Hernán Mena Cifuentes
La derrota sufrida este jueves en la ONU por el Imperio y al acordarse el cese el fuego en Gaza, se debe en gran medida a la acción de Hugo Chávez Frías, el hombre que rebasó su condición de líder latinoamericano y caribeño para asumir el rol de dirigente planetario, motivado por su amor a la paz, a la justicia y conmovido por el dolor que le causó la muerte de miles de niños palestinos, libaneses y afganos, crimen que al denunciarlo hizo renacer semillas de conciencia que han abortado el macabro plan sionista de “La solución final al problema palestino.” Y es que, la tragedia que vive ese pueblo por la brutal y cobarde agresión del ejército de Israel, ha servido de escenario y motivo para medir la gran estatura moral del presidente venezolano, ante el cinismo, indignidad y enanismo moralético de esos vasallos imperiales que integran la dirigencia del Estado sionista de Israel, enfrentados en una controversia de principios y valores representados por el mandatario nacional y la miseria humana de esos asesinos que, como “solución final al problema palestino” buscan el exterminio de ese pueblo. Olvidando las lecciones de la historia y el trágico drama vivido por su pueblo hace cerca de 70 años, los sionistas han escogido, en el marco de ese plan de aniquilación de la vida humana, un recurso similar al aplicado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, quienes desataron un proceso de persecución, expulsión y matanza orientado a “La solución final de problema judío”, proyecto que ahora copian con mayor brutalidad sus discípulos del sionismo, usando métodos aún más salvajes que los empleados en su tiempo por sus maestros los fascistas alemanes. Y ha sido ante esa brutalidad y salvajismo que el jefe del Estado venezolano respondió indignado, anunciando el pasado martes, mientras sostenía en sus manos la fotografía de un niño palestino asesinado por una bomba lanzada por la aviación sionista, que había decidido expulsar del país al embajador de Israel en Venezuela, Shlomo Cohen y a parte del personal de esa sede diplomática, a quienes se les informó por escrito que deberían abandonar Venezuela dentro de 72 horas. “Que más puede uno hacer, lleno de indignidad ante tanta injusticia y ante un mundo que parece no importarle, -dijo el mandatario evidentemente afectado por el dolor que le embargaba, para agregar seguidamente que “deberían llevar a la Corte Penal Internacional al presidente del Estado de Israel, que es, -denunció- el responsable de estos crímenes de lesa humanidad contra mujeres, niños y hombres inocentes, y prosiguió su declaración, diciendo que “detrás de Israel está el Imperio norteamericano, el maldito imperio que tiene que acabarse en los próximos años.” Luego, al referirse a Barack Obama, el presidente electo de Estados Unidos que tomará posesión del cargo el próximo 20 de enero, manifestó que “hasta ahora no ha dicho casi nada sobre las acciones militares israelíes, pero, -añadió- vamos a esperar si el señor Obama llega y mueve todo el poder imperial para detener la agresión contra los niños y mujeres e inocentes en Gaza. Nosotros no somos demasiado optimistas, no nos hacemos ilusiones”, dijo. Esta, sin embargo, no es la primera vez, que Chávez condena la brutalidad de las agresiones de Israel contra el pueblo árabe, ya que hace hace poco más de dos años, criticó con la misma vehemencia e indignación, el horror que le produjo la muerte de centenares de hombres, mujeres y niños inocentes en Líbano. Fue aquella, una acción tan salvaje como la que hoy desatan las fuerzas israelíes en Gaza, cuando su aviación lanzó miles de letales bombas de racimo sobre poblaciones indefensas y sus tropas invadieron ese país, en su intento por aplastar a Hezbola, operación que culminó en fracaso y acabó con el mito de la invencibilidad del ejército sionista, fracaso que podría repetirse hoy al tratar de destruir a Hamas, cuyos militantes resisten exitosamente la embestida de los invasores que matan más niños y mujeres que a combatientes de la organización. Pero, la trayectoria humanista del presidente Chávez en defensa de los pueblos desvalidos y sus hijos y contra de los genocidios que perpetran el Imperio y sus lacayos sionistas, no se ha limitado únicamente a la denuncia de los crímenes de lesa humanidad que ambos han cometido en el Medio Oriente, sino que su voz, que en principio era como el clamor de un profeta predicando en el desierto, y que hoy se escucha en todo el mundo, se oyó por primera vez, cuando EEUU saturó de bombas el territorio de Afganistán, asesinando a miles de hombres, niños y mujeres inocentes. Fue un día aciago del mes octubre de 2001, cuando un Chávez horrorizado y afectado por el dolor, denunció, mientras mostraba la fotografía de un grupo de niños afganos, unos con sus cuerpos mutilados y otros heridos por efecto de las bombas lanzadas por la aviación yanqui sobre sus hogares, denunció por primera vez ante el mundo, el genocidio que desde hace mas de siete años viene perpetrando el Imperio en ese país de Asia Central, junto con sus cómplices asesinos de la Otan que hoy se encuentran acorralados y al borde de la derrota, por la acción de la resistencia del Talibán. Resulta repulsivo e indignante que hoy vuelvan a repetirse en la tierra palestina esos hechos tan macabros, que desdicen de la condición humana que deben asumir los habitantes del planeta tierra, pero que ha sido ignorada y soslayada por quienes, cegados por la ambición de poder, se dedican a asesinar pueblos enteros sin el menor asomo de conciencia y respeto por la vida y sin pensar que mas temprano que tarde deberán responder por sus crímenes. Poco después de la declaración hecha por Chávez, la cancillería venezolana emitía un comunicado oficial, ratificando la decisión del jefe del Estado, explicando que la misma se había adoptado ante “el horror de la muerte de niños y mujeres inocentes, producto de la invasión a la Franja de Gaza por tropas israelíes y del bombardeo inclemente en esa zona.” Con esta medida -añade el documento- el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela reafirma su vocación de paz y su exigencia de respeto al Derecho Internacional y condena tajantemente las flagrantes violaciones al Derecho Internacional en las que ha incurrido el Estado de Israel y denuncia su utilización planificada del terrorismo de Estado.” Finaliza el documento del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela, instruyendo a su misión ante la Organización de Naciones Unidas para que, junto a los gobiernos que así lo reclaman, presione al Consejo de Seguridad de la ONU, a aplicar medidas urgentes para detener esta invasión del Estado de Israel contra el territorio palestino y concluye expresando “su solidaridad irrestricta con el heroico pueblo palestino” y manifestando que “comulga en el dolor que embarga a miles de familias por la pérdida de seres queridos.” La condena venezolana al crimen de lesa humanidad que comete el Estado sionista contra el pueblo palestino, recibió el unánime aplauso expresado en manifestaciones de solidaridad de los pueblos del planeta, el apoyo de organizaciones de Derechos Humanos del mundo y el agradecimiento de los líderes de los movimientos de resistencia árabes que luchan contra los invasores, destacándose entre esas declaraciones, la emitida por Hamas en un comunicado, en el cual se señala que “la medida de Chávez ha sido un medida valiente contra las cobardes agresiones israelíes” y llamando a los gobernantes árabes a seguir su ejemplo. La sociedad planetaria conocería horas más tarde, en medio de una mezcla de estupor e indignación, la cínica respuesta del régimen sionista a la humanista posición del presidente Chávez, hecha a través de un comunicado emitido por la cancillería de Israel, documento que pone al desnudo la indecente e inhumana condición de una ideología sustentada en el odio, el egoísmo y la muerte, ausente de principios y valores, donde no caben sentimientos de amor, solidaridad y paz, porque, ese engendro ilegítimo surgido de las entrañas del imperialismo, nació para la guerra, la conquista y la opresión de pueblos. “El Estado judío seguirá defendiéndose de sus enemigos, entre ellos Hamas e Irán, con los que Venezuela tiene estrechos lazos”, destaca en un agresivo lenguaje plagado de cinismo y desvergüenza el documento emanado de la cancillería de Israel. “Venezuela -señala a continuación la declaración- debe elegir en que lado de la guerra está. Debe elegir entre los que luchan contra el terrorismo y entre los que lo apoyan. No es ninguna sorpresa que Venezuela haya aclarado al mundo nuevamente de qué lado se posesiona.” Mas allá del cinismo manifestado en la respuesta de la cancillería de Israel al gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y a su líder, se destaca lo pueril de su contenido, carente del razonamiento y dignidad que corresponde a una instancia donde debe prevalecer la dignidad y altura propias de un lenguaje erigido sobre la verdad y no construido con base en la mentira con ese discurso contradictorio que, a fin de cuentas, otorga toda la razón a la posición asumida por el gobierno revolucionario y su presidente, cuando señala que “Venezuela ha aclarado al mundo nuevamente de qué lado se posesiona.” Ciertamente, y como lo expresa ese documento, el proceso venezolano y su Presidente, han dado claras muestras a los pueblos del planeta de que están al lado de las causas justas o mejor dicho, como lo afirmó con su respuesta el propio Chávez al señalar que “Venezuela está del lado de la vida y del respeto a la soberanía de los pueblos, de la paz, de la vida, de la justicia”, una posición que los criminales de guerra como Olmert, Livni y Peres, no comparten, porque, como todo el mundo sabe están del lado de la muerte, de la guerra y la injusticia. La respuesta del Estado de Israel a la posición de Chávez, fue un grave error político, que condujo al estruendoso fracaso de la política belicista que junto con su amo el Imperio adelantan sus gobernantes desde su creación, asesinando impunemente y ante la impotencia de la humanidad, a decenas de miles de inocentes en el Medio Oriente, ya que, por efecto de la denuncia y la medida adoptada por el mandatario de expulsar al embajador Shlomo Cohen, se produjo un cambio repentino e inesperado en la conciencia de algunos líderes árabes que habían permanecido indiferentes ante el dolor y sufrimiento de sus hermanos. Y fue allí, en la ONU, donde siempre se había impuesto la soberbia y prepotencia del Imperio para acallar con su criminal veto el clamor de justicia de los pueblos oprimidos, que los representantes de la Liga Árabe, esgrimiendo las armas de la Justicia, del amor a la paz y del dolor por la muerte de miles de niños inocentes las mismas que les instó a empuñar Chávez, se impusieron finalmente a los heraldos de la muerte y de la guerra, al aprobarse con 14 votos a favor y una abstención, la de EEUU, la Resolución que insta al cese el fuego en Gaza y el retiro de las hordas asesinas del Estado sionista de Israel. Y, aunque los dirigentes del sionismo hayan ignorado la Resolución del Consejo de Seguridad, y continúen con el baño de sangre en Gaza, no ha de pasar mucho tiempo para que la sociedad humana, cada día mas consciente de la impostergable necesidad de ponerle fin al genocidio palestino, promueva con mas firmeza y decisión la implementación de otras acciones en la ONU que frenen la carrera de esos criminales que han quedado solos, aislados del resto del mundo que ha dicho basta, como lo expresó Chávez para que no se aplique la brutal e inhumana “solución final al problema palestino.” Con ello quedará definitivamente demostrado, que del lado del terrorismo, los únicos que están son los gobernantes de Israel y el Imperio y, solo queda por cumplirse la propuesta hecha por Chávez de que sean llevados al Tribunal Penal Internacional de Justicia para ser juzgados como criminales de guerra, por ser autores del largo y penoso genocidio que padece desde hace más de 70 años el pueblo palestino, y más recientemente los pueblos de Irak y de Afganistán, víctimas inocentes de la ambición irrefrenable de esos asesinos, condenados ya hace tiempo por los pueblos al basurero de la historia.
sábado, 10 de enero de 2009
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