Hugo Rafael Chávez Frías
Las líneas más fuertes que en mi vida de pelotero dí, fueron siempre hacia la banda derecha. Ahora, sobre el terreno de juego de la política y la revolución, estas líneas que hoy comienzan, irán hacia todas las bandas con la misma fuerza. Sólo que ahora van con la fuerza de las ideas, de la convicción, de la pasión patria. Soy, en esencia, un soldado. Y como tal, fui forjado en la escuela del compromiso y la obediencia al legítimo poder que orienta el esfuerzo colectivo, en la búsqueda de los objetivos tácticos y los fines estratégicos. Las circunstancias y las condiciones que fueron enmarcando mi vida, me convirtieron bien temprano en un soldado revolucionario. De allí que, desde entonces, fui asumiendo como legítimo y superior, el poder soberano del pueblo venezolano, al cual ahora estoy absolutamente subordinado. Y lo estaré por el resto de mis días. Digo esto hoy, en medio de los acontecimientos que marcan el inicio de este 2009, cuando recrudece la batalla política que se desató en nuestra patria hace dos siglos: unos, los más de nosotros, queremos la Independencia Nacional; otros, los menos, quieren convertir de nuevo a Venezuela en una colonia, en un país subimperial, en una subrepública. No hay más camino para lograr la Independencia venezolana que la Revolución Nacional. No hay más camino para la grandeza Patria que éste, ya emprendido, del socialismo; nuestro socialismo bolivariano: ¡La Democracia Socialista! El otro camino, por el que nos quieren llevar los colonialistas pitiyanquis, condenaría a nuestro país a la minusvalía, a la pequeñez y a la tumba histórica; es el camino del capitalismo y su expresión política: la “democracia burguesa”. Nosotros, los Independentistas, andamos con un juramento; aquel que hizo nuestro líder, Simón Bolívar, en el Monte Sacro el 15 de Agosto de 1805. Nosotros, los Patriotas, tenemos un proyecto, portamos una bandera… Ellos, los Colonialistas, no tienen juramento, no tienen proyecto, no tienen bandera. O mejor dicho, como lo hemos visto en diversas actividades de los pitiyanquis, su bandera al revés, volteada, de siete estrellas y no de ocho como fue el mandato de nuestro Bolívar en Angostura, lo dice todo: representan lo contrario a la patria, son la contrabandera, son la contravenezuela, son lo contrabolívar. Son la negación. Son la no-patria. Y quiero expresar esto en mis líneas, sobre todo ahora, cuando estamos ya en plena campaña rumbo al referéndum del 15 de Febrero. ¡¡Febrero, otra vez Febrero!! Siento desde hace años, que mi vida está poderosamente ligada a este mes, de los candelorios sabaneros y las ventoleras del verano: ¡27 de Febrero, 4 de Febrero, 2 de Febrero! Y ahora: 15 de Febrero Veinte años después de “El Caracazo” que me engendró, diez y siete años después de la Rebelión Militar Bolivariana que me parió y diez años después de la toma de posesión que aquí me trajo, pongo de nuevo mi vida y todo mi futuro en manos del pueblo y su soberana decisión. Este soldado revolucionario hará lo que el pueblo mande. Si la mayoría dijera No, entonces me iré en otro febrero, el de 2013. En cambio, si la mayoría de ustedes, venezolanos y venezolanas, apoya la enmienda con el SI, entonces es posible que pueda yo continuar al frente del timón más allá del 2013. Pero eso no es en verdad lo más importante. Aquí y ahora, lo esencial es que, de ganar el No, se impondría la colonia, la contrapatria. Y al ganar el SI, se impondrá la Patria, la Independencia. Por ello, les repito, hombres y mujeres, juventud venezolana: ¡Los que quieran patria, vengan conmigo! ¡Los que vengan conmigo, tendrán patria!
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