como Bush cuyo expediente criminal es igual de extenso, o tal vez más amplio que el de los que la recibieron en esta oportunidad, ya que a su paso por la Casa Blanca, ese genocida dejó una de las más largas estelas de sangre que cualquier otro de los bárbaros que han gobernado el Imperio. Entre sus crímenes, figuran el haber apoyado a dictadores que mataron a centenares de miles de campesinos e indígenas en Guatemala y El Salvador; de haber armado y financiado a la Contra que asesinó a decenas de miles de nicaragüenses; de promover y financiar la fracasada guerra que Irak lanzó contra Irán con el fin de restaurar en el poder al Sha, conflicto que cobró la vida de un millón de combatientes; del fallido magnicidio de Muammar Qaddafi al bombardear Trípoli, ataque en el que murió su pequeña hija; de invadir la pequeña isla caribeña de Granada y muchos otros genocidios. Reagan se constituyó en emblemático símbolo de la guerra, la muerte y la violencia que ha sido la norma y la razón de ser de ese clan de asesinos en serie, conformado entre otros, por los que hoy han sido condecorados por Bush, una hermandad de violentos, vergüenza de la humanidad, pero que, en el marco de la inversión de principios y valores que ha sido la constante de su quehacer como “perros falderos” al servicio de su amo, éste pretende borrar su negro historial, otorgándoles una distinción que se concede entre otras razones, a “personalidades que hayan hecho contribuciones meritorias a la paz mundial.” Es por ello que un mundo insultado en su inteligencia se pregunta: ¿que han hecho Blair, Howard y Uribe por la paz mundial o, siquiera, por la paz de sus propios países? Nada, absolutamente nada. Todo lo contrario. Auspiciaron guerras, invasiones encarcelamiento y torturas en Irak y Afganistán y fueron y son cómplices del genocidio que el sionismo y EEUU cometen actualmente en Palestina; en la guerra que hace dos años mató a miles de inocentes en el Líbano, y en el caso particular de Uribe, responsable del incremento del baño de sangre que sufre Colombia desde hace medio siglo. Porque, Uribe ha desatado durante los años de su mandato, una verdadera carnicería humana en Colombia, en la que han perecido decenas de miles de colombianos a manos de su ejército, de los paramilitares que ellos y la oligarquía crearon para combatir a la guerrilla y de los barones de la droga, traficantes del vicio y la violencia, de los que él ha sido cómplice, como lo certifican documentos de la DEA en los que aparece junto con algunos miembros de su familia. Por su parte, el británico Blair, junto con el español, José María Aznar, fue cómplice de Bush en el crimen de lesa humanidad cometido hace mas de cinco años en Irak y que sigue cobrando víctimas con un saldo que hasta hoy supera el millón de muertos, cuando desplegaron una campaña de mentiras asegurando que Bagdad poseía armas de destrucción masiva y se lanzaron a la aventura de una guerra a pesar de la protesta mundial y de intelectuales, científicos y religiosos, entre ellos Juan Pablo II, quien les advirtió que quien la iniciara, “habría de responder ante Dios y ante la historia” por ese acto criminal. Howard, fue como Blair y Aznar, sumiso vasallo de Bush, al enviar un contingente de 550 efectivos a Irak, y otro a Afganistán, decisión rechazada por la opinión pública de su país, a la que ignoró, expresando que “mantendría las tropas contra viento y marea”, tozudez que le costó el poder que había detentado durante once años, al perder las elecciones en noviembre de 2007 debido al voto de castigo que le impuso el pueblo que eligió a su rival, Kevin Rudd, quien cumpliendo su promesa electoral, retiró a los soldados australianos de Irak y Afganistán. Con toda razón, el pueblo estadounidense, un vasto sector de la prensa, organizaciones defensoras de los DDHH y la comunidad internacional rechazan el que se les haya concedido la condecoración, lo mismo que el cinismo de Bush al exaltar sus inexistentes méritos a través de una declaración leída por Dana Perino, su portavoz oficial, señalando que la misma les fue otorgada por “Sus esfuerzos por llevar esperanza de libertad, que han hecho a sus naciones, a los EEUU y a la comunidad mundial, un mundo más seguro.” Tras escuchar tanto cinismo, siete organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, presididas por Human Rights Watch, respondieron indignadas emitiendo un comunicado en términos enérgicos en el que rechazan específicamente la distinción concedida a Uribe, señalando entre entras cosas que con la misma “se envía un mensaje equivocado, destacando a continuación que “el gobierno de Bush se ha hecho de la vista gorda ante las serias violaciones de los DDHH (en Colombia) y que “la selección de Uribe para recibir este premio, solo mancha aún más la propia reputación de Bush sobre el tema de los Derechos Humanos en la región.” Esas mismas organizaciones han venido repitiendo insistentemente que durante el gobierno de Uribe Vélez se ha registrado un dramático incremento de asesinatos extrajudiciales, el más reciente de los cuales fehacientemente comprobado al descubrirse en octubre de 2008, un tumba colectiva con los cadáveres de once jóvenes ultimados en enero de ese mismo año por soldados colombianos, generando una ola de indignación ante la cual, Uribe, acorralado por las evidencias se vio obligado a destituir a 25 oficiales y suboficiales de ese ejército de asesinos, negación y vergüenza del honor militar. Mas la protesta de esas organizaciones, no se ha limitado al caso de la medalla, que le fue entregada por Bush en Washington, sino que el eco del rechazo a ese y cualquier otro mérito que se le quiera atribuir a ese asesino, se ha extendido hasta Europa, cuando este miércoles, Amnistía Internacional, solicitó al Ayuntamiento de la ciudad española de Cádiz que “se reconsidere” la concesión del Premio a la Libertad Cortes de Cádiz al jefe del Estado neogranadino, otorgado el pasado viernes, por considerar que “Uribe no ha conseguido hacer cumplir los más elementales principios de respeto a los DDHH. El comunicado de AI, destaca entre otras consideraciones que “Colombia es un país que está sufriendo desde hace más de 20 años una situación de Guerra Civil en la que se encuentran en crisis los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario”, conflicto cuyas llamas se han extendido por la acción criminal del ejército colombiano y de los paramilitares, el Frankenstein que ellos crearon junto con la oligarquía, para combatir a la guerrilla y que se devolvió contra ellos, socavando a las instituciones al convertir en cómplices del narcotráfico que desataron, a senadores, diputados, alcaldes y otros funcionarios Pero, Bush, o es un ingrato, o su enfermiza mente, afectada aún al parecer, por las secuelas que dejó en ella su adicción al alcohol y a las drogas, la cual, algunos aseguran aún no ha superado, olvidó al seleccionar a quienes recibirían la Medalla de la Libertad, a alguien especial, olvidó a José María Aznar, el más abyecto y miserable de sus lacayos, co-patrocinador, junto con él y Blair, del genocidio de Irak, y cómplice junto con un grupo de traidores venezolanos, del golpe de Estado del 11 de abril de 2002, que expulsó brevemente de poder al legítimo presidente del país, el Comandante Hugo Chávez Frías. Ese infeliz ex presidente del gobierno español, quien junto con otros “Cachorros del Imperio” como Fox, Vargas Llosa, Quiroga y otros, se convirtieron por la magia de los dólares que reciben, en embajadores del Imperio, al realizar giras, inventar centros y fundaciones “guardianes de la democracia” y dictar conferencias y seminarios en los que demonizan a Chávez y al proceso que lidera, en vano esfuerzo por desprestigiarlos, presentándolo ante los pueblos de América Latina del Caribe y del resto del mundo como un “dictador”. Hoy vive en soledad, huérfano del recuerdo y reconocimiento de su amo. En cambio Chávez, el hombre objeto de su envidia y odio visceral, contrariamente a lo que él y sus compañeros de andanzas aspiraban, se gana cada día más, el amor, respeto y admiración de su pueblo y del resto de los pueblos del planeta, en virtud de su vocación por la paz y la justicia y el apoyo incondicional que da a las luchas de resistencia popular que buscan liberarse del yugo opresor del Imperio y el sionismo, como lo demuestra hoy el pueblo palestino, que, junto con el resto de sus hermanos árabes, en manifestaciones multitudinarias enarbolan banderas venezolanas y pancartas con el retrato de Chávez en señal de gratitud a su gesto solidario. Mientras tanto, y en contraste con la creciente popularidad que goza el presidente venezolano, el que fuera jefe del gobierno español, hoy se encuentra arrinconado en algún punto de España, o tal vez en otro lugar del mundo donde se dispone a dictar una charla o conferencia cuyo tema central sería “el dictador Chávez”, rumia su tristeza y soledad, relegado por el amo a quien sirvió con lealtad y obediencia a toda prueba, meditando tal vez sobre el significado del viejo y sabio refrán que dice: “mal paga el Diablo a quien bien le sirve.” Por lo que concierne a Uribe, Blair y Howard, se quedarán con la medalla que se ganaron, no “por servir a la causa de la paz mundial”, como asegura el criminal que se la entregó, sino por ser cómplices de los crímenes que cometió Bush en el planeta como opresor y hambreador de pueblos; por el genocidio que perpetra en Irak y Afganistán y cómplices igualmente, del exterminio que los gobernantes del Estado sionista de Israel, perpetran contra el pueblo palestino, premio que en el fondo de sus conciencias, si es que la tienen, rechazarán como lo ha hecho el mundo entero.
jueves, 22 de enero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario