"Y sale el delincuente títere, (...) con su cara de tabla mafiosa declarando, (...) que si a Nicolás de verdad le importa el sufrimiento que el titiritero impone al pueblo, que se vaya..."
Con el Mazo Dando
Con el Mazo Dando
Mi abuela Mamama le tenía terror a los cocos. No a El Coco ese que viene y, si no te duermes, te comerá; sino a esas bandadas de cocos torpes que aparecen en las noches caraqueñas para estrellarse contra los bombillos encendidos, contra la pantalla de la tele, contra las ventanas y paredes, contra tu nariz, contra todo lo que se puedan estrellar… Bueno, a esos cocos mi Mamama les tenía terror, pero además del miedo que les tenía, les tenía compasión, porque si alguien amaba a los animales, esa era mi abuela Mamama.
El cuento es que más podía el miedo, así que coco que aparecía, coco que Mamama aplastaba o mandaba a aplastar. Machucado el bicho, ella miraba con tristeza al resto de los cocos que revoloteaban impávidos y decía: “Pobrecitos, seguro que este coco muerto era su tío, o su hermano, o su papá…” mientras lanzaba chacletazos asesinos a los otros coquitos para no tuvieran que vivir con el trauma de haber visto a un ser querido morir. ¡Machúcalo para que no sufra! –nos decía, mientras en familia exterminábamos a una familia de infortunados cocos. Y había que machucarlos con una minuciosidad psicótica porque Mamama temía que algún coco pudiera haber quedado mal herido, sufriendo una muerte lenta y dolorosa. ¡Machúcalo para que no sufra! –Insistía angustiada.
Cuando los voceros del gobierno de Trump y sus títeres justifican el sufrimiento que ocasiona el bloqueo que imponen contra el pueblo venezolano, afirmando tranquilazos que, sí, que traerá mucho sufrimiento al pueblo que, de todos modos, ya estaba sufriendo culpemaduro, que no se deja derrocar expresan, lejos de la angustia de mi abuela Mamama por el sufrimiento de los cocos, un “machúcalos para que sufran” a ver si así estos venezolanos, de una vez por todas, terminan haciéndonos el favor de ir a Miraflores a sacar a Nicolás.
¿Que Maduro inventó llevarle comida barata a la gente, a la puerta de su casa. Seis millones de familia comen por culpa de esa maldita idea? ¡Machúcalos para que sufran! ¿Que el gobierno chavista entrega medicinas de alto costos a quien la necesite? ¡Machúcalos para que sufran! Que no entre a Venezuela ni un alfiler, que no puedan vender ni una gota de petróleo, para que sepan todos que el chavismo no sirve y si sirve lo machucamos para que sufran y no sirva más.
Y sale el delincuente títere, que no por títere en menos delincuente, con su cara de tabla mafiosa declarando, como el secuestrador que amenaza a un ser querido a menos que pagues un rescate, que si a Nicolás de verdad le importa el sufrimiento que el titiritero impone al pueblo, que se vaya, que entregue la presidencia a la que fue electo, a los mismos que nos machucan para que suframos… y arruguemos.
Y no arrugamos porque no somos los imbéciles que los imbéciles que nos machucan creen que somos. ¡No arrugan! –dicen en Washington, mientras el títere interino les asegura que van bien. Van bien sus amigos que se roban millones de dólares para gastárselos en burdeles de mala muerte, en Porsches convertibles color Miami Beach, apartamentos de lujo en las zonas más sifrinas de Madrid, Manhattan, Boston, Londres y agarrando aunque sea fallo, Bogotá.
No arrugamos, ¿y cómo vamos a arrugar? Si siendo oposición, si sin tener ellos el poder político nos machucan con tanta saña: nos han perseguido, nos han asesinado compañeros, hasta nuestros niños han matado arranques de descargas de arrechera. Han protagonizado una escalada de agresiones contra el pueblo que amó y ama a Chávez, cada vez más violenta, cada vez más sórdida. Con sus caras de “gente decente y pensante” han linchado personas por parecer chavistas y cualquiera que no tenga cara de sifrino mayamero es chavista para ellos. Han puestos guayas para asesinar al azar a los motorizados, porque si va en moto es chavista, a menos que la moto sea una Harley, o sea. Han quemado gente viva y lo han justificado, y cuando no hubo modo de justificar semejante horror, dijeron que todo era mentira, que no quemaron a nadie, que eran un montaje las horrendas imágenes de Orlando Figuera envuelto en llamas, huyendo de una horda sifrina que, no conforme con haberle prendido fuego, lo apedreaba y apuñaleaba para que pagara el delito de parecer chavista.
Sin tener ellos el poder político, nosotros, los chavistas arriesgamos la integridad si se nos ocurre entrar a un supermercado del este del Este con una franela roja. Sin tener ellos el poder político hablan de exterminio total, niños incluidos: Hay que exterminar a los chavistas. “Desde los cinco años para arriba –dice un influencer y psicólogo opositor– porque ya a los cinco años un niño tiene conciencia y responsabilidad”. Salivan imaginando a “su bella Venezuela” destrozada por bombas gringas, suplican que nos bombardeen, Mr. Trump, please do.
Sin tener ellos el poder político desvalijan los activos del país que caen sus manos para entregárselos al jefe gringo a cambio de migajas que les alcancen para vivir la vida loca en South Beach. Todo el mal que le han hecho al país, todo el mal que prometen hacerle y eso es sin tener el poder. No tengo capacidad de maldad para imaginar lo que harían si lo tuvieran.
(Chinazo aparte) aunque nos machuquen, no vamos arrugar, porque arrugar sería dejarnos machucar de verdad. Nosotros ni somos cobardes, ni somos pendejos. ¡Nosotros venceremos!
CAROLA CHÁVEZ
@tongorocho
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