Por Guadi Calvo
La organización política-militar yemení Ansarolá (partidarios de Dios), fundada en 1994 y más conocida como los hutíes, por el nombre de su fundador Hussein Badreddin al-Houthi, a quien tras su muerte en 2004 reemplazó su hijo Abdul-Malik Badruldeen al-Houthi, desde mediados de noviembre último, en apoyo de sus hermanos palestinos, ha iniciado una campaña de ataques con misiles contra cualquier nave que surque el mar Rojo desde y hacia el Canal de Suez.
Una operación bastante más convincente que las lacrimosas declaraciones de muchos gobiernos árabes-musulmanes que esperar detener el genocidio de Gaza con audaces comunicados de prensa mientras el engendro nazisionista ya ha asesinado a cerca de 25.000 civiles, de los que casi 10.000 eran peligrosos terroristas menores de cinco años.
Un importante jefe del grupo yemení declaró que los ataques “sólo cesarán si Israel pone fin a sus crímenes y llegan alimentos, medicinas y combustible a la población asediada de la Franja de Gaza”.
Tras los frustrados intentos de atacar directamente desde Yemen el enclave sionista – a unos 2.000 kilómetros de distancia – los hutíes reorientaron sus misiles y drones hacia el mar Rojo, comenzando a operar contra el transporte marítimo a la altura del estrecho de Bab el-Mandeb (Puerta de las Lamentaciones) donde se unen las aguas del mar Rojo con las del golfo de Adén, de 70 kilómetros en su mayor distancia, operaciones que están a punto de iniciar una nueva crisis financiera global ya que por allí pasa a diario entre el 10 y el 15 por ciento del comercio global, trasportando especialmente petróleo y gas, aunque también otro tipo de productos, algunos esenciales como trigo y manufacturas de todo tipo, por un valor total de 10.000 millones de dólares diarios. El mundo ya conoció las consecuencias de la clausura de esta vía cuando el carguero taiwanés Ever Given se atascó en Suez y mantuvo el tránsito paralizado por casi una semana en marzo del 2021.
El 20 de noviembre, con un cinematográfico abordaje desde un helicóptero, milicianos hutíes coparon e izaron las banderas de Yemen y Palestina, desviaron el buque Galaxy Leaderes – del conocido traficante judío Abraham Ungar – hacia el puerto yemení de al-Salif. La jefatura hutí anunció que su objetivo principal era detener e impedir el paso de cualquier embarcación con intereses judíos.
Ya son por lo menos cuatro, las grandes navieras internacionales que han anunciado suspender esta ruta, la más rápida desde y hacia el Mediterráneo, optando por la que circunvala el continente africano. Un periplo que supone entre ocho y diez días más, lo que trae aparejado un considerable incremento en el valor del flete, un mal menor si se lo compara con la posibilidad de que un misil hutí acierte a alguna de sus embarcaciones.
Entre las primeras empresas transportistas que renunciaron a la utilización del mar Rojo están sido la BP plc o British Petroleum, la dinamarquesa Maersk, con uno 500 buques y un millón y medio de contenedores, después de que una de sus unidades, el Maersk Gibraltar, sufriera un ataque sin mayores consecuencias el pasado día 15. Se calcula que la semana pasada solo 30 barcos con crudo y combustible han entrado en el estrecho de Bab al-Mandab, lo que representa una caída de más del 40 por ciento promedio de las tres semanas anteriores. No deja de ser paradójico que con un misil cercano a los 10.000 dólares los combatientes hutíes ponga en riesgo el comercio mundial.
Los hutíes, chiíes de la escuela zaidíes, cuentan con un importante armamento fundamentalmente secuestrado a sus enemigos durante la guerra iniciada en 2015 que se ha extendido formalmente, hasta el presente, por el reino saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), los que han llevado la mayor carga de las acciones y fueron acompañados por una más nominal que activa coalición de países musulmanes, entre los que se incluían, entre otros, Marruecos, Sudán, Egipto y Pakistán. La entente, que finalmente fue derrotada, más allá de pretender derrotar a la resistencia yemení apuntaba a Irán y también contó, obviamente, con logística e inteligencia norteamericana y judía.
La resistencia yemení atacó con misiles la refinería saudita de Abqaiq-Khurais en septiembre de 2019, lo que hizo por un momento colapsar el mercado mundial de petróleo; también atacó con misiles la ciudad de Abu Dabi, la capital de los EAU, en enero de 2022. Dos hechos fundamentales para el declive de la guerra y la llegada a este statu quo que existe hoy y posibilitó, entre otras cuestiones, el acercamiento entre Teherán y Riad.
Los hutíes controlan la mayor parte del país, esencialmente el montañoso norte, en la frontera con Arabia Saudita, desde donde se estima parten la mayoría de los ataques, una zona que ha demostrado durante toda la guerra ser prácticamente inexpugnable para la tecnología e inteligencia occidental y de donde se cree que salen los ataques al mar Rojo. Además controlan la ciudad de Sanaa, la capital del país, y otras ciudades entre las que se incluye al-Hodeidah, sobre el mar Rojo, que cuenta con el principal puerto del país y donde en 2018 se libró una de las batallas más largas y sangrientas de la guerra, bastión fundamental para el abastecimiento de la resistencia.
A la crisis por el bloqueo, por ahora parcial, del acceso de los grandes petroleros y metaneros, además de los portacontenedores, a los puertos europeos, el hecho de que se haya desatado en pleno invierno agrega más dramatismo a la crítica situación del abastecimiento de hidrocarburos en Europa, dadas las faltantes desde el inicio de la contraofensiva rusa contra la OTAN en territorio ucraniano, en febrero del 2022.
Para combatir las operaciones hutíes, los Estados Unidos junto a una veintena de naciones, entre los que se encuentran Reino Unido, Bahréin, Canadá, Dinamarca, Francia, Italia, Países Bajos y Noruega, preparan la Operación Guardián de la Prosperidad con patrullas conjuntas en el sur del Mar Rojo y el adyacente Golfo de Adén.
Un oportuno ataque de falsa bandera
A pesar de los esfuerzos de Irán de no verse involucrado en el conflicto que se inició el pasado 7 de octubre tras el ataque de Hamás que contó con la anuencia de la inteligencia sionista y norteamericana, tanto Washington como Tel Aviv están intentando por todos los medios involucrar a Teherán, no sólo en la cuestión de Gaza, sino también en las operaciones hutíes contra las embarcaciones que surcan el Mar Rojo. El líder supremo de la República Islámica, el ayatolá Alí Jamenei, fue taxativo cuando declaró que “Irán no tiene intención de implicarse en los ataques”, al tiempo que en la misma oportunidad también expresó respecto a los sucesos de Palestina, que dado que Hamás lanzó la Operación Tormenta de al-Aqsa sin consultar a Irán, debe seguir procediendo de forma autónoma. Otro claro ejemplo de la no incidencia de Teherán en toda esta nueva escalada es el esfuerzo diplomático que viene realizando sobre Nasralah, el líder de Hezbollah, para que entre de manera abierta en el conflicto, sólo hasta ahora en la frontera sur del Líbano con las tierras ocupadas por invasor sionista. Sólo se han producido algunos discretos duelos de cohetería. La misma presión ejerce sobre Damasco, que, a pesar de haber recibido ataques judíos en varias oportunidades, el presidente Bashar al-Assad ha evitado responder, y con las milicias chiítas en Irak
A todas luces Israel, aupado por los Estados Unidos, está buscando incendiar toda la región para obligar a Irán a intervenir de manera abierta, lo que habilitaría a Biden a intervenir y finalmente establecer una guerra de gran escala contra la nación persa.
No habría que dejar de considerar la fuerte presión que está imprimiendo Occidente en Medio Oriente, ya que según todos los informes, particularmente los que provienen de fuentes norteamericanas, la cuestión en Ucrania ya está a punto de resolverse a favor de Rusia. Y esto dejaría a Putin con las manos libres para apoyar a sus aliados.
En el marco de esta crisis, en la que Washington busca frenéticamente involucrar a Irán, se conoció que el sábado 23 un dron acertó al buque cisterna de transporte de productos químicos M.V. Chem Pluto – de bandera liberiana, propiedad japonesa y operado por Países Bajos – que navegaba por el mar Arábigo a 200 millas náuticas de las costas del estado indio de Gujarat, cuando cubría el trayecto desde el puerto de Jebel Ali (Dubái) a Mangalore, sur de India.
Tras conocerse el incidente, inmediatamente el Departamento de Estado norteamericano, cómo ya es una tradición, responsabilizó a Irán en procura de involucrar a la nación persa en cualquier conflicto que lo habilite a más sanciones o a entablar directamente una guerra abierta, más si se tiene en cuenta la baja de las posibilidades que tiene el presidente Biden para ser reelecto en noviembre 2024. Conocemos que una guerra relámpago contra uno de sus más satanizados enemigos suele ser fundamental para una buena campaña electoral.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC
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