miércoles, 19 de marzo de 2008

En Colombia, todos detrás de Alvaro Uribe

Marie Delcas

Todos los sábados, él recorre el país procurando oír a la gente más humilde. De manera inusual, resuelve los problemas más inmediatos: la avenida a asfaltar, la acera que reparar, el centro de sanidad a construir. Las cámaras filman, evidentemente. Mesiánico y populista, Álvaro Uribe dirige su país como si gerenciara su latifundio, y el método le ha resultado. Para la inmensa mayoría de sus compatriotas, él es “el mejor presidente que Colombia ha tenido jamás”.En Quito y Caracas, el sonido de la campana es diferente: fiel aliado de George W. Bush, es percibido en las capitales ecuatoriana y venezolana como “un peón del Imperio”, “un peligro para la región”, incluso “un mafioso” y “un aliado de los paramilitares”. En Francia se entiende mal la intransigencia del presidente colombiano frente a los guerrilleros quienes después de más de seis años mantienen detenida a Ingrid Betancourt como secuestrada.Álvaro Uribe huye de la prensa extranjera, pasa horas en los micrófonos de barrios. Luego de su elección, se ha forjado una imagen de hombre de acción que toma riesgos y asume sus responsabilidades. Pero levantó una polvareda en un continente muy susceptible en lo que se refiere a su soberanía territorial al bombardear, el primero de marzo, un campo de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) en territorio ecuatoriano. Allí fue abatido Raúl Reyes, el número dos y negociador de las FARC, corriendo el riesgo de exasperar a los mediadores que habían intentado obtener la liberación de los secuestrados. “Yo he dado prioridad a la eficacia militar”, ha señalado el Jefe de Estado en el curso de una reunión informal con la prensa.“Los riesgos estaban bien calculados”, se pavoneaba hoy uno de sus partidarios. Los “uribistas” están firmemente convencidos de que su presidente ha ganado en todos sus planes. Raúl Reyes ha muerto y la crisis diplomática está controlada: Quito y Caracas se encuentra en el banquillo, en calidad de sospechosos de complicidad con una organización terrorista. La prensa colombiana se ha hecho eco de ese “triunfo” del presidente. Nadie quiere entender a Nicolás Sarkozy cuando afirma que “la democracia debe combatir el terrorismo respetando las reglas de la democracia”.Para justificar una incursión fuera de sus fronteras, el presidente Uribe ha invocado la “legítima defensa” y la necesidad de la lucha anti terrorista. El argumento ha pesado, evitando a Colombia una condena por parte de la Organización de Estados Americanos. “Pero este apoyo de Washington ha sido decisivo”, opinó un diplomático colombiano. La protesta del presidente Chávez: “Colombia ha devenido en el Israel de la América Latina”, no ha desagradado a la región."Álvaro Uribe no ha podido bombardear a Ecuador sin el apoyo tecnológico de Estados Unidos”, recuerda el analista Pedro Medellín. Los norteamericanos son sospechosos de jugar a la carta del enfrentamiento regional para desestabilizar a Chávez, su “bestia negra”. A partir de la puesta en acción del Plan Colombia, en 2000, Bogotá ha recibido más de cinco millardos de ayuda militar.“Uribe es un líder. Él nos infunde confianza. Desde que él gobierna, todo va mejor”, resume Héctor Barragán, un camionero que se dice “furibista”- adepto a la “furia uribista”. En seis años de poder, el presidente nunca ha pasado bajo la barrera del 60 % de opinión favorable. Tenía el 8O % en víspera de la crisis diplomática. “Y ahora mantiene el 110%”, ironiza el analista León Valencia. La unión sagrada ha jugado a favor del presidente.Críticas, rumores y escándalos se deslizan. Ese “efecto teflón” a toda prueba deja perplejos a los sondeos y desolado a los anti-uribistas. El mismo escándalo de la “parapolítica” ha exceptuado hasta el presente a Álvaro Uribe. Más de cuarenta parlamentarios de la mayoría presidencial han sido sometidos a investigación por haber mantenido relaciones con las milicias de la extrema derecha, culpables de innumerables crímenes atroces. Veinte de ellos están ahora presos.El senador Mario Uribe, primo y mentor del Jefe de estado, podría unirse a ese grupo de parlamentarios. “Nadie es responsable de su familia”, recuerdan no sin razón los “uribistas”. José Obulio Gaviria, uno de los consejos presidenciales más influyentes- considerado como el ideólogo del régimen- es primo político de Pablo Escobar, el gran patrón del Cartel de Medellín, muerto en 1993. Nadie es responsable de su familia.Las FARC han sido los grandes maestros de obra de la popularidad presidencial. “Furibistas” y “anti-uribistas” están de acuerdo en ese punto. Cansados por el largo proceso de paz iniciado por el presidente Andrés Pastrana, los colombianos eligieron un presidente con músculo para poner fin a la guerrilla.“Puño de hierro y gran corazón”, decían los primeros slogans de campaña de Álvaro Uribe, triunfalmente reelecto cuatro años más tarde. Entre tanto, la “seguridad democrática” ha sido sometida a pruebas: una paz precaria ha vuelto al campo, los ejes de la comunicación terrestre han sido asegurados, el número de homicidios y de secuestrados ha disminuido. Las estadísticas oficiales son sospechosas. Pero, en política, la confianza importa más que las cifras. El Jefe de Estado está convencido de que “el conflicto armado no es la consecuencia de la pobreza, es la causa”. Toda reflexión sobre los privilegios y los deberes del reparto de las riquezas han desaparecido del discurso político. La política social ha sido relegada a un segundo plano. La prioridad ha sido dada a la protección de las inversiones privadas y al presupuesto militar.Pero Álvaro Uribe, es también un estilo de gobierno. Ni cocteles, ni yates para ese presidente que ha sabido forjar una imagen de hombre piadoso, austero y trabajador. El jefe de Estado se deja fotografiar raramente en reposo. En el curso de uno de sus innumerables visitas oficiales a Washington, ha sido sorprendido a punto de desayunarse en un fast-food.Álvaro Uribe es originario de la ciudad de Medellín, cuna de la industria nacional y de los traficantes de cocaína. En los años 1970, cursó brillantemente su carrera de derecho. Joven promesa del Partido Liberal, arrancó su carrera política en una época en que los compromisos entre la mafia y las élites locales eran moneda corriente. En 1980, su padre, ganadero, fue asesinado por la FARC- el presidente niega hoy que busca venganza. Pablo Escobar se cuenta entre quienes le dieron el pésame. “No he sido nunca amigo de Pablo Escobar, ni siquiera cuando estaba de moda”, aseguró el año pasado el Jefe de Estado. Virginia Vallejo, quien fue amante del mafioso, cuenta en sus memorias las relaciones cordiales que había entre esos dos hombres.Luego de una vuelta por el Senado, Álvaro Uribe fue electo gobernador de su Departamento, Antioquía. Su gestión eficaz le granjeó la admiración de sus electores, sus métodos de seguridad levantaron protestas en los defensores de los derechos humanos. El gobernador Uribe prometió y en efecto desarrolló con entusiasmo cooperativas de seguridad, que terminaron siendo legalizadas. Denunciadas por hechos inconstitucionales, los grupos denominados “convivir” contribuyeron a la explosión del paramilitarismo en Antioquía. Un diplomático colombiano que estaba en esa época en una posición importante en Washington contó que “nadie quería recibir al gobernador de Antioquía, muy ligado a los paramilitares”. Los tiempos han cambiado.Los jefes paramilitares dirigen ahora sus actividades desde el interior de las prisiones. Oficialmente, ellos se han desmovilizado. Treinta mil hombres han depuesto las armas. Pero en muchas regiones del país, milicias armadas al servicio de los narcotraficantes se han reconstituido. En aplicación a la Ley de Justicia y Paz, los jefes paramilitares que han cometido crímenes no pasan más de ocho años en las cárceles.Los perspicaces ponen en perspectiva ese perdón general ofrecido a los criminales paramilitares y la virulencia con la que el presidente combate a la guerrilla. “Los primeros han aceptado el principio de cese del fuego, ellos han depuesto sus armas y ellos han confesado sus crímenes. Los guerrilleros, prosiguen sus actividades criminales. Desde que aceptaron el cese de fuego, nosotros le abrimos las puertas de la negociación”, recuerda el alto Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo."Álvaro Uribe no gobierna, él seduce y se guarda bien de toda reforma estructural que pueda afectar su capital político”, juzga el profesor Pedro Medellín. La indispensable reforma en profundidad del sistema fiscal ha sido enviada a las calendas griegas. “El presidente actúa particularmente para defender los grandes grupos económicos ligados a los medios”, subraya Pedro Medellín.“Se olvida frecuentemente que el presidente Álvaro Uribe se ha beneficiado de una coyuntura económica particularmente favorable. La opinión pública ha contribuido al crecimiento y al éxito de la política de seguridad del gobierno. Pero toda América Latina experimenta un “crecimiento positivo”, subraya el economista Mauricio Pérez. El país ocupa el primer lugar en la producción mundial de cocaína. Pero la cuestión del impacto de la economía de la droga en las tasas de crecimiento, ella también ha sido eludida durante mucho tiempo.
Traducción: Celso Medina
medinacelso@cantv.net

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