Luisana Colomine
Los animadores-as de TV son ya casi una especie en extinción, entre otras cosas porque definitivamente cambió el modo de ver esa "caja de vidrio", como le llama Eduardo Liendo en un texto de obligada lectura sobre la influencia de la "pantalla chica" en una familia de la Venezuela de los años 60’.
En esos tiempos la gente se echaba en la cama o en un sofá para dejarse alienar por el "mago de la cara de vidrio" y podía estar horas allí olvidándose un poco de sus problemas. Fue cuando nacieron verdaderos genios de la animación, que a grito pelao te obligaban a ser parte de una falsa realidad, porque resulta que en la tele casi todo es de cartón, de utilería y nada es como se ve.
Resulta que ahora, con la tecnología y las mal llamadas redes sociales, que actúan como enormes piscinas, donde comparten miembros de una "comunidad de intereses" hasta que alguien hace alguna gracia y hay que salir corriendo, todo se hace por Internet o por el celular, pero es la misma alienación. Entonces había que revivir la antigua TV y eso hizo Globovision, el canal "de la paz", con un programa llamado El Solidario que ha convertido a los malos servicios en un nicho publicitario y en una rentable oportunidad de negocio.
Para fabricar a su "animador" metieron en una licuadora a Don Francisco, a Sebastián Piñera y a Chuo Torrealba, y de allí salió algo llamado "Juancho", que antes se dedicaba a leer noticias de manera acartonada y aburrida.
"Juancho" grita, baila salsa y trata de hablar "como el pueblo" pero lo que le sale es un dejo cubano. Cabalga sobre el sufrimiento ajeno con una estética bien pensada que exacerba el culto a la personalidad (¿Juancho Concejal?) e istala una propaganda aparentemente inocua: "yo solo quiero ayudarte, soy tu hermano, tu amigo". Vemos que usa magistralmente el "guasá" y el mensaje de texto, "agarra tu tostoncito", dice, usando la jerga popular, y aprovecha para recalcar que en Venezuela no sirve ni la Internet.
Con una sonrisa absolutamente postiza, congelada hasta que los músculos de su mandíbula ya no aguantan, invita a la gente a denunciar su tragedia y por allí entra el proselitismo político. La palabra "pueblo" es su muletilla y la combina con "barrio" en un discurso certero que agita y anima emociones cada mañana.
Después sale montado en un camión de basura, desde donde nos grita "paga tu facturaaaa" aunque las calles de Caracas estén hundidas en la inmundicia precisamente por la ineficiencia de la empresa que publicita. El "pana" Juancho termina mostrando que se peina en tal barbería, come en tal restaurant y se viste en tal tienda. La gente ingenua vuelve a su tragedia cuando termina aquella hora de gritos y Juancho goza porque su fana se elevó un poquito más (ya lo quieren y lo saludan en las calles) y otra vez la "caja de vidrio" nos dice que dentro de ella todo es de cartón y nada es como se ve.
Profesora de géneros periodísticos y periodismo de investigación en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Comunista.
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